Karen Tang, ginecóloga formada en Harvard: «Es común pensar que las mujeres deben sufrir dolor con la regla y el sexo pero no, no es normal»
La doctora estadounidense aporta en su libro 'No es histeria' una guía sobre salud sexual femenina y los síntomas asociados a la endometriosis, el síndrome del ovario poliquístico, los miomas, la disfunción del suelo pélvico o la menopausia
Libros para vivir la menopausia como oportunidad y no como drama
Escucha el pódcast: Cómo entender los síntomas en 'Nosotras, las menopáusicas'
«Calladita estás más guapa»... Nos enseñaron a no quejarnos y a aguantar. Nos dijeron que el dolor de las menstruaciones, las molestias durante el sexo o los sangrados abundantes eran «normales» y nos hicieron creer que exagerábamos cuando sufríamos varios síntomas ... a la vez y que «todo estaba en nuestra cabeza». Pero el trasfondo de esto es que cuando se habla de salud femenina se tiende más a calificar de «histérica», «exagerada» o «hipocondríaca» que a profundizar en las causas o aportar soluciones. Esto es justo lo que denuncia en su libro 'No es histeria' (Diana) la doctora Karen Tang, ginecóloga y cirujana, quien asegura que, durante años, ha escuchado las mismas historias de mujeres que han hecho un peregrinaje de consulta en consulta sin encontrar respuestas a sus síntomas, a menudo minimizados o ignorados.
Con un enfoque inclusivo y claro, la autora desmonta en 'No es histeria' los mitos ginecológicos más populares y aporta respuestas a muchas de las preguntas en torno a temas como la endometriosis, el síndrome del ovario poliquístico, los miomas, la disfunción del suelo pélvico o la menopausia. Aprendemos con ella a identificar las señales de alerta y a comunicarnos eficazmente con el entorno médico y profesional para exigir el trato que merece la salud sexual femenina.
Libros para pensar
No es histeria
Autor: Dra. Karen Tang. Editado por Diana, 2025. Páginas: 416. Precio: 21,90
¿Cuál es el mito falso sobre la ginecología que le parece más peligroso?
Suelo hablar de ello a menudo tanto en mis redes sociales (@karentangmd en Tik Tok, instagram y Youtube) como en mi libro. El mito número uno es normalizar el dolor. El dolor no es normal ni durante la menstruación ni durante las relaciones sexuales ni durante la menopausia. Es común pensar que la mujer tiene que sufrir dolor, que es normal y que todas tienen que pasar por eso. Y esto se aprecia especialmente en los casos de endometriosis o incluso de perimenopausia, ya que muchas mujeres sufren durante mucho tiempo hasta que llega el diagnóstico médico o reciben un tratamiento.
Desde niñas nos dicen que todo el mundo siente dolor con la regla o durante las relaciones sexuales. Y lo que siempre explico como ginecóloga es que el hecho de que sea común no significa que sea normal. Hay que buscar soluciones porque las hay.
En un contexto de hiper conexión y de acceso fácil a todo tipo de información como el actual, ¿Qué preguntas sobre sexualidad le sorprenden?
Me duele decirlo, pero es todo aquello relacionado con el cuerpo de la mujer. ¡Hay tantas cosas! Pero es cierto que algo de lo que se está hablando más recientemente es la menopausia y la perimenopausia. Mucha gente lo relaciona con los sofocos y es parte de lo que se vive en esta etapa, pero también hay problemas de sueño, falta de libido o necesidad de orinar con mayor frecuencia. Y muchas mujeres no saben si lo que viven es normal o no porque lo más habitual es quitarle importancia o relacionarlo con otros aspectos como el estrés y el cansancio, por ejemplo, pero no con la perimenopausia o la menopausia.
¿En qué medida cree que ha aumentado el interés por este tema?
En Estados Unidos acuden a menudo muchas mujeres jóvenes, de entre 30 y 40 años, a preguntar por los síntomas de la perimenopausia para informarse sobre lo que han leído o escuchado. El problema es cuando no se habla de ello. Si no se comparten las historias personales, cada una de nosotras pensará que solo le está pasando a ella.
