Te pareces cada día más a tu madre y tu cerebro tiene la explicación
Nuestro subconsciente nos empuja a repetir un patrón porque nos resulta familiar y porque lo hemos aprendido en la infancia
Madres tóxicas: ocho características que las diferencian
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Iniciar sesiónConductas, decisiones, esquemas de vida, errores, desarrollo profesional, relación con el dinero... La sociedad ha normalizado el hecho de que los hijos repitan a menudo los mismos patrones que los padres aunque estos sean poco deseables. Desde los fracasos en el trabajo hasta las ... relaciones tóxicas, pasando por la baja autoestima o la escasez de dinero, todo parece formar parte de una espiral en la que se cae de forma forzosa, como si los hijos estuvieran condenados a ser una proyección de la vida de sus padres.
¿Pero acaso son ineludibles estos patrones repetitivos y nocivos? Tal como asegura Maïte Issa, coach y autora del libro 'Tu éxito es inevitable', en realidad sí que es posible cortarlos de raíz pero para ello es importante analizar previamente cómo se originaron. «La madre es el primer ejemplo femenino y a través de su comportamiento y reacciones integramos lo que está bien o mal, independientemente de que esos comportamientos puedan ser tóxicos», apunta Issa. Así, si durante la infancia una mujer ha visto a su madre sufrir bajo la presión de los estándares de belleza, ha sido testigo de que estaba a dieta constante o ha visto como se criticaba frente al espejo o se quejaba de su cuerpo y de sus canas, es probable que repita esas formas de hacer.
«Puede que no estés de acuerdo a nivel consciente en todo lo que has visto de tu madre, pero eso tiene poca influencia en el hecho de que repitas o no ese patrón»
Maïte Issa
Coach y escritora
La explicación a esto reside en que su subconsciente ha integrado que no tiene derecho a aceptarse tal y como es y que debe buscar la perfección. «Puede que no estés de acuerdo a nivel consciente en todo lo que has visto de tu madre, pero eso tiene poca influencia en el hecho de que repitas o no ese patrón. Nuestra mente subconsciente empuja a repetir un patrón porque solemos replicar lo que es familiar, lo que hemos aprendido de niños. Repetimos traumas en un intento inconsciente de sanarlos y crear un final feliz», argumenta la coach.
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Esta necesidad compulsiva por solucionar los asuntos pendientes suele verse, según apunta Issa, en los casos en los que esas personas no se sintieron bajo un clima de protección y de amor ni tampoco sintieron que lo tuviera su madre. «Esto lleva a que esas personas se sientan atraídas por el mismo tipo de relaciones, esperando así ganar maestría y control sobre su experiencia en la infancia. Sin embargo lo que sucede realmente es que se repite el patrón una y otra vez hasta que, de alguna manera, se pueda reconocer y sanar», revela.
Los patrones que más se repiten
Algunos de los patrones más comunes que suelen repetir los hijos están relacionados con apegos emocionales, dinero, trabajo y autoestima. Estas son las reflexiones que apunta la coach en torno a ellos:
- La madre sacrificó su carrera, su tiempo y su felicidad por los hijos y se lo hizo saber en cada discusión con ideas del tipo «lo he dado todo y sois unos desagradecidos». Sus hijos intentaron muchas cosas para que estuviera mejor, pero sintieron que fallaron y que es una tarea imposible. De mayores perseguirán el papel de rescatistas y se sacrificarán a sí mismos para solucionar los problemas de los demás.
- La madre dejaba la gestión del dinero en manos del padre y los hijos entendieron que el dinero es cosa de hombres y que algún día vendría alguien a ocuparse de sus finanzas. Los hijos vivirán sin planificación, sin pensar en el futuro, con miedo al dinero y gastando cada céntimo que ganan. Este tipo de patrón suele repetirse cuando el dinero es algo tabú y no forma parte de la educación.
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- La madre gastaba todo el dinero en la familia y en los demás y no compraba nada para ella de modo que daba todo sin saber recibir. Esto hizo que los hijos se sintieran culpables si hacían algo para sí mismos sin haber pensado antes en regalar y que se sintiesen en deuda con las persona que les hicieran un regalo creyendo que deben regalar aún más grande para ser merecedores de su amor.
- La madre lo hacía todo y no enseñaba a hacer nada. Eso hizo que a los hijos les costase trabajar en equipo, delegar y confiar en los demás. Acaban agotados y sienten que fracasan si piden ayuda, al tiempo que relacionan su valía con la cantidad de cosas que hacen.
La respuesta está en el cerebro
Lo habitual es que la mayoría acepte como verdad absoluta lo que nos dicen, lo que comparten o lo que vemos que hacen nuestros padres o cuidadores adultos. «Hasta los ocho años no está completamente formada la corteza prefrontal, que es la parte del cerebro responsable del razonamiento y la lógica. Por eso hasta ese punto nos cuesta discriminar entre lo que consideramos que es verdad y lo que no», comenta la coach. Es cierto que tenemos más fuentes de información además de los padres o cuidadores, pero lo que sucede, tal como aclara Issa, es que estamos diseñados para aceptar primero lo que dicen ellos pues desde el punto de vista evolutivo es necesario estar alineados con quienes aseguran la supervivencia.
Durante esos primeros años, por tanto, se forman las creencias a través de tres vías: lo que escuchamos, lo que vemos y lo que experimentamos. Y esas creencias se alojan en el subconsciente que, según explica la coach, ocupa el 95% de la actividad mental. «Podemos intentar hacer algo diferente con nuestro 5% de mente consciente pero existen ideas fijas que están saboteando desde ese otro 95%», asegura.
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La experta asegura que la razón por la que se repiten algunas situaciones reside en que las creencias que las sustentan no han cambiado, aunque se hayan hecho esfuerzos para ello. Un ejemplo de esta dinámica puede ser el de una persona que repita patrones de escasez económica: «Aunque gane más dinero, reduzca gastos y ahorre siempre acabará perdiendo sus recursos en otras circunstancias pues solo habrá cambiado el entorno, pero no los fundamentos que lo ocasiona», comenta la autora de 'Tu éxito es inevitable'.
Pasos para dejar de repetir patrones
La clave, por tanto, para cortar algún patrón nocivo o limitante está en el análisis y la acción a través de estos pasos:
1. Reconocer el patrón. Si una situación se repite más de tres veces, podemos ver en ella un patrón.
2. Decidir que no es nuestro. Identificar de dónde viene, averiguar cómo se ha integrado en nuestra vida y tener claro que no nos pertenece y que no nos beneficia.
3. Elegir otra manera de actuar. Para ello se contará con la ayuda profesional que permita alcanzar los puntos ciegos en las creencias limitantes que todos tenemos.
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