Diez teorías sobre el asesinato de Kennedy que exculpan a Lee Harvey Oswald: «¡Yo no lo maté!»
«No sé nada acerca de eso», insistía el exmarine cuando fue arrestado una hora después del asesinato del presidente de Estados Unidos, el 22 de noviembre de 1963, sin que nadie le creyera
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Iniciar sesiónEl 22 de noviembre de 1963, el doctor Malcolm Perry se encontraba de guardia en el Hospital Memorial Parkland de Dallas, cuando John Fitzgerald Kennedy apareció rodeado de guardaespaldas en una camilla. No había mucho que hacer. Las heridas causadas por los disparos de ... un francotirador en la plaza Dealey eran muy graves y el presidente de Estados Unidos acabó muriendo en sus brazos. Con diferencia, según dijo el mismo, aquel fue el peor momento de su vida profesional, pues todo el país se le echó encima.
Sin embargo, la pesadilla no acabó ahí. Perry no huyó de los focos ni se cogió los días libres que le correspondían. Tampoco intercambió las guardias con sus colegas para alejarse de aquella presión. Siguió trabajando sin descanso, sin imaginarse que, 48 horas después, ingresaría en Urgencias el presunto autor de los disparos: Lee Harvey Oswald. Llegó inconsciente, en ambulancia. Lo acababa de disparar un pequeño mafioso de Chicago, llamado Jack Ruby, en señal de venganza por su magnicidio… o eso dijo. El caso es que cerraba así la posibilidad averiguar si fue realmente Oswald quien mató al presidente o no.
Con la muerte de Kennedy, Oswald y Ruby –este último fallecido cuatro años más tarde en extrañas circunstancias–, surgía uno de los mayores misterios de la historia del siglo XX. Posiblemente, el que mayor número de teorías de la conspiración ha generado junto a los atentados del 11-S. Y es que los errores en la investigación y las sombras que rodearon a las agencias de inteligencia abonaron el terreno. Desde entonces, la controversia se ha alimentado año tras año con todo tipo de libros, películas y documentales. ¿Pudo un exmarine solitario e inestable que simpatizaba con el comunismo matar al presidente del país más poderoso del mundo en un simple arrebato?
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Desde el primer momento todo resultó extraño. Cuenta Arnold van de Laar en 'El arte del bisturí' (Salamandra, 2022), que el doctor Paul Peters, compañero de Malcolm Perry, recordó más tarde haber visto en la sala de operaciones a tres hombres, con trajes quirúrgicos verdes, que claramente no formaban parte del equipo médico: «Aunque Oswald estaba intubado y no podía responder, y además llevaba un tiempo inconsciente, muriéndose, y que tenía a tres cirujanos operándole el vientre, aquellos hombres no paraban de gritarle al oído: '¿Fuiste tú? ¿Fuiste tú?'».
Las primeras preguntas
¿Por qué aquellos desconocidos insistían tanto en preguntar a un paciente que estaba ya medio muerto? ¿Acaso querían obtener una confesión fuera como fuese? ¿No tenían pruebas suficientes del crimen, a pesar de que todo Estados Unidos ya lo había condenado? De hecho, cuando llegó la ambulancia con Oswald, la multitud reunida frente al Capitolio se puso a dar vítores nada más escuchar la noticia en los transistores. Acababan de asesinar al que todo el mundo decía que era el asesino de su presidente y estaban contentos.
Sin embargo, cuando Oswald fue detenido una hora después del magnicidio en las inmediaciones de la plaza Dealey, no paraba de decir: «¡Yo no he matado al presidente Kennedy! ¡Yo no he matado a nadie! No sé nada acerca de eso». «Murió sin decir una sola palabra», añadió el 24 de noviembre el fiscal del distrito de Dallas, Henry Wade, que tampoco pudo obtener una confesión de él en el lecho de muerte. «Ante mí, Oswald se negó rotundamente a confesar su participación en el asesinato de Kennedy», señaló Wade, que apuntó: «Ellos han muerto con él».
La Comisión Warren se había creado un año antes para investigar el asesinato de Kennedy. Examinó 3.154 pruebas y revisó las declaraciones de 552 testigos seleccionados entre 26.550 entrevistados por el FBI. En un primer momento, tras meses de trabajo, concluyó que Oswald había actuado solo. En 1979, sin embargo, el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos estimó que podría existir una conspiración en torno a su asesinato. Esta conspiración se había presentado ya antes en algunas teorías tan sorprendentes cómo estas diez que te presentamos a continuación.
Diez teorías sobre el asesinato de Kennedy
—Primera: defiende que el chófer sabía que Kennedy sería abatido por un francotirador e, incluso, que fue este quien lo remató.
—Segunda: apunta a que Oswald no era más que un señuelo político, según el testimonio del entonces director general del FBI, John Edgar Hoover, que ya había denunciado antes del magnicidio que un impostor estaba usando los datos personales de Oswald. No hay que olvidar que el exmarine estaba siendo vigilado por el Gobierno desde hacía tiempo.
