puntadas sin hilo

Judas de plástico

La renuncia expresa a la autenticidad se consolida como una seña de identidad de estos tiempos

Uno de los fenómenos sociológicos en auge que deja el agonizante 2023 y al que apenas se presta atención mediática es la creciente aceptación de falsificaciones como artículos de consumo. El 20% de los españoles ha comprado productos falsificados de forma intencionada en los últimos ... doce meses, el segundo país con una media más alta en la UE, solo por detrás de Bulgaria (24%). Lo llamativo del asunto no es tanto el delito en sí, que siempre ha existido, como el hecho de que la falsificación haya perdido su connotación negativa para ser exhibida sin reparo alguno. Por definición, el objetivo de la copia es sustituir al original sin que se advierta el engaño, pero en los últimos tiempos no solo se ha naturalizado el uso de artículos manifiestamente falsos, sino que se ha puesto de moda entre los jóvenes –y no tan jóvenes– presumir de falsificaciones. El mundo al revés.

Ciertamente, la renuncia expresa a la autenticidad se va consolidando como una de las señas de identidad de estos tiempos. Ocurre desde luego en la moda, donde asoma un culto 'freak' a lo falso y el uso de complementos de verdadero lujo se percibe como un exhibicionismo snob y decadente. También en la música, un ámbito en el que el 'autotune' ha vencido definitivamente al talento. Hace unos años se formó un escándalo mundial cuando se descubrió que los componentes del dúo Milli Vanilli, dos morenos apolíneos, no cantaban realmente; hoy se acepta sin remilgos que se distorsionen las voces de hermosos guayabos para convertir sus graznidos en acordes melodiosos. Un proceso similar se produce en la escritura, donde los nuevos programas de IA están sustituyendo al cerebro humano sin problema alguno. No, el hecho de que en 2023 se multiplicase por diez el número de novelas presentadas al premio Planeta no se debe a una explosión de creatividad literaria, sino a la generalización del uso de Chat GPT. En la gastronomía comemos sin reparo hamburguesas de tofu y se experimenta con la 'mimetic food', que anuncia chuletones creados en copiadoras 3-D a base de proteínas vegetales. Y en la información, ay, qué les voy a contar. La gran frustración de los periodistas no es que haya muchas 'fake news', sino que se consuman alegremente sin que al ciudadano le importe gran cosa su veracidad.

Desde las pasadas elecciones generales me he preguntado con frecuencia cómo un país puede votar a un candidato que ha perdido su credibilidad. La elección como líder de alguien que no cumple su palabra contraviene el más elemental principio político, que es la confianza. Es decir, elegir a un tipo del que te fías. Se puede argumentar que se trata de un voto de clase, de reafirmación identitaria, algo que era frecuente en Andalucía con el PSOE. Pero es que Sánchez es un socialista 'fake', porque no actúa conforme a los principios del socialismo. Este fenómeno de aceptación de lo falso como ejercicio de modernidad, sin embargo, explica la superviviencia política de Sánchez. Es el líder perfecto en un mundo que desdeña lo auténtico para besar a los Judas de plástico.

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