Colonos | José Mota
«Madrid se ríe de sí misma»
El humorista manchego llegó con 13 años a la ciudad en la que se consagró a bordo del dúo Cruz y Raya, y de que hoy contempla con cierta mirada épica
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Iniciar sesiónJosé Mota es el manchego sabio que viene a Madrid por fascinación. El Madrid de las películas de López Vázquez le subyugó y tenía la intuición de que la ciudad iba a ser suya. Aquí estaba 'La Codorniz' de Tono, de Mihura... y su sitio. ... Se emociona, bajo unas escaleras como de 'El Acorazado Potemkin' del Hotel Villamadrid, de sus primeros bolos en la Sala Caribiana, o de esos Estudios Buñuel que ya no están en la Avenida de Burgos. Madrid es la ciudad que para él es el crisol del humor patrio. Entre líneas aboga por el mancheguismo de la Capital, mix entre pueblo y gran urbe. Cuando se pone nostálgico, coge el coche y recorre la ciudad de sus primeros recuerdos, pero sin sublimar la memoria: más bien conduciendo con la 'saudade' lusófona. Bienvenidos al Madrid de José Mota.
El Madrid de José Mota es...
Madrid en mi vida es uno de esos maravillosos y extraños sitios que yo me imaginaba antes de conocer y cuando vine se parecía bastante a lo que imaginaba. Eso casi nunca ocurre. Llegué por primera vez cuando tenía 13 años con mi padre, porque veníamos a visitar a mi hermana y me enamoré. Nos quedamos en una pensión en el Paseo Reina Cristina. Yo miraba a la estación de Atocha y era algo desbordante. Cuando la vives, la abrazas entera porque la conoces. Me cautivó y supe que quería vivir aquí. De modo que Madrid es mi casa.
Algo místico, pues
Sí. Tiene algo de eso, porque fue una proyección emocional bastante intensa. Me lo imaginaba de una manera, pensaba en el color, el sabor interno de la ciudad. Esta ciudad me sedujo al llegar. También hay una esencia superior al estético que es el sabor que tiene la ciudad. Es cierto que llegaba en un momento maravilloso. Yo llegaba en 1978, durante la Transición. Eran momentos ilusionantes para todo el mundo. De hecho, recuerdo la canción de Paloma San Basilio ‘Juntos’. Todo estaba haciéndose, todo lo cultural y todo lo musical que me ha formado.
¿Qué Madrid había visto antes?
El Madrid que podíamos haber consumido mayormente lo conocí a través de las películas, como 'La gran familia', y cualquier otra donde veíamos a Rafaela Aparicio; esas actrices maravillosas como Gracita Morales, Florinda Chico; o López Vázquez. Esas películas que han conformado el paisaje y paisanaje de Madrid. Que para quienes no éramos de aquí se habían convertido en una referencia. Cuando llegué se parecía a todo lo que había consumido visualmente antes de venir.
¿Qué tiene Madrid de manchego?
Tres cuartas partes del alma de esta ciudad. Hay mucha gente de Castilla-La Mancha en Madrid. Hay mucho intercambio, siempre ha habido un ir y venir. Recuerdo que había mucha gente de mi pueblo, y de otros, que venían aquí a trabajar. Un autobús que venía los viernes y volvía el domingo.
¿Hay que opositar a madrileño?
Te lo pone muy fácil. Madrid es una ciudad que te abre las puertas muy pronto. Nunca jamás me he dejado de sentir de aquí. Es verdad que hubo un 'enhumoramiento', porque me 'enhumoré' de esta ciudad. Era el sitio en el que yo quería proyectar gran parte de mi profesión.
Lo mejor de Madrid
A veces, cuando me encuentro algo nostálgico, cojo el coche y me hago un tour. Revisito algunos sitios por los que no paso. Pienso en la Sala Caribiana. Cuando éramos el dúo Cruz y Raya, íbamos al Flamingo, en la Plaza del Carmen donde actuábamos. También estuve viviendo en Embajadores. Es muy placentero para mí ir a verlos porque hay sitios por los que no paso desde hace 15 o 20 años. Hay tantos estímulos en todos los ámbitos que puedes estar años sin pasar por algún sitio.
Al igual que cuando te reencuentras con gente que ha formado parte de tu vida y hace diez o quince años que no las ves. Siempre es muy placentero porque te ayuda a reordenar tus recuerdos. Pienso cuando vivía en el barrio de la Guindalera, en la calle Agustín Durán, y yo era, además, vecino de Juanito Navarro, en 1990. Todo es de una intensidad emocional brutal. A veces, hago algún tour por algún sitio en concreto. Recuerdo el Café Rol, que ya no existe. Tenemos tendencia a mitificar el pasado pero vivimos unos años que fueron espectaculares. Recuerdo estar en un piso de un primo mío en la calle Ciudad de Barcelona cuando vi por primera vez a Prince. La música está estrechamente relacionada con el conocimiento de esta ciudad para mí. Todo ello forma para de la mezcla que hay en mí. No se entiende Madrid sin Joaquín Sabina.
Madrid se hace canción, ¿verdad?
En 'Pongamos que hablo de Madrid' (Sabina) cantada por Antonio Flores.
¿Qué no le gusta de la Villa?
Todo lo que tiene que ver con la contaminación, los atascos… le falta la cuadrícula que tiene, por ejemplo, Barcelona que está mejor pensada para circular. No está pensada para ser una gran ciudad, pero, ¿cómo se puede pensar le evolución de la vida en una ciudad a 300 años vista? Es verdad, al mismo tiempo, que esa estructura de gran pueblo que tiene le caracteriza me cautiva. Una cosa que tiene Madrid en el alma es su hermosa alma rural, y capital abierta a la vez, donde convive un gran pueblo con una ciudad absolutamente abierta, moderna. Esa mezcla es muy cautivadora.
¿Madrid sabe reírse de sí misma?
Sí, sin duda ninguna. Y no deja de inspirar parte de mi trabajo. Es una ciudad muy abierta, con un espejo enfrente. En cuanto a la comedia: constantemente. Aquí se han cimentado desde 'La Codorniz' con Tono, Mihura, Neville, Fernández Flórez, Mingote… todos los que han conformado lo que es para mí la enciclopedia del humor de este país; gente que abrazaba la literatura con una intensidad y una calidad extrema. Pusieron en la marquesina de lo importante la palabra "humor".
¿Cómo se hace humor en la Capital?
Me parece que es un tutti fruti, como esas mezclas de lechugas del supermercado. Por eso digo que es una ciudad abierta, y que es una ciudad de todos. Recoge los pulsos y las emociones de todo un país.
Hábleme del Madrid del mañana
Me preocupa que estemos en el futuro imbuidos en la tecnología. Lo bonito que tendrá es que estará formada por distintas culturas que es de las cosas más ricas que tiene esta ciudad. Como en las películas en las que te mostraban ese Nueva York de Little Italy… todo esto va a enriquecer mucho a la ciudad, y a sus ciudadanos.
¿La globalización acabará con el casticismo?
Ojalá no. Parte de esas tradiciones pueden desaparecer. El progreso es como un río que te va llevando. Puedes nadar a contracorriente, pero ella es más fuerte. Eso me inquieta, que se pierda esa hermosa identidad que es el casticismo.
¿Cómo le vendería Madrid, un suponer, a un tipo de Nueva York?
Yo le diría: Si vienes a Madrid no vas a volver a tu ciudad nunca. Dicho de otro modo, si vienes a Madrid no vas a volver a tu ciudad ni hoy... ni mañana.
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