¿Para cuándo una limpieza en la Guía Michelin?

Felicitar también a Juan Lu Fernández, a Ángel León y a Manuel Costiña que han logrado, con todo merecimiento, la segunda. Pero un año más Michelin deja muchas dudas sobre su ecuanimidad. El desprecio a Albert Adriá y su restaurante Enigma, uno de los más interesantes en estos momentos, condenado un año más a seguir con una sola estrella, la misma que tienen otros 241 establecimientos, la mayoría de los cuales no llegan ni de lejos a su altura, es verdaderamente sangrante. Como lo son otras ausencias.

En una gala que sigue siendo especialmente aburrida, pese a los momentos de emoción que protagonizan los premiados, la sucesión de estrellados subiendo a recoger sus chaquetillas se hace muy pesado. Como anécdota, el cocinero madrileño que recogió la suya acompañado de su madre. Demasiados premios y demasiados patrocinadores.

Parece que Michelin ha entrado en una absurda competición con la guía Repsol, algo ridículo porque el prestigio de las estrellas siempre ha estado por encima de los soles y con estas actuaciones pierden más que sus rivales. Por si fuera poco, este año ya se conocían previamente todas las novedades en la categoría de una estrella. Resulta curioso que la actual responsable de la Guía niegue desde el año pasado a los periodistas el acceso a una información previa que facilitaría su trabajo (como ocurría antes) con el pretexto de evitar filtraciones y sin embargo en los días anteriores ya se habían conocido todos los estrellados.

No falló ni uno de los que aparecían en esas listas. Bueno sí, en esas listas no estaban los restaurantes canarios. Un claro ejemplo del desconocimiento que hay en la Península del gran momento por el que pasan las islas. Las estrellas a Il Bocconcino (que ha sido premio Salsa de Chiles este año), Muxgo, Donaire o Kamezí no son ninguna sorpresa para los que procuramos seguir al día lo que ocurre en Canarias. En todos he comido, y en todos muy bien.

Pocas pegas que poner a los nuevos estrellados, aunque el reparto territorial no ha sido este año especialmente amplio. Barcelona y Madrid capitalizan una edición más la lista junto a esas Islas Canarias. En cuanto a las estrellas verdes, no acabo de entender muy bien lo que se premia, sobre todo viendo la que ha recibido un restaurante madrileño. Conozco en España más de medio centenar de establecimientos con muchos mayores méritos para lograr ese galardón.

Por último, los rumores previos que apuntaban a que un triestrellado sería degradado no se cumplieron. Pero debían haberlo hecho. Seguimos esperando a que Michelin España se atreva a hacer lo que ya hicieron sus colegas en Francia: una importante limpia que permita una renovación profunda de la Guía. Faltan muchos, sí, pero también sobra más de uno. Hace falta valor, pero ya empieza a resultar necesario.