Inmigrantes a Estados Unidos: Panamá intenta cerrar el paso, Nicaragua lo agranda

Mulino ha puesto vallas con púas en los accesos más utilizados y ha llegado a un acuerdo con Estados Unidos para la repatriación de los migrantes, en vuelos de regreso que Washington que se compromete a costear. Pero además de que estas medidas difícilmente serán efectivas, el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua seguirá ayudando a quienes deseen saltarse el Darién y volar directamente a Managua, desde donde cubrir a pie el menor trayecto que queda hasta la frontera de México y Estados Unidos.

Como el «efecto globo» en el narcotráfico, lo mismo ocurre con los flujos migratorios: apretar el globo por un lado solo provoca que el aire se vaya hacia otro; personas que salen de su país en busca de mejores condiciones de vida difícilmente se detienen por que se cierren algunas rutas, y las mafias que las organizan acaban encontrando otras.

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Cualquier disrupción en el Darién puede beneficiar aún más a Ortega, que ya está sacando provecho económico con la emigración hacia Estados Unidos, en una complicidad con redes de tráfico de personas denunciada desde varias instancias.

La desbandada interna debida a la persecución política del régimen orteguista, con más de 300.000 nicaragüenses que han huido del país desde que en 2018 comenzó la represión, iluminó al viejo dirigente sandinista sobre la ventaja de las remesas que los asilados en el exterior envían a familiares en Nicaragua. De ahí presuntamente pasó a un plan para monetizar los emigrantes de otros países. Así, en 2021 eliminó el requerimiento de visado a los nacionales de Cuba, lo que convirtió Managua en la gran vía de escape de la isla hacia Estados Unidos (solo en 2022 llegaron a la frontera sureste estadounidense 300.000 cubanos).

Los contactos con mafias migratorias, al parecer establecidos por Ortega, han ampliado el negocio a otros lugares de origen. Según Manuel Orozco, nicaragüense experto en migración del «think-tank» Diálogo Interamericano, de Washington, entre mayo de 2022 y mayo de 2023 aterrizaron en Managua 1.200 vuelos chárter, procedentes de Libia, Marruecos, Uzbekistán, Tayikistán, India y Surinam, entre otros países, lo que, suponiendo 200 personas por avión, pudo constituir el tránsito de unas 240.000 personas. Como reacción, en noviembre de 2023, Estados Unidos impuso sanciones a los dueños de esas compañías de vuelos chárter por «facilitar la inmigración irregular». Esta semana, la Fiscalía de Libia ha ordenado detener al director comercial de la aerolínea privada Ghadames Air, una de las implicadas en ese tráfico.

Por su parte, el portal de noticias «Confidencial», perseguido por Ortega, aseguró que, en 2023, el régimen había recaudado 65,9 millones de dólares en tasas a los migrantes en tránsito, pues deben pagar entre 100 y 200 dólares a las autoridades como «salvoconducto». Estas estarían también implicadas en paquetes más amplios que incluirían beneficios por el transporte y estadía de los migrantes en el caso de tener que hacer pernoctaciones.

En cuanto a Panamá, el mismo día que Mulino tomó posesión de la presidencia, el nuevo canciller del país, Javier Martínez Acha, y el secretario de Seguridad Nacional estadounidense, Alejandro Mayorkas, firmaron un nuevo programa por el que Washington financiará vuelos de deportación de quienes crucen ilegalmente el Darién. Ambos países ya acordaron en 2018 la creación de una Fuerza de Tarea Conjunta sobre Migración para colaborar en la gestión migratoria del Darién, que se limitaba a la creación de unos puestos de control para poder identificar las personas en tránsito. En 2018 se detectó el paso de 8.500 migrantes, desde entonces el aumento del flujo ha sido enorme: en la primera mitad de 2024 se han contabilizado 208.308 personas, lo que supone un aumento del 6% respecto al año anterior y vaticina una cifra que superará el medio millón de 2023 si las nuevas medidas disuasorias no funcionan.

A finales de junio, el Servicio de Fronteras del país comenzó a bloquear la mayoría de las sendas de entrada que utilizan los migrantes. En cuatro de los cinco puntos de cruce de la frontera se han instalado barreras con alambres de púas (algo controvertido y sobre lo que Estados Unidos dice no tener responsabilidad) para así centrar el control de los agentes en un único paso «humanitario».

Diversas instituciones dedicadas a la atención de los migrantes destacan que el colapso que se avecina deshumanizará aún más el difícil tránsito por el Darién. Además, el programa de vuelos de repatriación apenas será efectivo, dado el volumen de migrantes y la frecuente negativa de los países de origen a recibir contingentes de personas de regreso.