Los niños, víctimas silenciosas del conflicto kurdo
Muere un adolescente de 15 años durante una protesta en Adana, mientras la guerrilla del PKK recluta a cientos de menores
DANIEL IRIARTE
El pasado fin de semana, el joven Ibrahim Aras, de quince años, falleció durante una protesta en Adana organizada por simpatizantes de la guerrilla kurda del PKK, que estos días amenaza con romper la tregua que mantiene desde hace un año. Según la policía, ... así como algunos testigos, a Aras le estalló un explosivo casero que se disponía a lanzar contra los antidisturbios. De acuerdo con otras versiones, el adolescente fue alcanzado en la cabeza por un bote de gas lacrimógeno disparado por los agentes.
Sea cual sea la verdad, la muerte de Aras ha puesto de manifiesto el alto coste que el conflicto kurdo está teniendo en los niños del sureste de Turquía desde hace ya tres décadas. En las últimas semanas, más de setenta familias kurdas han mantenido una acampada de protesta en Diyarbakir, la principal ciudad de la región, pidiendo la liberación de sus hijos, quienes, asegura, son retenidos a la fuerza por el PKK.
«No tengo ni idea de dónde está mi hijo. ¿Cómo pueden secuestrar a un niño de quince años para reclutarle?», se lamentaba hace un mes uno de estos padres, Erol Bökçün. Según su testimonio, su hijo, junto con otros catorce muchachos, asistieron el pasado 23 de abril a un campamento de montaña organizado por simpatizantes del PKK en la provincia de Lice. Ninguno de ellos volvió.
Así, la prensa turca habla de «secuestro» de los muchachos, mientras que la versión de los partidarios de la guerrilla es que el grupo al completo decidió unirse al PKK. «Insistís en que queréis la paz, y entonces separáis a niños de sus madres y os los lleváis a las montañas», declaró hace unos días el propio primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan.
«Vienen voluntariamente»
Las peticiones de mediación dirigidas a los partidos políticos kurdos no han sido demasiado bien recibidas por estos. «No somos una institución que busque niños perdidos, y nuestro partido no opera como una estación de reclutamiento. Estos niños no fueron secuestrados sino que se fueron a los montes Kandil [en el norte de Irak, donde están las bases de la guerrilla] de forma voluntaria», afirmó recientemente Ertugrul Kürkçü, cosecretario del partido kurdo HDP. Unos comentarios que han sentado muy mal en la sociedad turca.
«No retenemos a nadie en la montaña por la fuerza. Cualquiera que quiera unirse a nosotros, sin distinción de edad, viene y se va cuando quiere. Gente de todas las edades viene voluntariamente», asegura el comandante Duran Kalkan, miembro del Consejo Ejecutivo de la guerrilla. «El PKK no secuestra a nadie. Los menores de 18 que vienen a unirse al PKK son los que han estado en la cárcel, han sido torturados, y quieren ajustarle las cuentas a alguien. La gente tiene que responder a la pregunta de por qué estos niños van a la cárcel a una edad tan joven», afirma.
Hace cuatro años, las autoridades turcas suavizaron la durísima ley antiterrorista que imponía penas de cárcel independientemente de la edad del infractor. Además, la legislación permitía acumular varios delitos, por lo que actos como arrojar una piedra en una manifestación podía sumarse a cosas como apoyo a una organización terrorista o resistencia a la autoridad. Esta situación legal provocó que entre 2006 y 2010 miles de menores fuesen condenados a penas de hasta 28 años de cárcel por su participación en protestas violentas contra la policía. La situación ha mejorado algo desde entonces, pero cientos de menores continúan encarcelados en Turquía por delitos de este tipo.
Sin embargo, las palabras de Kalkan confirman otra realidad tangible: la utilización de niños soldado en la guerrilla kurda. Según un estudio sociológico realizado en 2012 por la Fundación para la Investigación en Política Económica de Turquía (TEPAV, uno de los think tanks más importantes del país), hasta un 40 % de los combatientes del PKK son reclutados con menos de 18 años, y de estos, un 9 % lo son incluso antes de los 15 años. La gran esperanza para estos niños podría ser el proceso de paz en marcha entre la guerrilla y el gobierno, que ahora parece sacudido por los últimos incidentes.
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