Sí, es cierto que ahora se habla más de ello y que se buscan respuestas o incluso tratamientos.
En España es frecuente pensar que el tratamiento hormonal sustitutorio (o terapia de reemplazo hormonal) es peligroso porque aún se sigue relacionando con el cáncer de mama.
Gran parte de ese miedo sobre el cáncer de mama viene de un estudio de 2002, que es probablemente el más amplio que se ha hecho hasta la fecha. Y el titular sobre los resultados fue ese precisamente, que está relacionado con el cáncer de mama. Eso asustó muchísimo a los médicos de hace 20 años y apenas se prescribía. Pero los datos actuales nos dicen que para hacer un análisis correcto hay que fijarse en los grupos de edad. Las mujeres más jóvenes tienen menos riesgo de ictus, de cáncer de mama, de enfermedades coronarias... etcétera, y, a medida que se van cumpliendo años, esos riesgos van aumentando. Lo que hay que tener en cuenta es que la media de edad de ese estudio de 2002 era de 65 años y que en la actualidad las mujeres con más síntomas se sitúan entre los 40 o 50 años. Esto hace que su riesgo sea mucho menor que el de aquellas mujeres del estudio, cuya media era de 65 años.
Pero aún hay más apuntes sobre esto pues también hay que tener en cuenta que las hormonas que se contemplaban en aquel estudio ya no se prescriben, ahora son otras y con otros formatos. El estrógeno vaginal que se usa ahora, por ejemplo, no aumenta el riesgo de sufrir cáncer de mama.
Por tanto, ese estudio se basa en una concepción errónea. Muchos nos hemos dado cuenta de que estábamos equivocados y hay que matizar y personalizar la prescripción. Ahora se ha visto que una prescripción correcta de reemplazo hormonal reduce las posibilidades de sufrir enfermedades cardíacas y mejora la calidad de vida en muchos sentidos.
«¿Sabrías dibujar y situar los órganos sexuales femeninos internos y externos? Desconocerlos no es una broma, es bastante serio
Dra. Karen Tang
Ginecóloga y cirujana
¿Es habitual que lo relacionado con la salud femenina se centre más en los peligros que en las mejoras?
Absolutamente. Se menciona el cáncer de mama y ya nadie se acuerda de cómo puede ayudar esa terapia de reemplazo hormonal a dormir mejor, mejorar la libido o aumentar la calidad de vida, por ejemplo.
Y sobre las diferencias entre salud sexual femenina y masculina en este sentido me gustaría comentar un ejemplo. ¿Ha escuchado mencionar a menudo los riesgos de la Viagra o de cualquier otro medicamento para la disfunción eréctil? No, ¿verdad? Pues, entre otras cosas, aumenta el riesgo de sufrir ceguera o incluso ictus. Sin embargo es más habitual conocer los riesgos de un anticonceptivo femenino y se incide más en el peligro que en las razones para administrarlo. Y qué decir de otros medicamentos como la terapia de reemplazo hormonal que sin duda es más importante para la salud de lo que pueda ser la Viagra, en mi opinión.
En su libro ayuda a entender que la ciencia funciona a dos velocidades en lo que se refiere a la salud masculina y femenina. ¿Se está avanzando en este sentido?
A menudo me refiero a la escasa investigación y de lo que queda por hacer, pero creo que hay que lanzar mensajes más optimistas. El hecho, por ejemplo, de que se hable más sobre la menopausia y que se esté explicando cómo afectan los síntomas a la salud o cómo puede ayudar la terapia de reemplazo hormonal ha cambiado la percepción y ha contribuido al aumento de investigación y financiación en torno a ella.
