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Editorial

La amenaza letal de Putin

Putin solo miente cuando dice que ha empezado una cruzada contra el nazismo en Ucrania y en el mundo. Pero por desgracia, no miente cuando pone a la OTAN como nuevo objetivo nuclear

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La decisión del Gobierno de Finlandia de dejar atrás su condición de país no alineado e incorporarse con urgencia a la OTAN por temor a una ofensiva de Rusia, provocó ayer una nueva reacción airada de El Kremlin. El portavoz de Vladímir Putin sostuvo que « ... definitivamente sería una amenaza para Rusia». Lo mismo ocurre con el debate abierto en Suecia para sumarse a la Alianza Atlántica cuando este país ha blindado ya la isla de Gothan. Rusia recupera así la constante de su discurso bélico durante los dos últimos meses, sugiriendo una tercera guerra mundial e insinuando ataques con armamento nuclear. Podrá argumentarse que las palabras de Moscú son una baladronada y que tras invadir Ucrania no se atreverá a iniciar un conflicto bélico masivo. Pero Putin no es un provocador. Es un calculador frío que se guía por una idea deformada y expansiva de la guerra buscando resucitar la idea de la Gran Rusia en el ideario colectivo de los rusos. Cuando los portavoces de Putin amenazan al mundo, no lo hacen para reforzar su discurso interno ante los rusos y justificar los asesinatos masivos que sus tropas están cometiendo en Ucrania. Lo hace porque su deseo sería que, en efecto, la OTAN cayese en su trampa y entrase en combate. Lo que le aqueja es más una percepción psicótica de la guerra que una concepción puramente estratégica de ampliar las fronteras de su país a sangre y fuego. Y todo, con China en silencio, lo cual multiplica el efecto de la amenaza de El Kremlin.

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