Entrevista
Jordi Roca: «Tenía miedo de dormirme porque no sabía si me levantaría de nuevo con voz»
El chef dulce de El Celler de Can Roca habla con ABC 48 horas después de recuperar su voz: «Le envié un audio a mi mujer y le dije que viniera corriendo a besarme. Fue muy emocionante»
«Se me ha quedado voz de locutor de radio a las dos de la mañana», bromea
Madrid
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Iniciar sesiónJordi Roca ha recuperado la voz. Lo descubrió el pasado miércoles 15 de marzo mientras estaba reunido con sus hermanos en El Celler de Can Roca, el tres estrellas Michelin de Gerona. Fue su hermano Joan quien le advirtió de la voz que ... proyectaba, saliendo del falsete al que la distonía cervical que padece le ha obligado desde hace siete años. Una patología neurológica que ataca a la musculatura con espasmos involuntarios y que, cuando afecta a la laringe, genera una disfonía severa.
Tras comunicarlo en sus redes sociales, el chef dulce no ha parado de pronunciar palabras. Sobre todo de agradecimiento a todos los profesionales médicos y amigos que le han acompañado en esta travesía que define como «frustrante» en muchos momentos pero en la que no ha perdido nunca su particular sentido del humor.
Son las 22 horas y has accedido a hacer esta entrevista, casi un atraco a mano armada. No sé si te hacemos una faena o un favor haciéndote hablar.
Hablar por teléfono o tener una videollamada era muy difícil para mí. Para pedir hora para una consulta o para lo que sea tenía que pedir ayuda a mi mujer. Incluso quedar con un amigo a tomar algo en un lugar con barullo era complicado. Igual que ir a comer a un restaurante e intentar tener una conversación. Era muy frustrante e incapacitante.
Dices que tiene voz de locutor a las dos de la mañana.
Voz de terciopelo, un poco rugosa [risas]. La verdad es que antes la tenía un poco más suave. Pero estoy contento.
Siete años son muchos años. Esto no termina aquí, ¿verdad?
Exacto. Todos me han dicho que hable, que no pare de hablar. Que el cerebro reconozca la voz y la vaya integrando.
¿Cómo ha sido esta travesía personal sin voz?
Poco a poco me fui adaptando. Le quité importancia y esa es una de las claves de mi recuperación. Cuando estaba más frustrado lo estaba porque le daba demasiada importancia a no poder hablar y eso era una pescadilla que se mordía la cola. He llegado a estar en momentos muy bajos de ánimo.
¿Saliste de esa frustración y mejoraste?
Le hice caso a mi mujer. Todos los hombres deberíamos hacer más caso a las mujeres. Ella –la repostera y heladera Alejandra Rivas– me decía que cuando dejara de obsesionarme tendría más posibilidades de recuperar la voz. Me decía que me olvidara de la voz, que podía hacer todo lo que quisiera. No quería que me quedara encerrado en casa.
Pero no has dejado nunca de trabajar para recuperar tu voz, ¿no?
Nunca he dejado la rehabilitación ni de buscar caminos y alternativas. Al final todo ha llegado a un buen punto.
Y ahora que llevas 48 horas hablando, ¿han aparecido miedos irracionales en escena?
Ayer tenía miedo de dormirme porque no sabía si me levantaría de nuevo con voz. Pero no, miedos fuera. Los miedos no aportan nada.
¿Fue algo espontáneo y repentino?
Llevaba unos días, unas semanas, en las que en momentos determinados me salía la voz. Por ejemplo cuando me reía o bromeaba. Pero fue ayer –miércoles 15 de marzo de 2023– cuando, mientras hablaba con mis hermanos, apareció la voz. Yo ni me di cuenta. Fue Joan el que me dijo: «¿Te das cuenta de la voz que tienes?». Ahí fue cuando fui consciente.
«Esta mañana lo que he hecho es leerle cinco cuentos a mi hija. La noche anterior otros cinco y ahora, hace un rato, cinco más»
Jordi Roca
¿Qué fue lo primero que hiciste?
Fui a ver a los chicos de cocina y a probar mi voz con ellos. Y todos fliparon. Ya no dejé de hablar. Fue como si la marcha se hubiera engranado bien, como si los cables adecuados hubieran hecho contacto. Lo primero que hice fue ir corriendo a ver a mi mamá que estaba en Can Roca –el restaurante familiar, origen de El Celler–.
¿Cómo reaccionó tu madre?