En general, la situación ha mejorado con respecto a hace 20 años. A esto han ayudado también las redes sociales pues la gente puede darse cuenta de que a otras personas les pasa lo mismo. Y también influyen las mujeres en roles de poder o liderazgo que han contado su experiencia con la menopausia como Oprah Winfrey, por ejemplo. Por tanto, ser transparentes y hablar más de ello hace que la mujer exija un aumento en la investigación y en los estudios que permitan entender mejor el cuerpo femenino.
Hay que mirar al futuro y compensar todo lo que se ha hecho de forma incorrecta en el pasado. Hay una oportunidad para mejorarlo. Es importante que una paciente se sienta escuchada y que el doctor o doctora conozca si lo que necesita es, por ejemplo, mejorar sus síntomas, aumentar su energía o recuperar su vida sexual, por ejemplo. Las pacientes deben sentir que un médico está ahí para ayudarles y a su vez deben preparar antes su visita a la consulta para expresar claramente lo que sienten, lo que necesitan y qué objetivo persiguen con un tratamiento.
¿Por qué la mayoría de las personas que reciben un diagnóstico de síntomas somáticos son mujeres?
En el capítulo en el que hablo de ese tema explico que demasiado a menudo se tacha de histéricas, exageradas o hipocondríacas a las mujeres que tienen varios problemas, síntomas o quejas pues cuesta explicar cómo pueden tener tantas molestias a la vez. Sin embargo, esos diagnósticos «paraguas» como el trastorno somático enmascaran el hecho de que el médico aún no sabe lo que pasa exactamente a esa paciente.
Te doy un ejemplo. Estoy especializada en dolor y tengo en mi consulta a muchas mujeres con endometriosis que es una enfermedad que no solo puede causar dolores y problemas con la menstruación, sino que también puede provocar diarrea, migrañas, hinchazón fatiga, problemas intestinales o incluso dolor articular. Al ver esa cantidad de síntomas alguien podría decir, por tanto, que son demasiados para una sola enfermedad, que todo está en la cabeza de esa paciente y que está exagerando. Y lo cierto es que es bastante común tratar así a las mujeres. Es peligroso tachar a las mujeres de histéricas o exageradas a las mujeres que sienten dolor y otros muchos síntomas.
Pongo otro ejemplo. Muchas enfermedades autoinmunes, que además afectan más a menudo a las mujeres, afectan a distintos órganos al mismo tiempo; así que también en estos casos corren el riesgo de ser metidas en ese cajón de sastre: o está histérica o se lo está inventando.
Sobre las cuestiones ginecológicas, uno de los temas que despierta un mayor interés es la que tiene que ver con el Punto G. ¿Tiene sentido difundir información sobre cómo encontrarlo?
La investigación aún no se ha puesto de acuerdo sobre si todas las personas tienen punto G o si en todos los casos se encuentra en el mismo lugar. Hay algunas mujeres que sí que sienten placer y pueden alcanzar el orgasmo a través de la estimulación de esa zona, pero otras refieren que no sienten nada cuando se les estimula.
Es algo muy personal, es muy individual. Por eso siempre les digo que lo importante es que si siente placer cuando se estimula esa parte en la pared frontal de la vagina que es estupendo, pero que si no lo sienten no deben pensar que su cuerpo no funciona bien o que les falta algo, sino que simplemente no tienen la misma reacción ante ese estímulo.
Lo que es importante es normalizar que la respuesta sexual en las mujeres es distinta y lo mismo sucede en el caso de la estimulación oral, la estimulación clitoriana y la penetración. Es algo muy personal.
La respuesta sexual no tiene por qué ser igual a la de otras personas ni ser igual que lo que otras personas han dicho que tiene que ser. Algo que para una persona puede ser muy placentero, para otra no tiene por qué serlo.
Las películas pornográficas y los contenidos eróticos suelen crear una imagen distorsionada de lo que es una auténtica relación sexual. Preocupa especialmente el caso de los adolescentes, ¿se está desvirtuando el sexo?
