La última revolución del arte: el cubismo nació con El Greco
Esta es la tesis de una gran exposición en el Kunstmuseum de Basilea: la huella de este artista en Picasso fue más intensa y prolongada de lo que se creía. Se mantuvo toda su carrera
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Aún faltan más de seis meses para conmemorar el 50 aniversario de la muerte de Picasso , y ya son muchos los museos e instituciones que se han querido adelantar a la efeméride con exposiciones en las que se mide al malagueño con todo y ... con todos: con los maestros antiguos, con Ingres , con Giacometti , con Julio González, con Coco Chanel ... Y eso que aún no se ha hecho pública la programación oficial de las Comisiones Nacionales para las celebraciones en España y Francia. El festín picassiano amenaza con empacharnos.

El sábado se abre al público en el Kunstmuseum de Basilea , hasta el 25 de septiembre, unode los platos fuertes de este atracón: Picasso, cara a cara con El Greco . Un combate de altura en un momento en el que el 'apropiacionismo' artístico está contra las cuerdas: se espera con impaciencia una sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre una presunta 'apropiación indebida' de Warhol de una fotografía de Prince, que podría poner patas arriba el arte moderno y contemporáneo. Picasso 'se apropió' de los maestros clásicos, pero los hizo suyos.

Si hay un artista que siempre obsesionó, apasionó y fascinó a Picasso, ése fue El Greco . De sus visitas siendo adolescente al Prado con su padre, a cuando se escapaba, aburrido, de la Academia de Bellas Artes para ir al museo a copiar a los grandes maestros: por encima de todos en su particular parnaso artístico, incluso de Velázquez , estaba el pintor cretense. Arranca la exposición con una fotografía de Picasso y su primera esposa, la bailarina rusa Olga Khokhlova , visitando la casa de El Greco en Toledo en agosto de 1934. Cuelgan en la primera sala de la muestra dibujos de su etapa juvenil (diez de ellos del Museo Picasso de Barcelona), en los que sus modelos se alargan a la manera grequiana. En uno de ellos, de 1899, anota: «Yo, El Greco». Toda una declaración de intenciones. En 1901, titula un célebre autorretrato: 'Yo, Picasso'. Y en una hoja de dibujos de su etapa académica escribe: «Greco, Velázquez. Inspirarme». Era ya muy selecto en sus invocaciones el joven Picasso.

Este ambicioso proyecto de investigación nació hace unos años, abanderado por Francisco Calvo Serraller y Carmen Giménez . Tras la muerte del primero, lo ha continuado ella, junto con Gabriel Dette, Josef Helfenstein y Ana Mingot y se ha querido dedicar 'in memoriam' al crítico y exdirector del Prado. Ayer, un día antes de la presentación a la prensa, tres periodistas españolas recorrimos la exposición con Carmen Giménez. La familia Picasso ha estado muy involucrada en el proyecto: hay préstamos de Claude Picasso y de Bernard Ruiz-Picasso. Se ultima el montaje: están colgando la última de las 74 obras maestras de ambos artistas (58 lienzos, además de una selección de dibujos), que se miden, de forma cronológica y la mayoría por parejas (una treintena) en una muestra que se presume irrepetible, con préstamos excepcionales de grandes museos internacionales (hay destacada presencia española) y colecciones privadas. El Kunstmuseum atesora una gran colección de obras de Picasso. No así de El Greco: solo tiene una y es de su taller. Advierte Carmen Giménez que cada vez resulta más difícil conseguir préstamos para exposiciones y que los seguros son altísimos. En otoño una versión reducida de la exposición, con una docena de obras, se verá en el Prado.

