Dónde comer en la A-3: del morteruelo a los arroces
Comer en carretera
Cocina de leña, con carnes, pucheros y paellas sobre la lumbre, invitan a una parada camino del Levante
Dónde comer lechazo o cochinillo asado en la A-1
Dónde comer en la A-2: por tierras de torreznos
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Iniciar sesiónLa A-3, la autovía del Este, la que une Madrid con el Levante español, es una de las rutas con mejores opciones gastronómicas para el viajero. Tanto a su paso por la provincia de Cuenca como unos kilómetros más allá, cuando la ... carretera se introduce en Valencia. Cocina popular manchega primero, buenos arroces después, como propuestas para hacer un gratificante alto en el camino. Estas son nuestras recomendaciones.
Km 79. Tarancón, Cuenca
Essentia
Este enorme multiespacio, propiedad de la familia Loriente, dueña de la mayor productora de jamones y embutidos de España, es una de las mejores opciones en la A-3. Un pequeño desvío en Tarancón permite disfrutar de su amplia barra o del espacioso comedor, incluida una terraza de verano. En la barra, una carta de productos y elaboraciones tradicionales de mucho nivel, entre los que sobresalen unos excelentes torreznos y el lomo de orza, que recupera la mejor tradición manchega.
Además, los populares zarajos, morteruelo y un apetecible surtido de bocadillos. Ya en el comedor, jamón ibérico de los propietarios, perfectamente cortado, y una carta variada en la que los platos tradicionales están por encima de los 'modernos'. La principal apuesta de esta casa se orienta hacia las carnes a la parrilla. Especialmente los costillares de vacas viejas finlandesas que se maduran en cámaras instaladas en el propio restaurante. Sobresaliente carta de vinos, con precios muy contenidos.
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Adrián DelgadoEl ocio y el lujo no son óbice para que estas islas sean un foco de buena gastronomía, con una variedad abrumadora
Km 94. Villarrubio, Cuenca
El Vasco
Esta casa de postas abierta en 1920 para dar servicio a los arrieros de Castellón y de Valencia se ha convertido, en manos siempre de la misma familia, en una buena alternativa para reponer fuerzas en esta autovía que une Madrid con Valencia, algo que conocen bien los camioneros que hacen la ruta, clientes habituales. La cocina de leña y sus pucheros sobre la lumbre conforman sus principales señas de identidad.
Para empezar, una tabla de quesos manchegos, lomo de orza que se acompaña con un alioli suave, los imprescindibles torreznos, morteruelo, riñones de lechal a la plancha o unas contundentes migas con huevo frito y chistorra. En esa línea tradicional se mueven los platos de cuchara, empezando por unas judías con perdiz en escabeche que tienen merecida fama y siguiendo por la sopa de ajo con huevo pochado. Para rematar, unas chuletillas de cordero.
Km. 124. Zafra de Záncara, Cuenca.
Venta San José
Otro clásico de la A-3, abierto desde hace más de cincuenta años con una oferta de cocina tradicional manchega y una gran variedad de quesos manchegos que luego se pueden comprar en la tienda junto a otros productos de la zona como embutidos o miel. Está decorado con las fotos de los famosos que en algún momento hicieron allí un alto para desayunar, comer o cenar.
Tiene además un servicio de sala especialmente amable y una zona de juegos para niños. En la barra, bocadillos variados y un buen surtido de tapas y raciones, entre ellas el morteruelo o el ajoarriero. En el comedor, la gran especialidad es el pisto manchego con huevo, aunque no hay que perderse sus pucheros, desde las sopas de ajo o de picadillo hasta las lentejas con chorizo.
Km 167. Honrubia, Cuenca
Marino
Otra casa de cocina tradicional, también hotel, con más de medio siglo de historia, donde las carnes a la brasa tienen gran protagonismo. Como lo tienen los bocadillos, especialmente su célebre pepito de ternera y el de lomo con queso en aceite.
Además de la parrilla, su carta se centra, como en casi todos los restaurantes de la autovía a su paso por Cuenca, en cocina tradicional manchega, desde los zarajos hasta las chuletillas de cordero. Cuando su gran comedor está lleno el servicio flojea bastante. También cuenta con una tienda de productos de la zona.
Km 175. Atalaya del Cañavate, Cuenca.
Mesón Los Rosales
En la misma línea de todos los anteriores, este mesón centra su oferta en la cocina popular conquense, con una larga serie de platos caseros tradicionales: pisto manchego con huevo frito, escabeches de perdiz, codorniz o conejo, morteruelo casero, zarajos, magro con tomate, ajoarriero de bacalao y patata o guisos de lentejas con oreja y chorizo o de garbanzos con callos. En la barra, buenos bocadillos como el de lomo adobado o el de chorizo de orza. Y al lado, una tienda de producto local.
Km. 215. Motilla del Palancar, Cuenca.
Setos
En Motilla del Palancar, con un pequeño hotel de 21 habitaciones, este es uno de los restaurantes de carretera más conocidos en la ruta hacia Levante. En los últimos años han modernizado su cocina, que ahora denominan «de alta cocina manchega«, pero sin renunciar a los platos más tradicionales de la cocina de la zona que les dieron fama como los zarajos, el lomo de orza, la oreja a la plancha, los gazpachos de caza, la perdiz, el morteruelo, el ajoarriero, las mollejas, el pisto o el cabrito. En temporada trabajan muy bien las setas.
Km 285. Requena, Valencia.
La posada de Águeda
Ya en la Comunidad Valenciana vale la pena desviarse de la autovía para coger la antigua carretera N-III a su paso por Requena para detenerse en este agradable y acogedor restaurante familiar de cocina casera de producto con buena relación calidad-precio.
Cuenta además con un servicio especialmente amable a cargo de Águeda García y su hija. Su marido y padre, Julio Ochando, es el cocinero. Las judías con perdiz, las alcachofas y el arroz del señoret son platos destacados de una atractiva carta. Y para beber, los estupendos vinos de Utiel-Requena.
Km 323. Chiva, Valencia.
Las Bairetas
Cerca ya del final de la ruta, merece mucho la pena desviarse un poco para entrar en Chiva y comer en esta arrocería de la familia Margós, que cuenta con una larga tradición en el mundo de los arroces. El restaurante cuenta con un gigantesco paellero de ochenta metros con capacidad para 140 paellas que se hacen sobre fuego de leña.
Se puede empezar con unos buñuelos de bacalao con titaina, bien cremosos, con unas clóchinas con curry rojo, con un timbal de sepia o con la coca de corvina con hummus de berenjena.
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Y luego el arroz, a elegir entre los diecinueve que se ofrecen en la carta (más dos fideuás): de pollo y alcachofas, de conejo y setas, negro de sepia, del señoret, ciego de marisco… Resulta complicado elegir porque todos están a muy buen nivel. Para rematar, recomendable la tarta de queso con miel. Cuentan además con una completa bodega en la que tienen destacada presencia los vinos valencianos.
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