La pandemia pone patas arriba los viajes de las obras de arte
Los correos presenciales que acompañan a las piezas en sus traslados se han reemplazado por correos virtuales. ¿Han llegado para quedarse?
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Iniciar sesiónLos atentados del 11-S cambiaron el mundo. Y el sector del arte, como todos, sufrió las consecuencias: aumentaron las medidas de seguridad, se dispararon los precios de transportes y seguros, cayeron en picado los préstamos... Ahora, la pandemia ha vuelto a coger ... a los museos con el pie cambiado: exposiciones retrasadas o anuladas y obras de arte «exiliadas» sin saber cómo volver a casa. Las restricciones de movilidad entre países impiden que puedan viajar los correos. Esta figura es práctica habitual: restauradores o conservadores de la institución que presta piezas las acompañan para supervisar su traslado y montaje y certificar su estado en unos informes (los llamados «condition reports» ). Si la obra es muy pequeña, el correo suele llevarla consigo en un maletín (ocupa a veces el asiento contiguo en el avión), pero lo normal es que viaje en la bodega. Resultan muy caros los correos: billetes de avión (muchas veces en clase business), estancia, dietas...
Los museos hacen de la necesidad virtud y los correos físicos se han sustituido por otros virtuales . ¿Han llegado para quedarse? El grupo Bizot , fundado en 1992 y formado por los museos más importantes del mundo, reúne periódicamente a sus directores para intercambiar ideas. El pasado 8 de mayo se celebró la última sesión, que fue telemática. Entre otros asuntos, se abordó el tema de los correos virtuales. Glenn Lowry, director del MoMA , lo incluyó en el orden del día. Y Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía , explicó a sus colegas su experiencia en la exposición «Mondrian y De Stijl». «No se toman acuerdos, sólo recomendaciones, que no son preceptivas, porque son distintas las legislaciones de cada país. Pero sí hubo bastante consenso en reducir los correos . Creo que se seguirá haciendo tras la pandemia. Ha llegado para quedarse . Las gestiones son menos trabajosas y más económicas», comenta Borja-Villel. Aunque puntualiza que «siempre habrá obras que requieran correos físicos».
Teresa Velázquez, jefa del área de exposiciones del Reina Sofía , explica que en la exposición de Mondrian «algunos museos solicitaron conexión en vivo y en directo para supervisar la apertura e instalación de las piezas». Fue el caso del Cleveland Museum of Art, el Baltimore Museum of Art, el Moderna Museet de Estocolmo, la Myron Kunin Collection/Curtis Galleries de Minneapolis, el Wadsworth Atheneum Museum of Art de Hartford y la Fundación Beyeler de Basilea. La Tate, en cambio, prefiere dar instrucciones muy precisas. «Alguna institución también solicitó conexión para supervisar la descarga y el traslado desde el muelle hasta las salas –dice Teresa Velázquez–. Y alguna caja vino con un “tracker” (GPS) en su interior». No fue por exigencia del prestador.
Pero, ¿cómo funciona un correo virtual? A través de una plataforma de videocomunicación (Zoom, Webex...), explica, se controlan en directo todos los movimientos, desde la descarga del camión. Como las obras tienen que aclimatarse, las cajas no pueden abrirse hasta 24 horas después. Entonces vuelven a conectarse las dos instituciones: se dan instrucciones precisas del embalaje o desembalaje, del montaje o desmontaje, y se analiza la obra por si ha sufrido alguna alteración. Para ello se utilizan un par de cámaras : una fija, que vigila en todo momento la obra, y otra en mano para acercarse a los detalles de la pieza.
Así se hizo en el desmontaje de dos exposiciones en el Reina Sofía: la de Mario Merz (Palacio de Velázquez del Retiro) y la de Jörg Immendorff. Esta se desmontó el 15 de junio y la de Merz el 30 de agosto. Una vez hechas las comprobaciones, se cumplimenta el «condition report» entre los especialistas a uno y otro lado de la cámara. En el caso de la exposición de Mondrian se contrató a Beatriz Lorente, una restauradora española que vive en Róterdam, que actuó como correo de las obras prestadas por los grandes museos holandeses.
En cuanto al regreso de los Dalí que prestó el Reina Sofía a Moscú para una exposición, no se solicitó correo virtual, pues la muestra se clausuró en los inicios de la pandemia. «Para el desmontaje, como no podían mantener las obras allí y el personal del Reina Sofía no podía viajar, se supervisaron todos los movimientos a base de teléfono, fotos y mensajes. Las obras vinieron por flete aéreo en carguero y se trasladaron desde Zaragoza hasta Madrid escoltadas por la policía. Ya en el museo, se examinaron las cajas y se dejaron en cuarentena dos semanas. Luego se abrieron con todas las protecciones», explica Teresa Velázquez, quien cree que «no se pueden institucionalizar los correos virtuales».
