Cómo superar la pérdida de un ser querido

La autora reúne en su relato la ciencia de la psicología positiva con una voz que destila sabiduría y sensibilidad . Recurre a sus propias experiencias y a relatos de allegados y alumnos para ofrecer a todo aquel en proceso de duelo meditaciones y herramientas con las que reencontrarse y crear algo nuevo.«Cuando avanzamos hacia una vida que nos nutre, el mundo acude a nuestro encuentro con las manos llenas de consuelo , reparación y un profundo significado vital», explica María Sirois, que completó su doctorado en la Escuela de Psicología de Massachusetts (EE.UU.).

Hay quienes después de una pérdida se muestran bien y pasado un tiempo es cuando realmente viven el duelo. ¿Por qué ocurre esto?

Muchos de nosotros nos encontramos bastante bien después de un fallecimiento : puede ser porque todavía estamos en estado de shock y la realidad completa no nos ha golpeado o porque hayamos estado rodeados de un amor tremendo durante los primeros meses, y luego ese apoyo se desvanece y ahora nos quedamos solos. A menudo, la pérdida golpeará más fuerte meses después porque tenemos que enfrentar el final de los sueños que habíamos conectado con esa persona, y lleva mucho tiempo crear nuevos propósitos y construir una nueva realidad que nos respalde. Con el tiempo, la dureza del día a día de no tener a esa persona se vuelve agotadora... Muchas veces ocurre que nos sentimos peor cuanto más tiempo ha trascurrido desde ese adiós.

¿Por qué algunos familiares o amigos se desmoronan y otros se fortalecen ante una pérdida?

La capacidad de fortalecerse después de la pérdida se basa en algunas cosas. La primera es la disposición para crecer, para permitirse experimentar sufrimiento y avanzar hacia el crecimiento y la reconexión con la vida. También existe alguna sensación de apoyo en el mundo: es muy difícil salir del dolor y el sufrimiento si nos sentimos completamente solos en el mundo. Todos necesitamos al menos un alma que se preocupe, ya sea un amigo, pareja, pariente o terapeuta en el que podamos apoyarnos y que podamos apoyarnos.

Y tercero, necesitamos saber, ya sea a través de nuestra propia experiencia, a través de nuestra voluntad de aprender de los demás, o a través de guías expertos, que de todos modos es posible estar triste y experimentar generosidad y bondad en la vida . Necesitamos un camino hacia adelante, con pasos prácticos e inspiración.

Muchas personas, por el qué dirán, no reanudan sus vidas después de una pérdida. ¿Cómo enseñarles que sentirse mejor no significa que hayan olvidado?

Debemos ser más conscientes y hábiles para comprender que la verdadera capacidad de recuperación no significa ser feliz o triste... La capacidad de recuperación y la prosperidad realmente nos obligan a aprender a mantener ambas cosas. La tristeza y el dolor no eliminan la posibilidad de sentir calor, amor y esperanza.

En segundo lugar, la felicidad o el significado pueden, de hecho, surgir de la pérdida: recordar lo que nuestro ser querido amaba hacer o quería revivir puede permanecer vivo dentro de ti. Mi hermano era mucho mejor para probar cosas nuevas, después de su fallecimiento, comencé a sentirme más cerca de él al decidir que podía correr más riesgos.

Tercero, la sensación de avanzar del dolor no se trata de olvidar, eso sería un malentendido, sino de crear un nuevo significado, un nuevo propósito o sentido de vida que incluya la pérdida para que aún honremos y reconozcamos a nuestro ser querido y continuemos creciendo hacia una nueva vida.

En su libro «Pequeño curso de felicidad para enfrentarse a una pérdida (y a otras situaciones difíciles y oscuras)», da importancia a la respiración. ¿Qué papel tiene cuando nos enfrentamos a una pérdida?

La respiración hace mucho por nosotros. Cuando tenemos dolor, aprender a respirar profundamente proporciona un respiro psicológico y fisiológico momentáneo. Nuestro cerebro comienza a calmarse, nuestro ritmo cardíaco puede disminuir y creamos un espacio mental. La respiración crea espacio, la oportunidad de considerar cuál podría ser el próximo mejor pensamiento, o acción, o cómo queremos manejar nuestro dolor. Un día podríamos querer calmarnos descansando. En otro momento, podemos querer hablar con alguien que haya tenido una pérdida similar. Saber cuál podría ser la próxima mejor acción se apoya mejor aprendiendo a respirar, pausar y luego elegir.

¿Cómo refugiarse en la esperanza después de una pérdida importante?

La esperanza, esperanza verdadera y útil, requiere de tres elementos:

El primero es la capacidad de enfrentar la realidad, sentir nuestros sentimientos, enfrentar el dolor tal como es y no negarlo. Después habría que elegir no solo quedarse en la dolorosa realidad, sino construir un «y» que nos mueva hacia adelante.

Por último, dar pequeños pasos que nos acerquen a un futuro ligeramente mejor. No es un futuro perfecto, sino uno en el que estemos en paz con nosotros mismos.

Mi sentido de esperanza después de la muerte de mi hermano se definió por mi elección de, poquito a poco, comenzar a decir sí a las nuevas actividades, a las que hubiera dicho que no en el pasado. Tenía la esperanza de poder encontrar una vida que me inspirara, viviendo en algo que significara algo para mi hermano.

Maria Sirois ha elaborado una especie de lista con consejos para sobrellevar, de la mejor manera posible, la pérdida de un ser querido. Desde su propia experiencia, estos son los consejos que da:

- Debemos darnos permiso para sentir nuestra tristeza ; es importante no escondernos de ella.

- Deja lugar a sentimientos positivos. Dice Maria Sirois que «mientras sentimos tristeza y otros sentimientos como arrepentimiento, enfado o confusión, debemos dejar espacio para otros sentimientos que surgen como son la gratitud por el amor que nos llega o el alivio por la amabilidad que otros han demostrado. Permitir espacio para todos los sentimientos es importante».

- No hay que aislarse. «Cuando tenemos un gran dolor, tendemos a alejarnos de los demás, y queremos proteger nuestros corazones, pero queremos asegurarnos de permanecer conectados con los demás y con la vida. Esto significa, para muchos de nosotros, que debemos aprender a aceptar ayuda, pedir ayuda, llegar a otros en los días malos y aprender a confiar en que otros estarán allí para ayudarnos», sentencia la psicóloga.