Cómo saber si alguien cercano tiene depresión y cómo actuar

Este estado, que en muchas ocasiones no se puede saber a simple vista, puede surgir aparentemente de la nada o puede venir dado por la pérdida de un ser querido, por ejemplo, produciendo sentimientos persistentes de tristeza, desesperanza, impotencia, pesimismo o culpa. Sin embargo, no existe un camino que lleve a la depresión ya que cualquier acontecimiento relacionado con nosotros mismos puedes desembocar la depresión: que te echen del trabajo, tener a la familia lejos, no gustarte la ciudad en la que vives... Sería, por tanto, un trastorno mental caracterizado por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza asociados a alteraciones del comportamiento.

No obstante, la psicóloga Olga Albaladejo, de Top Doctos, comenta que nada tiene que ver un sentimiento de tristeza natural y adaptativo como resultado de haber perdido a alguien (o algo) a quien quería mucho, «con una depresión mayor como enfermedad propiamente diagnosticada por un psicólogo o psiquiatra». Los sentimiento o emociones surgen como consecuencia de acontecimientos concretos y nos permiten adaptarnos a la nueva realidad; nos mueven a la acción. Cuando su duración e intensidad son proporcionales a lo sucedido, hablamos de respuesta saludable.

Pero cuando se prolonga demasiado en el tiempo e interfiere con el desarrollo normal de nuestra actividad diaria, empezamos a hablar de un estado de ánimo deprimido. «Ahora es cuando la persona empieza a mostrar síntomas que forman parte del espectro de la depresión: tiene insomnio, o duerme de más; le cuesta concentrarse o le da vueltas constantemente a las mismas ideas o sucesos; su ánimo oscila mucho a lo largo del día, o está permanentemente triste; no tiene energía, se aísla, etc. Seguro que sabes de lo que estoy hablando porque es también normal que todos hayamos vivido en un estado similar en diferentes momentos de nuestra vida», dice.

Si este estado se mantiene en la gravedad de los síntomas, entramos ya en una enfermedad propiamente dicha: la depresión.

Pero esta enfermedad no solo trae cosas malas. Al contrario. Se ha visto que aquellas personas con un índice más elevado de inteligencia emocional consiguen reducir el riesgo de desarrollar problemas de salud mental, debido a que este método puede funcionar como regulación emocional, haciendo que los pacientes consigan gestionar sus emociones de manera positiva.

Tal como cuentan desde Deusto Salud, está muy ligada con la resiliencia, que permite a las personas enfrentarse a los problemas con una visión positiva y recuperarse de ciertas situaciones complicadas, como pueden ser algunos momentos de estrés o las adversidades.

El hecho de construir relaciones interpersonales saludables, como hemos comentado anteriormente, es clave para luchar contra este trastorno. La inteligencia emocional nos permite construir relaciones basadas en la empatía y en la comprensión de los sentimientos de los demás.

Por último, dos partes muy importantes que potencia esta metodología son la autoestima y la autoconciencia, valores que se ven muy relacionados con una buena salud mental.

Tanto para uno mismo como para saber ver si una persona a la que queremos tiene indicios de depresión, hay que prestar atención a las señales.

La psicóloga Paloma Rey comenta que algunos aspectos pueden ser indicadores de que una persona está padeciendo depresión. Ella destaca los siguientes:

- Bajo estado de ánimo y facilidad para el llanto. Quizá sea el primero porque se hace notable muy fácilmente. Sin motivo aparente, las personas con depresión pueden recurrir al llanto, o presentar ojos vidriosos.

- Olvidos. Una característica común de la depresión son los olvidos frecuentes. Se observa que las personas con esta dificultad empiezan a olvidar cosas de su vida diaria repentinamente. - Distracción: En la misma línea, se puede detectar que estas personas están muy distraídas, se quedan calladas en las conversaciones o a perderse en las mismas. Son personas que anteriormente no presentaban este patrón.

- Irritabilidad. «La persona que, hasta ese momento, parecía ser tranquila y calmada, con la que se podía conversar pacientemente, empieza a mostrarse más irritable, enfadarse con más frecuencia y con mayor intensidad», señala Paloma Rey.

- Aislamiento social. Personas que empiezan a evitar realizar planes sociales, argumentando estar muy ocupadas o no tener tiempo. Generalmente, los planes que les generan rechazo son aquellos que anteriormente realizaban sin dificultad.

- Menos efectividad. Se observa que las personas con depresión ven disminuida notablemente su efectividad en las tareas que desempeñan, necesitando más tiempo y cometiendo más errores.

Y ellos, ¿qué esperan de nosotros, los que les acompañamos en la depresión? Según opina Olga Albaladejo, una de los síntomas de la persona deprimida es la desesperanza, por lo que podrían no esperar nada. «Se sienten tristes, vacíos, no encuentran placer en nada, ni la energía para acercarse a las personas y las cosas que antes les hacían bien. Se sienten inútiles, culpables o inapropiados y les cuesta concentrarse hasta para realizar tareas sencillas o tomar decisiones. Por eso también empiezan a tener pensamientos recurrentes sobre la inutilidad de la vida, o la muerte», explica.

La Dra. Sully Bolaño, psicóloga en Clínicas López Ibor, comenta lo siguiente: «La carga de la depresión no recae únicamente en quienes la padecen, sino también en sus familias. Convivir con alguien con depresión también puede ser desafiante para ellos, quienes deben cuidar de su bienestar emocional. Para apoyar a un ser querido, se sugieren pautas como mostrar empatía, ofrecer apoyo y compañía, alentar la búsqueda de ayuda profesional y fomentar la activación a través de actividades graduales». Es muy importante intentar comprender las propias emociones y el funcionamiento de las mismas en su comportamiento y buscar apoyo si es necesario, manteniendo y fomentando una actitud proactiva hacia la recuperación por parte del pacientes y su contexto.

Es importante para las personas que están a su lado no tomarse estos síntomas como comportamientos mal-intencionados, entender que se trata de una enfermedad de la que el enfermo no es ni responsable, ni culpable y por tanto, ayudarle a encontrar la ayuda profesional que necesita.