Galicia
Lidia Senra purgó a una abogada de su sindicato porque su marido era de la CIG
La número cinco en la lista de IU a Europa se vengó así de una demanda de la CIG. Lo impulsó durante su etapa como secretaria de Organización de este sindicato agrario
Anova-Irmandade Nacionalista, el partido creado por Xosé Manuel Beiras tras su aparatosa salida del BNG en 2012, se define en su «Tesis política» como heredero de «las clásicas culturas de la izquierda y también las lecturas realizadas a la luz del ecologismo, el feminismo, el anticonsumismo y el antiautoritarismo». Lo que no cuentan es que el pasado político de su ahora candidata al Parlamento Europeo, Lidia Senra, está plagado de hitos en los que demostró un autoritarismo y un machismo rampantes, que quedaron negro sobre blanco en el despido de una trabajadora de la organización que presidía, simplemente, porque no le gustaba la militancia política de su marido. Así es la número cinco de la lista de Izquierda Unida a los comicios de mayo, una mujer que, según los sondeos, tendrá la responsabilidad de defender a Galicia ante las instituciones europeas.
Corría octubre de 2008. Lidia Senra, tras 18 largos años dirigiendo el Sindicato Labrego Galego (SLG una organización agraria de corte nacionalista), decidió dejarle el puesto de secretaria general a su segunda de a bordo, Carme Freire. Pero Senra no estaba dispuesta a ceder el control de una organización que había moldeado a su antojo, por lo que permaneció en la Ejecutiva que presidía Freire como secretaria de Organización y Finanzas, «número dos» con un poder absoluto en lo que respecta a la gestión interna del SLG. El control de Senra sobre Freire era tal que fuentes cercanas al sindicato aseguran que la función de la secretaria general era solo «dar la cara y ser la responsable pública del trabajo de su encargada de Organización». «Una marioneta», según la califican otros.
El paso de la ahora candidata al Parlamento Europeo a un discreto segundo plano dentro del SLG fue más contestado de lo que a ella le hubiese gustado. En el VII Congreso de la organización, en noviembre de 2007, se presentó una candidatura alternativa a la de Carme Freire. Aunque ganó ampliamente, con el 75% de los votos, a Lidia Senra no le bastó con que los que la criticaban fuesen derrotados en las urnas y se dispuso a retirarles a todos el carné del SLG.
21 polémicos despidos
Personas que siguieron muy de cerca la concienzuda limpieza de la oposición puesta en práctica por la secretaria de Organización aseguran que fue expulsando, uno a uno, hasta a 21 sindicalistas. «A los que no pudo echar les hizo la vida imposible para que se fuesen ellos», afirman amargamente.
Es inusitado que un sindicato tenga que defender los derechos de los trabajadores de otro sindicato, pero en el SLG tuvo que ocurrir. La Confederación Intersindical Galega (CIG) intercedió por los despedidos y denunció «casos de acoso laboral» y que Senra tenía «una lista negra» reservada a sus opositores. Huelga decir que la CIG entró de lleno en esta lista tras estas demandas.
Así, en octubre de 2008, la abogada Belén Rodríguez, trabajadora del SLG en régimen de colaboración, recibía un burofax firmado por la secretaria general, Carmen Freire, pero cuyo contenido había sido pactado por la Ejecutiva que controlaba en la sombra Senra.
El texto explicaba que el sindicato había decidido, unilateralmente, despedir a la abogada en un plazo de tres meses tras la recepción del burofax.
El SLG refería ningún comportamiento laboralmente reprochable de su abogada, sino que reconocía que el despido se producía por motivos puramente personales. «Se da la circunstancia de que usted mantiene una relación conyugal o análoga con una persona vinculada laboralmente con la CIG. Esta organización ha presentado diversas demandas y reclamaciones judiciales contra el SLG, figurando la persona a la que se hizo referencia como apoderada para actuar en diversos asuntos en representación de la parte que demanda al SLG», concretaba en su punto 4.
Al sindicato que pilotaba la destacada miembro de Anova le resultaba «incómoda» la situación, pues podría existir «indeseable contradicción de intereses y un eventual compromiso para la necesaria independencia». El escrito no aportaba ninguna evidencia de estas acusaciones. Lidia Senra, que podría ser europarlamentaria, no necesita pruebas para condenar a sus enemigos o, al más puro estilo de la mafia, castigar a sus familiares.
