Tenis
El abucheo gana a los aplausos en el regreso de Trump al US Open
Final del US Open
En la interpretación del himno naciona se escuchó una mezcla de abucheos y aplausos cuando la pantalla gigante proyectó la figura del presidente de los Estados Unidos
La final del US Open, en directo
Corresponsal en Nueva York
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Iniciar sesiónLa división política que vive EE.UU. se trasladó este domingo a la final del US Open entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner. El público recibió primero con división de opiniones, después con bronca, al presidente del país, Donald Trump, que viajó hasta ... su ciudad para disfrutar de uno de los grandes eventos deportivos del año en EE.UU.
En la interpretación del himno nacional, con una bandera enorme desplegada sobre el cemento azul neoyorquino, se escuchó una mezcla de abucheos y aplausos cuando la pantalla gigante proyectó, durante muy poco tiempo, a Trump, que los escuchó con la mano sobre la frente, en gesto militar. Junto a él estaba la copa plateada que se disputarían el español y el italiano.
Ni los aplausos ni los abucheos fueron sonoros, y eso que la cubierta de Arthur Ashe, la pista central del US Open, la mayor del mundo, estaba echada y los sonidos retumban. Hay varias explicaciones para ello: el momento del himno es sagrado para muchos estadounidenses, no es para aplaudir ni para abuchear; las medidas de seguridad por la visita de Trump provocaron que en el momento del himno -e incluso con el partido comenzado- ni la mitad de los más de 23.000 espectadores que entran en Arthur Ashe estaban en sus butacas; y los que estaban en las inmediaciones del palco de Trump han pagado decenas de miles de dólares por entrada, no es un público inclinado a la bronca política. Pero hubo más aplausos en las gradas cercanas a la pista -las más caras- y más abucheos en el gallinero. El mejor ejemplo: en el primer descanso del partido, la pantalla gigante proyectó al actor Danny DeVito y se escuchó una ovación con muchos más decibelios que la reacción a Trump.
Después, cambió la historia: el rostro de Trump, acompañado por su amigo y negociador de acuerdos internacionales, Steve Witkoff, apareció en la pantalla y la reacción fue un abucheo sonoro y rotundo, que duró los muchos segundos que el presidente estuvo proyectado. La reacción del multimillonario neoyorquino fue una media sonrisa irónica. Y un gesto frío cuando el público ovacionaba a otros famosos, como Bruce Springsteen, vinculado a causas demócratas.
Desde la organización también se trató de minimizar cualquier reacción negativa a la presidencia del multimillonario neoyorquino. La Asociación de Tenis de EE.UU. (USTA, en sus siglas en inglés), la organizadora del US Open de tenis, exigió a las televisiones y radios con derechos en el torneo que no emitieran el posible abucheo o pitada que pudiese recibir Donald Trump.
Una directiva interna advirtió a los medios de que se enfocaría al presidente de EE.UU. durante la interpretación del himno nacional. En ese documento, al que han tenido acceso varios medios estadounidenses y que fue revelado en primer lugar por el especialista en tenis Ben Rothenberg, la USTA dice: «Pedimos a todas las cadenas que se abstengan de mostrar cualquier disrupción o reacción de cualquier forma en respuesta a la presencia del presidente».
La USTA comunicó también que Trump no había sido invitado por el torneo, sino por un cliente que tiene un palco. Rothenberg desveló también que ese palco es de Rolex, la casa de relojes de Suiza, que tiene mucha presencia en el mundo del tenis. Una de sus imágenes icónicas es la de Roger Federer, uno de los grandes dominadores del tenis del siglo XX. Pero en la actualidad, Rolex también patrocina a algunos de los mejores tenistas actuales, como Coco Gauff, Iga Swiatek y los dos protagonistas de la final, Sinner y Alcaraz.
El tenista murciano dejo claro que él no estará entre quienes abucheen a Trump este domingo, «Es un privilegio para los torneos que vengan los presidentes de cada país para apoyar el torneo, apoyar el tenis, apoyar el partido», dijo Alcaraz después de ganar su semifinal contra Novak Djokovic este viernes. Añadió que tratará de que la presencia de Trump y de todo lo que le rodea no le despiste, no le ponga nervioso. «Pero pienso que es muy bueno para el tenis que el presidente esté en la final», insistió.
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Para Trump, venir a Queens, el distrito neoyorquino donde está Flushing Meadows, el escenario del US Open, es volver a casa. El ahora presidente se crió en Jamaica Estates, un barrio en Queens a quince minutos de donde está el torneo y todavía más cerca de donde se celebraba cuando él era niño, en Forest Hills. De hecho, el colegio al que acudió está muy cerca de ese parque.
Trump ha sido un aficionado al tenis toda su vida. Le ha gustado practicarlo aunque ahora -a los 79 años- opte siempre por el golf. Pero antes de desembarcar en política, como 'celebrity' de los negocios y de la televisión, era un fijo todos los septiembres en Flushing Meadows. La última vez que vino fue en 2015, tres meses después de haber anunciado su candidatura a la presidencia para las elecciones de 2016, las que le llevaron a la Casa Blanca por primera vez. Para entonces, ya había dicho aquello de que los inmigrantes mexicanos eran criminales y violadores y había dinamitado las primarias republicanas con su estilo rupturista de hacer política. Cuando le mostró la pantalla gigante, en un partido entre las hermanas Serena y Venus Williams, se llevó una pitada sonora.
La visita de Trump se enmarca dentro del creciente gusto del presidente de EE.UU. por aparecer en grandes eventos deportivos. Lo hizo en el mayor de todos, en la Super Bowl, a comienzos de febrero, pocos días después de jurar el cargo. Allí las aficiones de Kansas City Chiefs y Philadelphia Eagles le recibieron con división de opiniones. Sí fue abucheado en otro evento con público menos favorable, en la final del Mundial de Clubes, disputada a las afueras de Nueva York en julio (y donde se coló, para sorpresa del capitán del ganador, el Chelsea FC, en el momento de la celebración al levantar la Copa).
En otras ocasiones, ha visitado eventos deportivos donde es idolatrado. Por ejemplo, en las carreras de coches de Daytona 500, una de las competiciones más populares en EE.UU., donde se regaló una vuelta al circuito a bordo de 'La Bestia', el coche blindado presidencial. Pero a donde ha ido en más ocasiones es a peleas de la UFC, donde es reverenciado.
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