¡Peligro, bazuca!: el arma que ha frenado a Rusia en Ucrania
Los lanzamisiles Javelin, NLAW o lanzagranadas españoles C90 son empleados en la guerra desigual entre el Ejército ucraniano y el ruso
‘Dispara, olvida y frena el avance del convoy’ podría ser el lema de estas armas que han puesto en cuestión la viabilidad de los carros de combate
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Esteban Villarejo
La guerra en Ucrania nos ha devuelto, una vez más, el paradigma de David contra Goliat en versión siglo XXI. Una de las claves en las que ha descansado la feroz defensa (y contraataque) del Ejército ucraniano contra el avance de los blindados y ... vehículos rusos son las conocidas como ‘armas anticarro o antitanque’, en su versión lanzamisiles o lanzagranadas.
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Las primeras son más apropiadas para despachurrar un carro de combate: aquí entran algunos nombres como el estadounidense Javelin o el británico-sueco NLAW. Las segundas son más empleadas para inutilizar vehículos de transporte militar u otro tipo de blindados algo más ligeros que un tanque y que forman parte del convoy militar: en este apartado entran, por ejemplo, los 1.370 lanzagranadas españoles C90 que el Gobierno de Sánchez envió al Ejército ucraniano.
Clave al inicio de la guerra
Ambos tipos de ‘arma anticarro’ fueron vitales para Ucrania, sobre todo al inicio de la invasión cuando el ‘oso ruso’ parecía que se plantaría en el corazón de Kiev en apenas una semana. Y no fue así porque las columnas de vehículos militares ni aparecieron en el Maidán ni avanzaron como se esperaba por el norte del país.
Esa fue la clave de la guerra al inicio. Y, claro, pronto se comenzó a informar de los ‘pelotones de cazadores de blindados’ ucranianos , muchos de Operaciones Especiales, que fueron instruidos con anterioridad en el uso de este arma conocida grosso modo como bazuca y que fue popularizada en la Segunda Guerra Mundial. Por cierto, su nombre se debe al instrumento musical inventado por el comediante estadounidense Bob Burns.
Pero, ¿en qué consisten este tipo de armas? Básicamente es un lanzador de un proyectil con carga de explosivo que es lanzado a una distancia de entre 300 metros o cuatro kilómetros; a mayor sofisticación, menor exposición al objetivo. El principal objetivo es inutilizar un vehículo militar. Algunos consiguen impactar en la parte superior del carro donde el blindaje es más débil o casi inexistente.
Los más avanzados son capaces de cambiar de objetivo si así se desea desde una tableta. Los más rudimentarios son disparados hacia el objetivo y logran impactar siguiendo la firma térmica del carro de combate o vehículo militar.
La lógica del campo de batalla hace pensar que ante un avance del convoy se dispongan dos grupos de lanzadores: uno, que dispare contra la parte delantera y otro, contra la parte trasera . De este modo se siembra el caos, los vehículos de la parte central quedan expuestos, sus tripulaciones suelen huir y son objetivos fáciles para que una segunda variante de arma (drones) u otros misiles anticarro puedan atacar el convoy.
¿Resultado? Una carretera cortada, decenas de vehículos carísimos han sido aniquilados y todo ello con apenas una decena de hombres que emplean un lanzamisiles/granadas barato y que no han sido apenas percibidos por el enemigo, al no contar los carros rusos -de los años 80 y 90- con las contramedidas adecuadas para contrarrestar este tipo de armas desde el momento inicial de su lanzamiento.
Como resume un militar consultado por ABC, «es la táctica del pobre ante una teórica y aplastante superioridad rusa. Son armas de carácter defensivo para frenar el avance y desorganizar. A falta de carros de combate modernos, cazas, helicópteros o artillería pesada para frenar el avance ruso, el Ejército ucraniano organizó ágilmente su defensa con estos lanzamisiles portátiles antitanque».
El Javelin y el NLAW
Los dos más afamados bazucas en la guerra de Ucrania han sido el estadounidense Javelin, construido por los gigantes de la defensa Lockheed Martin y Raytheon , y el desarrollo británico-sueco NLAW, acrónimo de ‘Next generation Light Anti-tank Weapon’ de la empresa Saab.
Alrededor de 5.500 lanzamisiles Javelin han sido enviados a Ucrania por EE.UU . Cada unidad suele costar unos 200.000 euros. El peso de su lanzador es de unos 6,4 kilos y el misil pesa unos 16 kilos con su motor de lanzamiento, aletas de control, alas, carga explosiva principal, sistema de guía y guía infrarroja que persigue al carro de combate con la firma de calor que desprende. Puede ser lanzado con eficacia a cuatro kilómetros de distancia.
