EL CONTRAPUNTO
Sánchez y las mujeres
Pedro 'el Guapo' se rodea de féminas sumisas que cumplen su voluntad, pero otorga su confianza a gañanes como Ábalos, Cerdán o Salazar
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Iniciar sesiónEl feminismo de Pedro Sánchez es el mismo que el de José Luis Ábalos: «Soy feminista porque soy socialista»; o sea, una contradicción en los términos, a tenor de lo que vamos conociendo. Al exsecretario de Organización del PSOE le gustan las mujeres, aunque ... no precisamente del modo que encajaría en la cualidad que se atribuyó con esa proclama chulesca. A él le van las chicas de catálogo que cobran por colmar las ansias de dominación de tipos como él, cuya idea de las relaciones íntimas implica cosificarlas hasta convertirlas en objetos destinados a darle placer. El hecho de que se haya pagado el vicio con nuestro dinero añade un punto más de gravedad al escándalo, que en términos morales y desde luego feministas resulta repugnante en sí mismo. Lo del jefe de la banda es más sutil, pero no menos machista, sino más, por abarcar todo el espectro de conductas y actitudes destinadas a transformar a las mujeres en floreros al servicio de su persona, o piezas a batir cuando osan plantarle cara.
Sánchez se rodea de féminas sumisas que cumplen su voluntad, pero otorga su confianza a gañanes como Ábalos, Cerdán o Paco Salazar, altísimo cargo de Presidencia y del partido, a quien ha estado protegiendo durante meses, a pesar de las denuncias de acoso sexual formuladas contra él por sus propias compañeras. A Sánchez le complace la loa obscena de su Torquemada en Hacienda, María Jesús Montero, también defensora del baboso acosador, así como la obediencia perruna de Pilar Alegría, su ministra portavoz, siempre presta a decir una cosa y su contraria a medida que él 'cambia de opinión'. Ese es su modelo de 'colaboradora': complaciente y calladita, salvo para darle la razón. A las que tienen algo de criterio propio, como Elena Valenciano o Adriana Lastra, las aparta.
Sánchez no tuvo reparo en casarse con la hija de un empresario enriquecido con los prostíbulos, que echaba una mano en el negocio familiar ocupándose de los pagos en metálico de la publicidad inserta en la revista 'MENsual'. Una vez alcanzado el poder, vio absolutamente natural que ella dirigiera un máster sin tener una licenciatura, recurriendo a la «vía marital». Begoña Gómez ha ascendido deprisa por esa vieja escalera a hombros de su esposo, encantado de utilizar su influencia para ayudarla a trepar.
El peligro a sus ojos reside en quien, como Isabel Díaz Ayuso, se ha labrado una carrera en solitario, sin necesidad de padrinos o maridos, hasta conseguir un amplio apoyo popular. La presidenta madrileña es una feminista auténtica, no de palabra sino de obra, que se enfrenta a él sin ningún miedo y se atreve a refutar sus dogmas. Por eso le obsesiona hasta extremos enfermizos. Por eso emplea contra ella la munición más rastrera. Pedro 'el Guapo' no soporta el desafío de una mujer.
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