Por 50 o MENOS
Suculent: la barra de Barcelona en la que te encontrarás a grandes chefs comiendo solos
Este restaurante informal del Raval barcelonés está entre los espacios favoritos de los cocineros para 'desintoxicarse' de las modas. Lo lidera Toni Romero, un enamorado de la despensa catalana
Javier Aranda (Gaytán), el chef que venció a la cara B de la alta cocina

Pocas costuras oprimen la cocina de Antonio Romero en el 45 de la rambla del Raval. Un local estrecho y alargado, en el que hay que bajar unos pocos peldaños sirve de toma de tierra a la eléctrica y vibrante escena culinaria de ... Barcelona. Toni, como se hace llamar y como le conocen todos sus colegas, no es catalán. Nació en Nules (Castellón) pero está enamorado de la despensa catalana y de su estacionalidad que explora bajo una única premisa: que todo resulte placentero.
El nombre de su restaurante, Suculent, es mucho más que una declaración de intenciones. Es una verdad inquebrantable para un chef que ha pasado por algunas de las grandes casas del olimpo de Michelin –desde el extinto elBulli a templos como Arzak y Akelarre–. Todo ese poso está –incluso con algún homenaje, por ejemplo a Ferran Adrià, con platos históricos como el tuétano con caviar– pero con la libertad de una cocina de mercado, pegada al territorio y a lo mejor que haya cada día. Es un lugar, parafraseando al propio chef, en el que terminar cada plato «mojando pan».
Y se disfruta con o sin compañía. En el último extremo, solo en su barra, sin más foco que el desplegable de sabor que ejecuta Romero desde la sencillez absoluta de sus croquetas de pato –todo un icono en la Ciudad Condal– o en la elegancia que subliman algunos de los hits de su carta como los erizos de mar con la royal de ceps. Alguna de sus creaciones más icónicas se han replicado –sin citar la autoría primigenia y no siempre bien– por todo el país. Por ejemplo, su steak tartar de babilla de ternera sobre un hueso cortado con su tuétano tibio y unas patatitas soufflé. Un imprescindible que en su carta no supera los 17 euros.

Los precios contenidos no deberían ser el único motivo por el que visitar este restaurante. Lo hacen con frecuencia sus colegas cocineros cuando visitan Barcelona pero también aquellos que tienen sus restaurantes allí en sus días de descanso. Es una suerte de refugio, como lo puede ser La Tasquita de Enfrente de Juanjo López en Madrid, en el que los chefs se 'desintoxican' de espacios más sofisticados de alta gastronomía y de modas. En Suculent, la alta cocina va implícita en la forma en la que Toni Romero trabaja, en las técnicas.



De fondo hay un sincretismo culinario de todo lo aprendido en el camino por este castellonense. El clasicismo francés –que aparece en unos canelones con liebre à la royale con foie y jugo de liebre o las colmenillas rellenas de pato y crema de foie gras al armagnac–; sus viajes por el mundo –que se deja entrever en platos como el 'saam' de cabeza de cochinillo o el ceviche de gamba roja–; la cocina catalana –habitas con butifarra de perol y raifort o las alcachofas con suquet de galeras– y la despensa de temporada con recetas como los guisantes del Maresme que sirve con un licuado de vainas, papada y erizos. A todo ello, habría que añadirle el componente de la memoria gustativa que pone en práctica con algunos conceptos de su tierra natal –y la cocina mediterránea en general– como el all i pebre de anguila con allioli de ajo asado y azafrán.
Suculent, recomendado por Michelin y con un sol Repsol, fue reconocido con la distinción de 2 Cuchillos en los Premios The Best Chef en 2024, entrando por primera vez en un ranking internacional. Además de su carta, que actualiza en función de la estacionalidad de los productos pero en la que casi siempre es posible encontrar su platos emblemáticos, tiene dos menús degustación –70 y 90 euros, con sendos maridajes de 40 y 50 euros respectivamente–.
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