Tenis
La máquina es Alcaraz: avasalla a Sinner y levanta su sexto 'grande' en el US Open
US Open 2025
El triunfo del español le pone por delante en la rivalidad que ambos mantienen y en la cima del tenis mundial
Alcaraz, un número 1 de estabilidad, control y madurez
Así queda el ranking tras el triunfo de Alcaraz en el US Open
Corresponsal en Nueva York
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Iniciar sesiónLa inteligencia artificial se lo come todo. Pero no hay verso, melodía, tacto de la piel, guiso de carrilleras o cualquiera de las otras cosas por las que merece la pena vivir en las que la máquina haya superado al hombre. Tampoco en tenis, otra ... de las cosas que merece la pena vivir para ver, sobre todo si Carlos Alcaraz se enfrenta a Jannik Sinner en la final de un Grand Slam. Ocurrió este domingo en el último episodio del US Open, y el hombre-Alcaraz pudo con la máquina-Sinner con un tenis indómito, salvaje. Su triunfo ante el italiano (6-2, 3-6, 6-1, 6-4) le pone por delante en la rivalidad que ambos mantienen: a sus 22 años, sale de Nueva York con seis 'grandes' -dos más que Sinner- y como número uno del mundo.
Alcaraz quiso sentar las reglas del juego desde el primer set: golpearía a tumba abierta y Sinner debería hacer lo mismo si quería alguna opción de ganar. Ya el primer juego, con el italiano al saque, fue una declaración de intenciones. Arrinconó al italiano con la derecha desde la primera oportunidad, le mordió al resto, como había entrenado un par de horas antes en el mismo escenario, con la descomunal cancha vacía y la ilusión llena.
Alcaraz voló en esa manga, subido al mejor tenis que se ha visto en Nueva York. O que se puede ver en cualquier cancha del mundo. Porque cuando el murciano muestra su mejor versión, es incontenible. Había llegado hasta la final arrasando, sin perder un set, solo con dos juegos perdidos con su servicio, con una suficiencia insultante, incluso ante el mejor de siempre, peligroso aunque esté en su ocaso, Novak Djokovic.
Dijo tras el partido contra el serbio que le quedaba margen de mejora. No iba de farol. En ese comienzo del partido mostró un despliegue físico abrumador. Y con un abanico de golpes para escribir un libro: dos misiles de derecha encadenados, que levantan al público de la butaca; una dejada a bote pronto, en escorzo, de geometría imposible; o una bola defensiva cruzada, llena de liftado y de inteligencia, que le permite rematar después al italiano. O esa pelota cortada con la que amaga la dejada, anima al rival dar un paso adelante, y la tira al fondo, a sus pies, de respuesta imposible. Algunos hispanos que juegan en las pistas populares de Nueva York, entre grietas en el cemento y redes agujereadas, donde idolatran a Alcaraz, donde algunos piensan en raparse la cabeza para imitarle, llaman a ese golpe el 'comegente'.
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Alcaraz, sin duda, se comió a Sinner. El tenis de alto voltaje del español fundió los plomos del tenista-robot. ¿Estaba disminuido Sinner? En semifinales, frente a Felix Auger-Aliassime, el italiano requirió de atención médica. Después dijo que fue un dolor abdominal, pero que despareció al rato. Su equipo aseguró que se presentaba a la final al 100%.
Es difícil saber lo que decía su cuerpo, no mostraba problemas aparentes. Otra historia era su tenis: más fallón de lo habitual, sin ese dominio abrumador desde el fondo y con torpezas impropias como un par de dobles faltas que le desesperaron.
En la debilidad, el tenista-máquina mostró su humanidad. Resoplaba camino de la toalla -al parecer, también suda-, se le encogía la línea de la cara… Cuando las cosas iban peores, apareció un Sinner desconocido, que pegaba un pelotazo a la bola amarilla, que hacía rebotar la raqueta contra el suelo, que gesticulaba contra su palco…
El arranque de Alcaraz descuadernó el tenis sólido de Sinner, toda una proeza en este territorio, el de la pista dura. El italiano había ganado hasta este domingo 27 partidos seguidos en 'grandes' en cemento, no conocía la derrota en Australia o US Open desde que cayó en octavos en la edición aquí de 2023.
Lo único negativo de la noche escapó al control del murciano. Si no hay mayor pena que ser ciego en Granada, no había mayor desgracia que tener una entrada para la final entre Sinner y Alcaraz y no poder entrar a verlo. Lo sufrieron miles de espectadores en Arthur Ashe, la central del US Open. La visita de Donald Trump, el presidente de EE.UU., a la final, provocó el caos en la entrada al estadio, con controles de seguridad como los de un aeropuerto. Pese al retraso en el comienzo del partido, casi la mitad de las butacas estaban vacías cuando empezaron los raquetazos. También cuando Trump recibió una mezcla de aplausos y pitidos cuando sonó el himno, antes del comienzo del partido, y, tras el primer set, un abucheo sonoro.
Reacción de Sinner en la segunda manga
Fue la última vez que la parroquia protestó por nada, porque el espectáculo solo daba para la ovación. Sobre todo, porque Sinner reaccionó en el segundo set, lo que hizo soñar con otro de esos partidos históricos, interminables, como el que todavía se recuerda entre ambos en los cuartos de final de 2022, un clásico contemporáneo.
El italiano se quedó el segundo set, sobre todo, porque Alcaraz bajó el nivel. Tuvo uno de esos momentos de desconexión, que antes eran habituales en su juego y que en los últimos meses ha controlado. Tiró su saque a las primeras de cambio, con la mira del servicio movida. E incurrió en decisiones equivocadas: una dejada cuando no tocaba, cuando le bastaba mantener el peloteo para llevarse los puntos, o una volea agresiva que se fue al fondo.
Alcaraz, sin embargo, se recompuso de inmediato. Volvió a coger el mando del partido y no lo soltó hasta el final, con el apoyo principal de su saque, dominador en todo el torneo y también ante Sinner. El español ganó el 83% de los puntos con su primer saque y solo permitió una bola de break, la que el rival utilizó para llevarse ese segundo set, que no sirvió para nada.
Como símbolo de su nuevo poder en el saque, cerró el partido con un saque directo. Gritó, se hincó de cuclillas, con las manos en la cara. La máquina era él.
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