Goya deslumbra en Suiza con la exposición del año en Europa

La historia va de aniversarios , y de homenajes . Se conmemora el centenario del nacimiento de Ernst Beyeler , el célebre marchante, mecenas y coleccionista suizo que atesoró la fabulosa colección de arte que cuelga en las salas de la fundación que lleva su nombre. Visionario, tenía un ojo envidiable para el arte del siglo XX. Vendió 16.000 obras e hizo unas 300 exposiciones. Nunca compró una pintura ni un dibujo de Goya, tan solo algunos grabados. Pero qué mejor regalo de aniversario que una muestra del precursor de la modernidad en el 275 aniversario de su nacimiento. Es la primera monográfica de un maestro antiguo en la Fundación Beyeler. Reúne 75 pinturas y un centenar de dibujos y grabados. La muestra está dedicada ‘in memoriam’ a Beyeler, a Plácido Arango y Francisco Calvo Serraller , a los que se suma Mark A. Roglán , director del Meadows Museum de Dallas, que ha cedido un retrato que Goya, a sus 81 años, hizo de su querido nieto Mariano meses antes de su muerte, con el que (casi) se cierra la muestra. Roglán falleció el martes a los 50 años.

Suiza ha llegado tarde a Goya . Ha habido un incomprensible desapego hacia el pintor en este país , que hasta hoy solo había celebrado otra gran monográfica del aragonés. Fue también en Basilea, en enero de 1953 . En aquella ocasión, en la Kunsthalle . Sesenta y ocho años después, el pintor regresa a esta ciudad, esta vez en la Fundación Beyeler. Tampoco hay muchos coleccionistas particulares suizos que atesoren importantes Goyas. Concretamente, tres: Oskar Reinhart (cuya obra ‘Rodajas de salmón’ cuelga en la exposición), Georg Schmidt y Emil Bührle. En 1939, el Museo de Arte y de Historia de Ginebra expuso las obras maestras del Prado exiliadas a Suiza durante la Guerra Civil. Entre ellas, 38 de Goya. La última muestra del artista en Suiza tuvo lugar en 1982 en la Fundación Pierre Gianadda de Martigny , comisariada por Pierre Gassier y centrada en los Goyas de las colecciones suizas.

Esta es, pues, una ocasión excepcional para que el público de este país descubra al fin el genio de Goya en toda su compleja inmensidad. Pintor de Corte y de pintura histórica, de obras religiosas y paganas, de Cristos y brujas, de bodegones y escenas de género; retratista de reyes y reinas (Carlos III, Carlos IV, Fernando VII, la reina María Luisa), nobles (la duquesa de Alba, el conde de Altamira, la duquesa de Osuna, la marquesa de Villafranca), amigos intelectuales (Martín Zapater, Jovellanos, Asensi, Juan Martín de Goicoechea), bandidos, asesinos, violadores, presidiarios, locos, náufragos... Todos ellos están en la muestra. Goya es « un artista controvertido cuyas obras no han perdido ni un ápice de su capacidad de provocación desde que fueron creadas», comentan el director de la Fundación Beyeler, Sam Keller , y el comisario de la muestra, Martin Schwander . La exposición, que cuenta con Gudrun Maurer , del Prado, como asesora científica y que está centrada en su etapa de madurez y su obra tardía, incluye cuatro autorretratos del pintor.

Resulta imposible organizar una gran exposición de Goya sin contar con el Prado . El museo español no ha sido un prestador más, sino que figura en calidad de colaborador: ha cedido doce lienzos , incluidas obras maestras como ‘La Maja vestida’, ‘Vuelo de brujas’, un autorretrato, y una espléndida galería de retratos, junto con 33 dibujos y cuatro estampas de la serie ‘Toros de Burdeos’. Llegaron a Suiza acompañadas por tres correos del museo español. Aunque ha habido ocasiones en que han viajado las dos ‘Majas’ juntas (a San Petersburgo y Japón lo hicieron en aviones distintos, como cuando viajan los Reyes), en este caso ‘La Maja desnuda’ se ha quedado en casa. La vestida, que se ha desplazado a Basilea en camión, es la imagen promocional de la muestra. Tan generosos préstamos tuvieron como contrapartida que la Beyeler cediera al Prado en 2019 siete importantes esculturas de Giacometti , que se mostraron en los espacios de honor de la pinacoteca: la galería central y la Sala XII, junto a las ‘Meninas’. Además, viajarán al museo español los ‘Nenúfares’ de Monet , el cuadro más icónico de la Beyeler.