El crítico Gustave Coquiot fue el primero en vincular a El Greco con la obra de Picasso, allá por 1914. Desde entonces, no es la primera vez, ni mucho menos, que se ven las caras El Greco y Picasso : ha habido exposiciones en París, Nueva York... En algunos casos comisariadas por la propia Carmen Giménez, gran especialista en el pintor español y buena amiga de la familia Picasso. Pero la mayoría de las veces se centraban en la huella del cretense en la etapa azul de Picasso, muy evidente. Centra la primera parte de la exposición. Destaca el cara a cara entre 'Evocación. El entierro de Casagemas ', del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de París, y la 'Adoración del nombre de Jesús', del Monasterio de El Escorial. En ambos casos, los dos artistas distinguen entre las esferas celestial y terrenal. También influyó en el cuadro de Picasso el célebre 'Entierro del Conde de Orgaz', que no ha viajado a Basilea. En el periodo rosa, es menos evidente la huella de El Greco. El elegante retrato de la señora Canals, del malagueño, cuelga junto a 'La dama del armiño' , que siempre se pensó que era una obra de El Greco, pero hoy se atribuye a Sánchez Coello.

Esta vez se ha querido dar un paso más allá. Apunta Carmen Giménez la novedosa tesis de la exposición: «El cubismo nace con El Greco» . No cree que sea una tesis discutida, confía en que sea aceptada. Aunque bien es cierto que no hay pruebas contundentes de alusiones directas y conscientes a El Greco en sus trabajos cubistas. Fue Picasso quien dijo que «el cubismo es de origen español. Yo inventé el cubismo. Deberíamos buscar la influencia española en Cézanne. Observe la influencia de El Greco en él, un pintor veneciano, pero es un cubista en la construcción».

'Las Señoritas de Aviñón' , primera obra cubista, no sale nunca del MoMA. Sí hay en la exposición bocetos de esta obra maestra, donde las prostitutas picassianas se confrontan con Vírgenes y Dolorosas y con 'La coronación de la Virgen', de El Greco. Pero la sala central de la muestra es donde espléndidas obras cubistas de los años 1909 a 1912 cuelgan junto a tres retratos del 'Apostolado' del Museo de El Greco de Toledo , considerado el de mayor calidad, pues se cree que es de la mano del maestro, quien lo pintó al final de su vida: 'San Bartolomé', 'San Juan Evangelista' y 'San Simón'. «La similitud con los retratos cubistas de Picasso es asombrosa», dice la comisaria. Comparten sorprendentes ecos compositivos: similitudes en la pose, reducción del espacio pictórico, fondos monocromos, la fragmentación de las formas en planos irregulares de diferentes colores... «Cuando miramos el estilo absolutamente libre de El Greco no es difícil comprender por qué Picasso y su generación encontraron en él un espíritu afín». Como contrapartida, el Kunstmuseum de Basilea ha cedido, hasta el 25 de septiembre, al museo de Toledo dos Picassos: 'Mujer con sombrero sentada en un sillón' y 'Venus y el amor'.

En 1955 confesó Picasso a su marchante Kahnweiler que admiraba especialmente los retratos de El Greco: «Lo que más me gusta de su obra son los retratos, todos esos señores con barba puntiaguda. Sus imágenes religiosas... todo eso es italiano, decorativo. ¡Pero los retratos!». El Greco miró a sus modelos de cerca y otorgó una nueva tipología a la Escuela Española: el retrato psicológico . «Lo hizo a través de un importante recurso estético: el rostro asimétrico. Siglos después, Picasso llevaría esta asimetría facial hasta el extremo». Cuelga en la exposición una espléndida galería de retratos de ambos artistas: Kahnweiler, Sabartés, Jacqueline Roque , mosqueteros..., por parte de Picasso, así como un puñado de elegantes caballeros pintados por El Greco.