Situación de la guerra
en Ucrania
Áreas controladas por los rusos
Ataques / contraataques
Ningún avión vuela
por el espacio aéreo
ucraniano salvo
los aparatos
rusos
Rusos
Despliegue ruso
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RUMANÍA
Zmeiniy
200 km
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Fuente: Elaboración propia / ABC
Situación de la guerra
en Ucrania
Áreas controladas por los rusos
Despliegue ruso
A
Alarma aérea
Blindados
Convoy
Ataques / contraataques
Rusos
Ucranianos
Movimiento tropas rusas
Ningún avión vuela por
el espacio aéreo ucraniano
salvo los aparatos rusos
13 de abril
RUSIA
BIELORRUSIA
Kiev
UCRANIA
MOLDAVIA
Crimea
200 km
Mar Negro
Zona ampliada
RUSIA
Sumy
Chernígov
Járkov
Krasmatorsk
Kiev
Dnipro
UCRANIA
Zaporizhiye
Mariúpol
Melitopol
Mykolaiv
Jerson
Odesa
Crimea
Zmeiniy
200 km
Mar Negro
Fuente: Elaboración propia / ABC
Tanto ha triunfado esta arma en el escenario ucraniano, y por tanto mundial, que el pasado domingo el CEO de Lockheed Martin, James Taiclet, reveló en una entrevista en la CBS que planean doblar su producción anual de las 2.100 unidades actuales a las 4.000. Hace dos semanas el presidente estadounidense, Joe Biden , visitó la fábrica de misiles Javelin en Alabama como símbolo de la ayuda militar de su país a Ucrania.
El NLAW también ha sido otra de las estrellas de la resistencia ucraniana. Se da la circunstancia de que los efectivos de operaciones especiales del Ejército de Ucrania fueron formados con anterioridad a la invasión rusa en su empleo por efectivos británicos. El NLAW es otro lanzador de misiles portátil basado en la tecnología ‘dispara y olvida’, pues, al apuntar someramente al objetivo, su guía térmica e infrarroja le alcanzará casi con toda probabilidad. Tiene un alcance efectivo de unos 800 metros.
Claro está, la obsolescencia de los carros de combate y vehículos blindados desplegados por Rusia en el conflicto (T-72, T-80, BMP-2 o incluso el más ‘novedoso’ T-90M) , que fueron diseñados en los 80, ha ayudado a que el Javelin o el NLAW prevalezcan en el conflicto. Se da la circunstancia de que estos carros no cuentan con protección activa (APS, ‘Active Protection System’) que detecte el lanzamiento del misil antes de su impacto, derribándolo, modificándolo o atacando a sus lanzadores.
Otro de los sistemas anticarro más sofisticados que existen en el mercado de la defensa es el israelí Spike , de la empresa Rafael, y que es empleado por el Ejército español también. Dado su uso más complejo, no ha sido enviado a Ucrania por ningún país por el momento. Es el más sofisticado de todos pues permite modificar el objetivo una vez lanzado. «Se dispara hacia la dirección, se activa el modo tira y olvida y, posteriormente, si se desea, se modifica el objetivo o se aborta si se considera necesario».
El que lanza el misil Spike, del que hay diferentes variantes, puede incluso hacerlo escondido. Luego con el visionado en la pantalla se puede alcanzar el carro de combate elegido. Tiene un guiado electro-óptico.
¿Y España?
En España hay uno de estos sistemas que también es de uso eficaz y ágil. No es lanzamisiles sino lanzagranadas -el C90-, fabricado por la empresa zaragozana Instalaza. Se vende como «la versión de un solo uso más ligera del mercado», con un peso de 5,3 kilos. Se dispara desde el hombro con un alcance eficaz de 350 metros contra blancos puntuales y de 700 metros contra blancos de área. También hay versión reutilizable y otra de mayor alcance denominada Alcotán-100.
El Ministerio de Defensa envió 1.370 armas C90 a Ucrania, habiendo probado ya su eficacia contra vehículos blindados y logísticos pero pudiendo dañar también a los carros de combate. Tiene disponibilidad de visor óptico y electro-óptico.
Instalaza también tiene una variante que puede ser lanzada desde recintos cerrados, a través de una ventana por ejemplo. Es el CS90. «Los sistemas desechables como el C90 tienen una operativa más rápida que los reutilizables, permitiendo acciones más rápidas, autónomas y eficaces. Además, no precisan mantenimiento ni transporte del peso del arma tras su uso, una vez el tirador ha desvelado su posición», defienden fuentes de la compañía que también prevén reforzar su producción en los próximos años. Es el regreso del bazuca en la guerra de Ucrania. Disparan, olvidan y frenan un convoy militar de Rusia. ¡Peligro!
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