Sí, mucho. Verás, antes he hablado del orgasmo durante las relaciones sexuales. Y hay mujeres que no alcanzan el orgasmo cuando tienen sexo y que cuando ven una película o una serie ven que los protagonistas se corren en cuanto empieza la penetración. Y puede ser frustrante. En el porno o en las novelas románticas las mujeres tienen dos, tres o cuatro orgasmos y la lectora o la espectadora puede pensar que si ella no los siente es porque hay algo que no está bien en su cuerpo. Por eso hay que explicar cómo funciona el sexo y aclarar que no hay una forma correcta de disfrutar y que no se espera una reacción igual o concreta ante un determinado estímulo. Hablar de ello es fantástico porque lo más habitual es preocuparse por ello en silencio. Suele dar vergüenza preguntar o compartir experiencias.
«Es importante es normalizar que la respeusta sexual en las mujeres es distinta y lo mismo sucede en el caso de la estimulación oral, la estimulación clitoriana y la penetración. Es algo muy personal»
Dra. Karen Tang
Ginecóloga y cirujana
En España está muy normalizada la incontinencia urinaria y algunas mujeres ven normal hacerse pis cuando ríen, tosen o hacen ejercicio...
Un ejemplo más de que el hecho de que sea algo frecuente no significa que tengamos que lidiar con ello. El 75% de las mujeres mayores experimentan incontinencia. Y eso es algo que se vuelve común con la edad, pero existen muchos tratamientos. El más sencillo, por ejemplo, es la fisioterapia del suelo pélvico que además en Europa se conoce mucho más que en Estados Unidos. Incluso me consta que en Francia es habitual enviar a un fisioterapeuta especializado a las mujeres que acaban de dar a luz.
Mucha gente ni siquiera sabe que en la pelvis hay músculos y las pacientes se sorprenden al saber que ejercitarlos es importante para evitar la incontinencia, mejorar el orgasmo o prevenir el prolapso.
Y además de la fisioterapia del suelo pélvico hay otros tratamientos y también existen otros procedimientos como intervenciones quirúrgicas en la uretra. Y si hay necesidad de urgencia, pueden ayudar algunos medicamentos. En estados Unidos la especialidad se llama uroginecología y, entre otras cosas, se encarga de tratar la incontinencia provocada por los prolapsos de órganos, entre otros. Si es algo que afecta a la calidad de vida, hay que buscar ayuda médica.
¿Cuáles son los errores más frecuentes cuando se habla de la anatomía de la zona pélvica femenina?
En el libro 'No es histeria' cuento que cuando mi marido daba clases de ética sexual solía pedir a los estudiantes universitarios que dibujasen la anatomía sexual femenina y lo cierto era que casi nadie era capaz, especialmente en lo que tiene que ver con los órganos internos. No sabían dónde estaban ni cómo se conectaban.Hay un desconocimiento importante en el caso de la anatomía externa. Ni se sabe cuáles son los labios menores ni se ubica el clítoris. Y además casi nadie conoce el tamaño del clítoris, pues lo que se ve es solamente una parte minúscula. La mayoría del clítoris se encuentra debajo de la piel. Tengo una ilustración en la que se aprecia realmente cuál es el tamaño interior y abarca muchos más centímetros de lo que se cree y por supuesto de lo que se aprecia desde fuera. No se trata, por tanto de estimular solo la parte visual del clítoris, sino que se puede ayudar a alcanzar placer estimulando la parte interior o interna.
Habría que hacer a menudo esta pregunta: «¿Sabría dibujar los genitales femeninos internos y externos?» Desconocerlos no es una broma, es algo bastante serio. El hecho de que la mayoría de las personas no sepa cómo es la anatomía sexual femenina es una cuestión seria, aunque algunas personas se lo tomen a broma.
Además asegura que algunas cuestiones ginecológicas afectan al intestino o incluso a la vejiga...
Sí, no se suele relacionar porque se desconoce que estos órganos están muy cerca. Y es algo que deberíamos haber aprendido incluso en la infancia. Por eso en el libro he intentado sensibilizar especialmente sobre el conocimiento de la anatomía sexual femenina y sus conexiones con otros órganos.
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