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todo irá bien

Nadie que te lo diga

Si ni siquiera en su mejor versión nadie es imprescindible, imagínate si das algo menos, querido

Hambre de amor

Lo que el Papa ha hecho de mí

Salvador Sostres

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Aún es menor de edad y aunque su familia y entorno viven de él, no tiene a nadie que le explique cómo en la noche se han echado a perder grandes futbolistas. Mira con desprecio a los que le advierten, «mientras gane no pueden ... decirme nada». Deportistas, políticos y artistas perfectamente adultos, y estructurados, pagan cuantiosas cifras a toda clase de asesores y consultores cuyo trabajo acaba siendo protegerlos, la mayor parte del tiempo, de sí mismos. Existen los competidores, los errores, las crisis reputacionales. El mal existe y con mucho bien tratamos de compensarlo. Pero más que grandes escuderos, lo que solemos necesitar es un diván con la terapia concreta de que tú mismo tengas que escuchar el silencio que tras tus excesos has dejado. Confieso –por si no lo habían notado– que yo he necesitado este diván en momentos menos tranquilos de mi vida.

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