—Tercera: barajó la posibilidad de que hubiera habido más de un francotirador. Un hecho que denunció públicamente la viuda de John Connally, el entonces gobernador de Texas, que también resultó herido el 22 de noviembre de 1963. Esta justificó su teoría en el hecho de que su marido había recibido el impacto de una bala diferente a la que mató a Kennedy. A pesar de ello, en un principio, el político pidió públicamente que se apoyaran las conclusiones de la Comisión Warren y que no se hiciera caso a las teorías de conspiración, pero después cambió de parecer y puso en duda la teoría de la bala única del presidente. En 1982, su entonces compañero Doug Thompson reveló que él mismo había preguntado a Connally si estaba convencido de que Oswald había disparado el arma que mató a Kennedy. Su respuesta fue: «Absolutamente no. No creo ni por un segundo en las conclusiones de la Comisión Warren». Al preguntarle por qué no había hablado de esto, añadió: «Porque amo a este país y necesitábamos cerrar ese episodio cuanto antes. Nunca voy a hablar públicamente acerca de lo que yo creo».
—Cuarta: esta hipótesis es todavía más insólita y apunta a que un policía llamado J. D. Tippit, muy parecido físicamente al presidente, fue asesinado ese mismo día para hacerse pasar por Kennedy en la autopsia y que esta obtuviera unas conclusiones muy diferentes, con el objetivo de confundir a los investigadores.
—Quinta: es una de las teorías que más dio que hablar y fue puesta sobre la mesa por la mismísima Jackie Kennedy, la viuda del presidente, que llegó a insinuar que el asesinato de su marido había sido encargado por su sucesor, Lyndon B. Johnson, en ese momento vicepresidente del Gobierno. Su objetivo habría sido evitar que fuera juzgado por cuatro causas que tenía pendientes con la Justicia: violación de contratos gubernamentales, prevaricación, lavado de dinero y soborno. Curiosamente, las investigaciones sobre esta hipótesis fueron cerradas cuando Johnson ascendió a la Presidencia.
—Sexta: es obra de un ingeniero ceutí que, hace una década, publicó una investigación científica con el título 'Rescate en el tiempo de J.F.K.'. Francisco Javier Carretero López usó los datos de la Comisión Warren, las declaraciones del personal médico del hospital Parkland y las fotografías de la autopsia, así como el análisis de los disparos recibidos por el gobernador Connally, para concluir que «no existió ningún disparo que alcanzara al presidente Kennedy desde el punto de tiro atribuido a Lee Harvey Oswald, ya que este estaba, como él mismo especificó, no en la sexta planta del Texas School Book, sino en la cafetería de la segunda planta del mismo edificio». «Estos resultados científicos son irrefutables, ya que las dos heridas expuestas por la Comisión fueron provocadas al presidente Kennedy por disparos frontales y no desde detrás [...]. Ahora, mi único deseo es reunirme con las hijas de Oswald para darles a conocer el resultado y que puedan decir, a partir de ahora, con orgullo, que su padre dijo la verdad cuando afirmó que él no había disparado a nadie y que era un cabeza de turco», añadió.
—Séptima: en 1992, Oliver Stone aseguró que el magnicidio fue obra de la CIA y los servicios secretos estadounidenses, que utilizaron a la mafia y a Oswald como chivo expiatorio. «Desde entonces, no podemos creer en nuestros líderes», aseguró el director de cine durante la presentación de su película 'J. F. K.', protagonizada por Kevin Costner y Tommy Lee Jones.
—Octava: esta teoría salpica, incluso, a Israel y defiende que el Gobierno de Tel Aviv no estaba contento con las presiones que ejercía Kennedy contra el programa nuclear secreto que estaba desarrollando, por un lado, y las simpatías que el presidente mostraba hacia los árabes, por otro.
—Novena: apunta a la fotografía que se encontró de Oswald, en el patio trasero de su casa, portando una pistola enfundada y sosteniendo un rifle en una mano y periódicos marxistas en la otra. Esta imagen fue particularmente condenatoria, asegurando que era la misma arma que se utilizó para asesinar al mandatario. En el momento de su detención, el acusado denunció que era falsa y, durante años, se argumentó que la iluminación y las sombras eran incompatibles, que sus rasgos faciales también lo eran con respecto a otros retratos suyos, que el tamaño del rifle no correspondía con la longitud conocida de ese tipo de escopeta y que la postura del exmarine era físicamente imposible porque aparecía desequilibrado.
—Décima: defiende que Ruby mató a Oswald para que no se supiera quién era el verdadero autor intelectual del crimen. El mafioso fue juzgado y condenado a la silla eléctrica en marzo de 1964, pero el veredicto fue anulado por el Supremo de Texas bajo la orden de celebrar un nuevo juicio. Sin embargo, días antes de que se celebrara la segunda vista, se supo que padecía un cáncer de pulmón muy extendido del que nadie supo nada hasta ese momento. Unas semanas más tarde falleció repentinamente por un coágulo de sangre en sus pulmones, aunque los forenses nunca confirmaron si se lo produjo el tumor.
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