Karina Marotta, coordinadora general de Conservación del Prado , comenta que el museo ya ha utilizado los correos virtuales en 17 ocasiones. Concretamente, con préstamos para exposiciones en el Rijksmuseum de Ámsterdam, el Quirinale de Roma, el Art Institute de Chicago y la National Gallery de Londres. «Es cierto que abaratan los costes y es una buena solución para esta situación. Pero no creo que acabe con los correos tradicionales, no se van a eliminar», comenta Marotta.
El descolgado y embalaje de los tres Grecos que se prestaron al Art Institute de Chicago se hizo vía Zoom: se siguió desde el Prado por personal de Registro y una restauradora, que iba dando las indicaciones pertinentes. Además, pidieron que una persona acompañara a los cuadros hasta el aeropuerto. Como no había vuelos de Chicago a Madrid, se escogió un vuelo Chicago-París. Y se pidió al museo norteamericano que contratara a un restaurador que vive en la capital francesa para que acudiera al aeropuerto y supervisara la carga en el camión, que trajo los Grecos a Madrid con escolta y GPS. «En general funciona bien, pero en el caso de las obras más grandes y delicadas siempre es mejor que haya un correo “in situ” dirigiendo la operación», comenta Marotta. Desde el 11-S, dice, no se permite que los correos accedan a la pista a presenciar el embarque de las obras en el avión, solo puede hacerlo el personal de la empresa de transporte. Sí están presentes en el paletizado, que se lleva a cabo en la terminal de carga del aeropuerto: las obras se fijan con cinchas a unos palés y se protegen.
El año que viene, el plato fuerte del Prado será la exposición «Pasiones Mitológicas: de Tiziano a Velázquez» , que reunirá por vez primera, del 2 de marzo al 4 de julio de 2021, las seis «Poesías» que Tiziano pintó para Felipe II. Viajarán a Madrid «Dánae», de la Wellington Collection; «Perseo y Andrómeda», de la Wallace Collection; «Diana y Acteón» y «Diana y Calisto», de las National Galleries of Scotland, y «El rapto de Europa», del Isabella Stewart Garden Museum. Se ha aprobado la garantía del Estado para diez obras por más de 500 millones de euros. «La próxima semana veremos con la National Gallery de Londres (donde la muestra se exhibe hasta el 17 de enero) cómo será el operativo. Seguramente, será de forma virtual. Si podemos recuperar los correos físicos, se hará, aunque quizás se utilicen los virtuales alternativamente. Lo interesante es que ahorra costes», advierte Marotta.
Miguel Falomir, director del Prado , dice que en la reunión del Grupo Bizot «se abordó la sustitución, por fuerza mayor, del correo físico por una supervisión telemática. Se comentó que probablemente sea una buena opción para el futuro, haya o no pandemia». ¿Apoyaría esa medida para el futuro? «Probablemente. Tal y como me explicaron, en el viaje de regreso de Chicago de nuestros Grecos no hubo merma alguna en la seguridad, incluso al revés, y además abarata costes. He viajado muchas veces de correo y por fuerza mayor no siempre estás junto a la obra».
Marián Aparicio, jefa del departamento de Registro del Museo Thyssen , explica que el desmontaje de la exposición de Rembrandt, que reunía 39 obras del maestro, se hizo de forma virtual por vez primera en la pinacoteca, lo que ha supuesto un gran esfuerzo, pues eran muchos los prestadores y había que conectar cada media o una hora con una institución. Con las americanas, por la diferencia horaria, se hizo por las tardes. «Hubo que hacer una inversión en material: comprar cámaras, tabletas, trípodes... Había que tener buena cobertura wifi y a veces las conexiones eran complicadas. Pero todo salió muy bien, estamos muy satisfechos», advierte.
Para la próxima gran exposición del museo, la que dedicará el año que viene a Georgia O’Keeffe , ya han solicitado un «tracker» en la caja de embalaje algunos prestadores. Aparte de tener localizada la pieza en todo momento, detecta cualquier golpe o vibración. Aunque encarece el precio del transporte y las compañías aéreas tienen limitaciones de dispositivos electrónicos en la bodega de los aviones. «Es cuestión de confianza», dice Marián Aparicio. «Museos como la National Gallery de Washington, el MoMA o el Metropolitan de Nueva York en muchas ocasiones no han enviado correos con sus obras. Tan solo han pedido que se les envíe una copia del informe y fotografías. Otros, como el Louvre , nos han dicho que no harán un seguimiento virtual a las obras que les hemos prestado (un Aldorfer y un Bramantino) porque no tienen medios para ello».
En cuanto a la exposición de expresionismo alemán de la colección del barón Thyssen, para los préstamos de sus hijos Francesca y Alexander, que llegaron de Austria y de Suiza, se contrató a una restauradora freelance de Madrid para hacer el informe, aunque no viajó con las obras. «No creo que se generalice este sistema, aunque sí me parece que se va a usar cada vez más», dice Marián Aparicio. «Ojalá sea así. Los correos son muy caros y, especialmente, se han encarecido muchísimo los transportes. Si el proceso se hace de manera virtual, nos permitiría abaratar costes. Además, no creo que haya menos seguridad. Si finalmente es una recomendación que hacen los grandes museos internacionales, yo lo adoptaría», afirma Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen .
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