Lo folklórico y lo importante

En lo profundo, Barça y Madrid continúan manteniendo en paralelo sus disputas folklóricas sobre quién es más franquista y su alianza inquebrantable en los asuntos serios, sobre todo la Superliga. Laporta y Florentino son principalísimos aliados, aunque a veces haya algún accidente que a ninguno de los dos satisface.

Entre el presidente de LaLiga y Laporta las relaciones están rotas. Es una guerra en la que ambos se odian, pero de momento se necesitan. Tebas sabe que su Liga está muy devaluada y seguramente sea la más mediocre de todos los tiempos. También sabe que sin el Barça y sin el Madrid su poder no vale nada, ni en lo deportivo ni en lo económico, y que la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo lo tendrá muy difícil para justificar que la UEFA no es un monopolio. El presidente de LaLiga puede atacar a Laporta todo lo que quiera, y muchas veces con razón, pero su tiempo y su negocio pueden tener los días contados. Tal vez incluso antes de verano tenga que volver a hacer informes para el Mallorca.

Laporta sabe que su club ha tenido 20 años a sueldo al vicepresidente de los árbitros y aunque no tenga relevancia penal es tal el escándalo que la UEFA no va a tener más remedio que apartar al Barça uno o dos años de la Champions. Está intentado desplegar toda su diplomacia para evitarlo, pero no parece probable que sus esfuerzos tengan recompensa. Todo lo que el Barcelona tiene de fundamental en las competiciones autonómicas, lo tiene de irrelevante en el fútbol europeo: hasta en la Europa League, de la que cayó eliminado a la primera curva.

Por lo tanto, Ceferin no va a tener que asumir ningún drama más allá de la pataleta presidencial para hacer lo único que de hecho puede hacer. Todo el mundo da por descontado que habrá sanción, que será de uno o dos años, y que no tardará en conocerse, porque hay que dar tiempo al Barça para que recurra la decisión antes de expire el plazo de admisión en la competición.

Laporta se quejará cuando la sanción se conozca, pero para su manera de entender la vida es mucho mejor poder hacer el victimismo del maltratado que volver a pasar por el ridículo de no superar ni la fase de grupos.