Asimismo, la Academia de Bellas Artes de San Fernando contribuye a esta muestra con seis importantes obras de su colección: un autorretrato ante su caballete, el célebre retrato de Godoy y cuatro tablas de una maestría exquisita, que apenas se prestan. Como curiosidad, están realizadas en madera de caoba, posiblemente de Cuba, que se utilizaba en las cajas de tabaco enviadas a España. Estas pinturas están consideradas uno de los conjuntos más definitorios del pensamiento de Goya. La fundación suiza cederá nueve obras de Picasso (siete pinturas y dos esculturas) para una exposición, comisariada por Estrella de Diego, que la Academia dedicará a Picasso el próximo año, del 15 de febrero al 15 de mayo, que se sumarán a una escultura, 4 dibujos y medio centenar de grabados del malagueño que atesora la institución.

Dicen que el buen perfume viene en frasco pequeño. El Goya en pequeño formato es uno de los grandes atractivos de esta espléndida muestra. A las tablas de la Academia se suma la serie de ocho pequeños cuadros de gabinete de la colección del marqués de la Romana, que sale por primera vez completa fuera de España. Originariamente eran once, tres han desaparecido. Se cree que fueron comprados directamente a Goya por Juan de Salas, cuñado del III marqués de la Romana. En ellas Goya narra sucesos trágicos reales, como el asesinato de un comerciante a manos de su esposa y su amante (ambos fueron ajusticiados por garrote vil) o la violación de unas mujeres, que el pintor narra con toda su crudeza.

Y más Goya a pequeña escala en una de las salas estrella de la exposición, centrada en la colección de la duquesa de Osuna , a la que vemos retratada en una obra de colección particular. Era una mujer muy culta y sofisticada. Preside la sala una impresionante ‘Anunciación’ de unos tres metros de altura que, según Miguel Falomir, director del Prado, que ha asistido a la presentación a la prensa acompañado del director adjunto del museo, Andrés Úbeda, es el mejor Goya en manos privadas . Pertenece a la familia de los duques de Osuna. Hace años fue restaurado en el Prado. En las paredes de la sala cuelgan juntas tres joyas sobre la brujería que fueron encargadas a Goya por la duquesa de Osuna para decorar su palacio en los jardines del Capricho de Madrid : ‘Vuelo de brujas’ del Prado; ‘El Aquelarre’, del Museo Lázaro Galdiano, y ‘El hechizado’, de la National Gallery de Londres. Junto a ellos, una selección de pequeños grandes óleos sobre cobre de importantes colecciones como las de Abelló y Arango .

Y es que, aunque hay destacados préstamos de grandes museos del mundo (Metropolitan, Louvre, Uffizi, National Gallery de Londres y de Dublín, Meadows de Dallas, Thyssen...), destacan las numerosas colecciones particulares que han sacado los Goyas de sus casas. Además de las citadas Abelló y Arango, hay préstamos de las hermanas Esther y Alicia Koplowitz o la Fundación Casa de Alba , que ha cedido el célebre retrato de la duquesa de Alba vestida de blanco. Frente a ella, ‘Joven adormecida’ , un precioso retrato que llamó mucho la atención a Falomir. Ya colgó en el Prado en 2001 como parte de la exposición ‘Goya. La imagen de la mujer’. Allí figuraba como propietario Luis Mac-Crohon. En esta ocasión la cartela luce simplemente ‘colección particular’. «Me costó años conseguirlo», advierte Isabela Mora , que ha desarrollado el proyecto junto con Sam Keller. Según Gudrun Maurer, podría ser la ‘Primavera’ de una serie goyesca sobre las estaciones.

En una sala contigua, Manuel Godoy está rodeado de mujeres . Algo habitual en el mujeriego primer ministro. A un lado, un retrato de su cuñada María Luisa. Frente a él, ‘Maja y celestina al balcón’, propiedad de Alicia Koplowitz, y ‘Majas al balcón’, de otra colección particular. Al otro lado del Príncipe de la Paz luce la ‘Maja vestida’.

La arquitectura serena y elegante de Renzo Piano en el edificio situado en Riehen (barrio señorial de Basilea), donde arte y naturaleza conviven en plena armonía, le sienta como un guante a Francisco de Goya, tan moderno como los artistas que habitan normalmente estas salas: Picasso, Giacometti, Monet, Matisse, Miró, Bacon, Mondrian..., que han cedido gustosos sus paredes al maestro que tanto les influyó y a quien tanto le deben. De la colección permanente de la Beyeler, solo permanecen colgados cinco grandes Picassos, pues a la muestra de Goya se suma ‘Close-Up’, que reúne a grandes mujeres artistas.

Gran admirador de Goya, el escritor irlandés Colm Tóibín , autor de ‘El testamento de María’, advierte en un texto del catálogo de la muestra que «como artista, Goya logra pasar de la sofisticación mundana, el orden, el control, la belleza y el privilegio a la locura y a la concepción de la historia como una pesadilla de la que ni él ni la gente a la que retrata son capaces de despertar. Defendió la vida en toda su variedad -incluyendo la locura y la crueldad- y recreó los horrores del mundo tanto como las maravillas de la carne».