El turismo gastronómico busca la autenticidad de lo rural como un nuevo lujo
Expertos y casos de éxito han dado voz a esta tendencia internacional en Discover Eat, una cita sobre destinos culinarios no urbanos celebrada en Castilla-La Mancha
El carnicero de la Toscana que solo vende carne de Cataluña y es una estrella en Instagram

Tradición, ética y hospitalidad. Buena parte del turismo internacional ha cambiado sus objetivos a la hora de viajar. En los últimos años viajeros de alto poder adquisitivo buscan autenticidad y singularidad en entornos rurales con la gastronomía como eje vertebrador de sus experiencias. Expertos y ... casos de éxito han dado voz a esta nueva realidad en el marco de Discover Eat, el primer congreso internacional de turismo gastronómico no urbano celebrado en los municipios de Alcázar de San Juan, Campo de Criptana y Herencia los pasados días 9, 10 y 11 de junio de 2025.
Una cita organizada por Vocento Gastronomía con el apoyo de Raíz Culinaria, el sello gastronómico de calidad de Castilla-La Mancha, que ha puesto el foco, precisamente, en el potencial de esta región para lograr atraer a ese perfil de turista que ya visita lugares como la Toscana, el Valle del Napa o Burdeos. Zonas que explotan desde hace años este concepto, y que sirven de referente para que España desarrolle el enorme potencial que tiene en este sentido. «El reto es mantener el balance de la vida rural y no convertirla en un museo, porque lo mejor de estas zonas es la autenticidad y eso pasa porque siga viviendo gente en los pueblos», expuso el director del congreso y director de la división de Gastronomía de Vocento, Benjamín Lana.
En el centro, la cocina se erige como un valor trascendental de las vivencias que anhela un tipo muy definido de viajero foráneo. «Cuando el dinero no lo puede comprar todo es cuando las experiencias se vuelven especialmente interesantes y extraordinarias» opinó April Cullom, CEO de la agencia estadounidense especializada en turismo rural de lujo '5 Sentidos Private Tours' y presente entre los ponentes. Su cliente es un viajero de alto poder adquisitivo que quiere ir a zonas no urbanas como las que ofrece Castilla-La Mancha. Demanda rutas con interés histórico y cultural, pero valora asimismo que estén bien comunicadas, con buenas infraestructuras y alojamientos de calidad. «España puede ser adictiva para ese tipo de cliente», asegura.
La castellano-manchega es una de las regiones que está apostando más fuerte por su gastronomía como un atractivo turístico, promocionando sus productos locales y experiencias culinarias únicas. «La gastronomía es el pilar estratégico en la promoción de la región, y el elemento vertebrador que nos unifica», apuntó Ana Isabel Fernández Samper. La directora general de Turismo, Comercio y Artesanía de la Junta de Castilla-La Mancha invitó a todas las administraciones a apostar por políticas públicas, «sobre todo orientadas a incentivar a empresarios y autónomos locales».

Para Rubén Sánchez Camacho, chef en Restaurante Epílogo –una estrella Michelin en Tomelloso (Ciudad Real)–, el imán de la restauración en una zona rural es innegable. «En 2017 cerré el restaurante de Daimiel, y esta localidad desapareció de las guías. En Epílogo hacemos una cocina manchega que invita a conocer el entorno, por lo que Tomelloso se ha convertido en un destino», destacó.
Las expectativas de un viajero VIP
Pero la riqueza culinaria de un lugar no basta por sí misma. «Hay que ofrecerles algo más. Pueden comer y conocer un producto fascinante como el atún rojo, pero normalmente no visitan una almadraba o ven un ronqueo en directo», pone como ejemplo de itinerarios hechos a medida que hacen sentir realmente especiales a sus clientes. «Hay que escuchar las expectativas de este tipo de viajeros VIP y no solo satisfacerlas, sino superarlas», comenta, aunque detrás de esta concepción del mundo rural existan muchas voces discrepantes.
Ante el miedo de que algunas de ellas terminen convertidas en parques temáticos para turistas, su defensa pasa por no desvirtuar la idiosincrasia y la cultura de estas zonas. En España ya hay algunas como Ronda o Rioja que, a su juicio, están en el camino correcto. «En estas zonas se han experimentado algunos de los efectos positivos que tiene este tipo de turismo de lujo. El interés que despiertan en los extranjeros suele llevar aparejado mejoras en las infraestructuras y de los datos de empleo», comenta.
En países como Francia lo tienen tan claro que cuentan un programa estatal con el horizonte en 2040 para la revitalización rural con la gastronomía como uno de los pilares fundamentales. Los datos, a tenor de lo expuesto por Elise Botiveau –embajadora de la World Food Travel Association–, son reveladores. «El turismo urbano en territorio francés ha crecido un 6%, pero el rural lo ha hecho un 88%, multiplicando por dos las reservas en 5 años», apuntó.
Aunque en el primer cuatrimestre de 2025 haya experimentado un ligero descenso del 2,9%, cree firmemente que las oportunidades se están yendo al campo con la gastronomía como un eje vertebrador. «Buscan experiencias inmersivas en el territorio, recetarios tradicionales y al mismo tiempo flexibilidad, accesibilidad con transportes como el tren, sostenibilidad, productos de proximidad, emoción, memoria, calidad, innovación y personalización. Y, por supuesto, digitalización para que sea fácil reservar o pagar a través del móvil. Esto último es fundamental para los nuevos turistas», describió.
Máximo respeto a la tradición
Intervenir en el mundo rural buscando ser más atractivos para el foráneo, no está exento de riesgo. Sobre ello, alertó el chef Enrique Pérez –El Doncel, una estrella Michelin en Sigüenza (Guadalajara)–. Cuarta generación de restauradores, volvió a su tierra «por romanticismo, por devolverle algo de lo que te ha dado» tras trabajar en grandes restaurantes creativos. «Hundimos el negocio familiar queriendo hacer una cocina de vanguardia mal interpretada».
Junto a su hermano Eduardo, supieron deshacer lo andado y volver a la tradición con la que ganaron la estrella. Cree que con su proyecto han logrado desestacionalizar el turismo y «darle la vuelta». «La gente viene a comer a Sigüenza y luego, si le sobra tiempo, visita la ciudad. Eso era antes impensable. Posicionar la gastronomía hace que te conviertas en punta de lanza en tu zona, los restaurantes se contagian y mejoran», explicó.
El peso que la alta gastronomía tiene asociado a la riqueza paisajística o patrimonial tiene ejemplos cercanos en el tiempo. Otro de los ponentes de este congreso, Juan Carlos García –chef de Vandelvira, una estrella Michelin en Baeza (Jaén)–, expuso el efecto que esta unión ha tenido en su provincia. Segunda generación de hosteleros, ha sido testigo del cambio que ha vivido su ciudad, desde que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2003.
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Pero aún más desde que la alta cocina, con representantes como Pedrito Sánchez -Bagá-, Javier Jurado -Malak-, Juan Aceituno -Dama Juana- o Javier Jurado -Radis-, además de él mismo, lucen en el firmamento de Michelin. «No hay más que ver la 3,20 pernoctaciones de media que registró 2024 frente a las 1,78 que había antes de que Pedrito Sánchez consiguiera la primera estrella en 2018», expuso. Y criticó: «Solo nos falta el AVE y mejores hoteles. Sería el gran salto para Jaén».
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