Pese a que en los 50 y los 60 parece decantarse más por Velázquez que por El Greco (hace versiones de 'Las Meninas' ), en 1966 comenta Picasso a un periodista argentino: «¿Qué ven todos hoy en Velázquez? Prefiero mil veces más a El Greco. ¡Era realmente un pintor!» Sigue muy presente en la última etapa de Picasso, cuando este vuelve la mirada a los clásicos, incluyéndose como uno más entre los más grandes. En el dorso del retrato de un mosquetero , pintado en Mougins el 28 de marzo de 1967 y cedido por el Ludwig Museum de Budapest, firma así: 'Domenico Theotocopulos van Rijn da Silva' , en clara alusión a El Greco, Rembrandt y Velázquez, su venerada 'santísima trinidad'. «El gran arte es atemporal, oscilante constantemente entre el pasado y el presente. Picasso entendió esto mejor que nadie en el siglo XX. Se consideraba a la altura de estos tres maestros», dice Carmen Giménez.

Cierran la exposición sendas aproximaciones al paisaje de dos artistas que apenas los abordaron en sus extensas carreras ('Paisaje de invierno, Vallauris', de Picasso; y 'San Martín y el mendigo', de El Greco), una 'Crucifixión', de la que Picasso nunca se separó y hoy se halla en la colección del Museo Picasso de París, que se exhibe junto a 'Cristo expulsando a los mercaderes del templo', préstamo de la parroquia de San Ginés de Madrid, así como dos obras que, curiosamente, forman pareja pero no cuelgan juntas. Explica Carmen Giménez el porqué: «Le prometí al obispo de Toledo que no pondría juntos 'La despedida de Cristo a su madre', de El Greco, y 'La pareja', de Picasso».
Curiosamente, el redescubrimiento de El Greco no fue por parte de historiadores del Arte, sino de escritores, artistas y críticos: Velázquez, Manet, Degas, Cézanne, Gauguin, Toulouse-Lautrec, Rusiñol, Casas, Nonell, Regoyos, Zuloaga, Diego Rivera, Klee, Schiele, Kandinsky, Pollock, Gautier, Góngora, Galdós, Pío Baroja... Zuloaga compró 'La visión de San Juan', Degas tenía dos Grecos y Velázquez tres en su estudio, hoy en el Prado. Las vanguardias advierten en El Greco una modernidad que no tiene ningún otro artista: una expresión radical en la forma, el color y los temas; un lenguaje visual único; inventó una forma de pintura, desafió el canon clásico, puso énfasis en la verticalidad sobre la profundidad y en la perspectiva invertida, era muy poco convencional, pero, sobre todo, destaca Carmen Giménez su libertad . «Es lo que más le fascinaba a Picasso. El Greco tuvo la suerte de no trabajar para un rey». Son, dice, dos artistas muy apasionados.
Más de tres siglos y medio los separan (El Greco nace en 1541 y muere en 1614; Picasso nace en 1881 y muere en 1973), pero son muchas las afinidades que esta estupenda exposición saca a la luz: singularidad, pluralidad estilística, experimentación; ambos hacen versiones de sus obras hasta agotar las posibilidades... En 1603, El Greco pinta un retrato de su hijo Jorge Manuel como pintor. En 1950 Picasso hace su propia versión de esta obra: 'Retrato de un pintor (después de El Greco)'.

La de Basilea con Pablo Picasso, de quien atesora una de las mejores colecciones del mundo –más de 300 obras–, es una historia de amor correspondido . Para evitar que salieran de la ciudad dos obras maestras de Picasso, los basilienses se movilizaron bajo el lema 'All you need is Pablo' (Todo lo que necesitas es Pablo). Desde su casa de Mougins, un octogenario Picasso siguió con mucho interés los hechos y, conmovido por la movilización ciudadana para 'salvar' sus obras, llamó al entonces director del museo, Franz Meyer, para que acudiera a su casa. Le entregó cuatro obras como regalo a la ciudad de Basilea. Capital cultural suiza, cuenta con 40 museos en 37 kilómetros cuadrados . A punto de celebrar la feria Art Basel , la Fundación Beyeler , que expuso recientemente la mayor retrospectiva de Goya fuera de España, acaba de inaugurar una monográfica de Mondrian .
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