avenida de américa

«Ahora el intercambiador está muy bien, pero las obras han sido un infierno»

Los comerciantes, vecinos y usuarios del transporte público que han sufrido las penalidades de la reforma celebran que llegue a su fin, aunque no olvidan el calvario que han soportado desde 2010

«Ahora el intercambiador está muy bien, pero las obras han sido un infierno» Isabel b. permuy

marta r. domingo

Un patinador se desliza por la explanada que hay frente al acceso al intercambiador de Avenida de América . Mientras, algunos viajeros se toman un refresco en la terraza del bar colindante a la estación y una mujer pasea a su perro. Esta situación, por ... corriente que parezca, ha sido una excepción en los últimos meses. Las obras de remodelación del enclave, que se han dilatado durante tres años , están a punto de culminar. Los vecinos, comerciantes, usuarios del transporte público y conductores que han sufrido las penalidades de la reforma celebran la mejora, aunque no olvidan el calvario que han soportado desde el verano de 2010.

«Ahora da gusto, está muy bien, pero las obras nos han perjudicado mucho. El polvo, el ruido y el calor eran insoportables», comenta Marisa Méndez mientras espera a que suba el ascensor para poder bajar cómodamente la silla de hijo. «Durante los primeros meses de embarazo, que coincidieron con el verano, evitaba a toda costa pasar por aquí. Era un verdadero infierno», reconoce la mujer.

Tres chalecos reflectantes destacan a lo lejos. El repiqueteo constante de los martillos de los obreros indican que aún quedan algunos cabos sueltos para culminar la remodelación. La transformación de la superficie, que afectó al tráfico al provocar constantes desvíos, comenzó en 2012. Una fecha en la que estaba previsto que concluyeran todas las mejoras, pues el Consorcio Regional de Transportes pretendía ejecutarla por completo en un plazo de 20 meses. «Hubo un tiempo en el que cambiaban el itinerario para coger el autobús cada dos por tres. En hora punta se formaban tapones y choques porque la gente se confundía. Fue bastante caótico», explica Francisco Gutiérrez, usuario habitual del 114, que lleva al Barrio de Barajas.

Las taladradoras y las vallas que convirtieron en un laberinto el acceso al suburbano y a la terminal de autobuses, han dejado paso a largos pasillos con aire acondicionado. «Vivo en Alcalá de Henares y trabajo en el centro de Madrid. Odiaba perder el autobús que me lleva a casa porque esperar aquí dentro era agobiante con tanto humo», cuenta Belén Sanz, una de los 215.000 usuarios que se han beneficiado de los nuevos aireadores para la salida de humos y las mamparas instaldas en las islas entre las dársenas. Como ya ocurre en los intercambiadores de Moncloa , Príncipe Pío y Plaza Elíptica , estas barreras transparentes separan físicamente la zona de espera de los viajeros con los autobuses.

Repercusión económica

El intercambiador de Avenida de América cuenta con 36 dársenas y 47.850 metros cuadrados de superficie. En este lugar hacen parada 13 líneas interurbanas de autobús, 12 líneas de la EMT y cuatro de Metro. Además, las nuevas rampas de acceso al intercambiador han supuesto un incremento de la superficie de entre 6.000 y 8.000 metros cuadrados.

Esto se traduce en un total de 40 millones de usuarios al año. A priori, parece un lugar ideal para instalar un negocio. Sin embargo, los comerciantes han visto reducido casi a la mitad sus ingresos por las dilatadas reformas. «He estado siete meses cobrando la mitad porque me han reducido las horas. Las obras han sido devastadoras para nosotros», se lamenta Raquel, la empleada de una tienda de alimentación que hay en la planta -1.

Su negocio está en una esquina mucho menos transitada que el espacio donde estaban instalados originalmente: al lado de uno de los accesos y de las dársenas de los autobuses interurbanos. «Esperamos volver allí en unos dos meses, si no se retrasa más», cuenta la dependienta después de toser en varias ocasiones. Bebe un trago de agua y continúa: «encima, soy asmática. Me pasaba el día limpiando el polvo, ya no solo por mantener la tienda limpia, sino por mi propia salud. Para mí han sido meses muy duros», reconoce. «Al menos, lo peor ya ha pasado y no vamos a tener que sufrir más».

«Ahora el intercambiador está muy bien, pero las obras han sido un infierno»

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