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el burladero

Donde quiera que esté volveré al verde

El Betis es una nación que no aparece en los mapas, pero sí atesora una desbordante geografía sentimental

Ese penetrante olor a cadaverina

¿Qué quiere exactamente Ábalos?

Carlos Herrera

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También me gustas cuando pierdes, cuando vistes con la ruina y los rencores y el plomo, que no hace tanto de eso. A otros les ahoga el olor a moribundos transitando inútilmente por las tinieblas. Otros andan deshojando cumbres, o eso creen, mientras tú tropiezas ... por esos rectángulos de luz que proliferan en Europa. Allí donde la atávica sombra de la derrota se hizo carne, hubo destellos que nos hicieron abrazarnos y lloriquear, hinchar el pecho tantas veces castigado –corre, Isco, corre–, y olvidar que hemos estado tejiendo y destejiendo esta red durante mas de cien años y que la puta pelota hay que meterla. Tranquilos: estamos acostumbrados a cruzar y recruzar los miedos, a navegar en un barco que busca siempre su naufragio. El bético es un animal cansado acostumbrado a jugar a los ahogados, a dormirse con el arrullo de palomas viudas. Pero también a despertar de golpe, y renacer, volverse a criar en verde –que alguien pare a ese negro que corre tanto–, al fuego del sagrado deletreo de su nombre y sus oraciones. El Betis es una nación que no aparece en los mapas, pero sí atesora una desbordante geografía sentimental. Es, incluso, una forma de repatriarse, diría yo, a una patria menor con un collar de uvas al cuello para endulzar el trago. Acaba el primer tiempo. No rematar al enemigo es una garantía de que su venganza puede ser terrible, parece que nunca aprendemos. ¿El Chersi?, ¿Quién es el Chersi? Me están creciendo sogas tensas desde el cuello y me vienen a la cabeza aquellas tardes que se sucedían amortajadas, de cuando perdimos la cuenta de las veces que nos abandonó la fortuna. Gol del inglés. No pasa nada, aún está tu nombre de esmalte encendido en plano de igualdad. De todo se sale. No me doy por vencido. Hubo un tiempo en que no teníamos más jardín que los barcos alejados por el Guadalquivir y mira hoy, uno a uno contra estos tíos que corren tanto. Toda nuestra vida ha sido una perpetua víspera, una espera convertida en melodía aguardando el momento de pasear por la calzada de esa luz que sobresale por encima del tiempo. Gol del Chersi. En nuestra vida todo ha estado por ganar y todo por perder, pero aquí hay peste a grajo y a estos tipos les salen sables por los ojos. Serenidad, crecer es olvidar mal, y por eso somos recortados. La letra va llaneando por este artículo recordando el punto del pecho en el que se nos fundó el Betis, pero sé que el tercero puede caer en cualquier momento, y me pongo a pensar en la trascendencia y en las praderas de mimbre y en esas cursilerías. ¿Lo ves?, el tercero. Ya me sangra la letra y me estoy poniendo perdido. Otro gol. Me voy contigo. Ahora mismo, pasado presente y porvenir se juntan en el quicio de esta puerta de salida. Nada importa. Donde quiera que esté volveré al verde. Te quiero, Betis mío.

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