Sánchez tiene razón

Traslademos la ecuación al plano político. A muchos se les llena la boca de preocupación ante el bloqueo actual cuando no debería sorprender a nadie. Descolocante sería ver a Otegi defender la unidad de España, pero si comprendemos –no justificamos– la política, sociedad y legalidad españolas todo resulta diáfano. Por eso me deja perpleja la insistencia de Feijóo en aquello del gobierno de la lista más votada, cuando el PP mismo no lo cumple. Y no lo hace porque así es nuestro sistema electoral, está en su derecho. Los populares apelan, además, al sentido de Estado de Sánchez. Si se hubiera popularizado el eslogan «Acabar con el gumpertismo» yo habría soltado tremenda carcajada ante la carta de Feijóo. Y no sólo por orgullo, sino porque mis votantes no me perdonarían una renuncia de tal calado. Otro mantra del PP que me deja loquísima: si no fuera por Vox esto no habría pasado. Que es lo mismo que decir que si no fuera porque el Real Madrid juega en la Liga, el Atlético podría haber arrebatado al Barça el primer puesto. Mi duda es la siguiente: ¿el PP cree de verdad que estos argumentos son inapelables o son mera herramienta de comunicación? Si es lo último deberían darle un repasito, porque no les funcionó el 23J.

El elefante en la habitación que casi todos ignoran –excepto Vox, que lo denuncia de forma explícita, y Sumar y PSOE que empiezan a introducir la idea de forma soterrada– es que España es un sistema federal en la práctica en el que, además, se ha otorgado una representación desproporcionada a regiones con gran número de votantes que buscan a cara descubierta la ruptura nacional. Hemos admitido hasta el agotamiento, ¡qué buenos somos!, la legalidad de casi cualquier partido, y ahora nos horrorizamos de que la gobernabilidad de España descanse en quienes no ocultan que desean la independencia a corto plazo. Esto es como aquello de poner tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias, con la variante perversa de que se pone en la picota al único partido que ha denunciado todo esto sin complejos. Ver para creer.