Se puso muy contenta. La mujer ha sufrido mucho por mí. Se puso a decirme todo lo que había rezado por mí, lo que había pedido cada día. Ella actuaba con normalidad para no preocuparme. Tuvo una bajada de tensión y todo de la emoción. Llamamos incluso a una ambulancia pero se estabilizó. Fue muy impactante, sí.
¿Y tu mujer, Alejandra?
Nada más recuperar la voz le envié una nota de voz, varias, de hecho, para que viniera corriendo a darme un beso [risas]. Fue muy divertido.
¿Has cantado ya en la ducha?
Ya cuando estaba en rehabilitación, el mejor momento, el más positivo para mí en cuanto a voz, era la primera hora de la mañana. Podía incluso tararear algo, canturrear. Esta mañana lo que he hecho es leerle cinco cuentos a mi hija. La noche anterior otros cinco y ahora, hace un rato, cinco más.
«Dicen que la voz es el reflejo del alma. Lo que tú expresas con tu voz es lo que eres. Y yo, cuando la perdí, dije: «¡Coño! Entonces, ¿yo no soy nada por no tenerla?»
Jordi Roca
Te estás poniendo al día y ahora no hay manera de callarte...
Estoy todo el rato hablando con mi familia, dándoles la chapa [risas]. Todo lo que no he dicho en estos seis o siete años os lo digo ahora. ¡Que se aguanten!
Estás ilusionado. ¿Esto va a afectar positivamente a El Celler?
Obviamente. Nunca he dejado de hacer cosas en El Celler. Hemos trabajado al máximo nivel siempre. Y eso ha sido una de las cosas que me ha ayudado a no obsesionarme y a no estar pensando todo el tiempo en lo mismo. Esta alegría nos contagia en todos los proyectos, también en Rocambolec y Casa Cacao. Independientemente de esto, estamos muy contentos por el entusiasmo que se respira en los equipos. Estamos trabajando para hacer una empresa aún más solida y estamos muy ilusionados.
¿Qué le dirías a alguien que sufre tu enfermedad y aún no ha recuperado su voz?
Que persevere. Es verdad que esta enfermedad le pasa a poca gente, afortunadamente, pero es mucha en relación a lo rara que es. La voz es algo que das por hecho, que no valoras. Que siempre ha estado ahí. Tenemos que valorarla.
Cuando yo estaba en el principio del proceso, que no sabía qué tenía, cómo se llamaba mi enfermedad o a quién acudir, se me acercaron muchas personas que estaban en ello. Quiero ser un poco esperanza para todos. Y les diría que no obsesionarse es clave para poder recuperarla. Eso y que confíen en los profesionales.
Es una patología rara y poco conocida.
Sí. Hay muchos neurólogos que, entre otras enfermedades, tratan esta. La distonía es muy poco conocida, tiene tratamientos válidos pero que no son soluciones. Al final lo que hacen, de alguna manera, es sedar los músculos que son responsables de este efecto. Pero lo que suele ocurrir es que el espasmo aparece en otro músculo al lado.
¿Hay buenos expertos para tratar la distonía?
Hay expertos muy buenos, alguno de ellos español como Joaquín Farias que tiene su consulta en Toronto –en el Neuroplastic Training Institute–.
¿Qué supone para ti la voz?
Dicen que la voz es el reflejo del alma. Lo que tú expresas con tu voz es lo que eres. Y yo, cuando la perdí, dije: «¡Coño! Entonces, ¿yo no soy nada por no tenerla?». La voz es solo un vehículo, es una herramienta. Solo una manera de llegar. Pero también hay muchas otras. No lo es todo. Tenemos que valorarla, evidentemente. Pero en el proceso de no darle tanta importancia he aprendido a espabilarme y he aprendido a comunicarme de muchas otras formas: con susurros, con gestos, gesticulando mucho más que antes.
¿Has aprendido alguna cosa más cuando te faltaba la voz?
Me han pasado muchas cosas. He aprendido a sobrellevar las situaciones. Y eso, de alguna manera, te curte. Incluso a no valorar la voz, sino lo que dices. Pararte a reflexionar lo que vas a expresar. También he aprendido a escuchar durante el tiempo que he estado sin voz. A tomar distancia cuando hay un problema porque no podía entrar en discusión ni en diálogo. A parar mi ímpetu. Ha sido positivo en ese sentido.
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¿Y para trabajar con tu equipo?
También me ha ayudado de alguna manera. Porque cuando iba a decir algo, decían: «Callaos, que va a hablar Jordi». He valorado siempre mucho la atención que tenían.
Sin voz o con ella, pero nunca has dejado de ser tú.
Exacto. Por eso no me reconozco en esa frase de que la voz es tu espejo. Hay otras formas de llevar la vida. Y siempre con humor.
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