Abre por primera vez al público el Club Financiero Génova y será el lugar más deseado de Madrid

Lo hace ahora bajo el paraguas de dos empresas con mucha experiencia en el sector, Familia La Ancha (un siglo en restauración y diez restaurantes más) y Azotea Group (Picalagartos, Azotea del Círculo de Bellas Artes, Nubel y El Cuartel del Mar en Cádiz, entre otros), y después de una remodelación completa que pone más que nunca en valor su carácter y su estratégica localización.

El espacio aquí es tan protagonista como la gastronomía. Puede que más, con permiso de la tentadora carta de clásicos actualizados que tiene entre manos el solvente chef Nino Redruello. Pero es que el Club Financiero Génova ocupa las plantas 14 y 15 del ya mítico Centro Colón, frente a la plaza del mismo nombre, en la confluencia de las calles Génova y Paseo de Recoletos.

Las vistas desde este nuevo restaurante son absolutamente extraordinarias. Por la altura, pero también por su tamaño y distribución -el local ocupa nada menos que 2.800 metros cuadrados, con terrazas de ambos lados, lo cual da una visión de 360 grados- y por la apertura que da la zona a la que se asoma.

En el renovado Club Financiero Génova se puede cenar (ticket medio de 60-70 euros) en su elegante sala, con zonas de mesas bajas con mantel de distinto tamaño y forma. También hay otras más altas y ligeramente informales y mesas en la propia terraza, ideales para cenar en estas noches ya cálidas disfrutando del muy en tendencia 'momento rooftop'.

Todo ello en la planta 14. En la 15, aún más impacto visual: la azotea con piscina y zona de mesas para disfrutar de un cóctel mirando a la palpitante Madrid desde arriba, en un ángulo que no se tiene desde ningún otro edificio abierto al público, y escuchando música (más adelante, con algo de rodaje, el lugar incorporará jazz en directo y otros ritmos tranquilos).

No era fácil darle al espacioso lugar una apariencia acorde a su estirpe y trayectoria -abrió en 1973- que sea a la vez adecuada a los gustos actuales y competitiva. El proyecto corrió por cuenta del estudio Arquitectura Invisible, a los mandos de Nacho Redruello, hermano del chef, y la reconocida interiorista de los locales de moda de la capital Alejandra Pombo, que optó por maderas y mármoles y tejidos nobles para mantener el espíritu de club y una iluminación cálida, cristal y aberturas para añadirle presente.

La carta del renovado Club Financiero Génova elaborada por La Ancha respeta su conocida premisa de gran producto y sabores clásicos. En este caso, recuperados de antiguos recetarios del grupo y de casas de comidas tradicionales de la ciudad. Desde sus croquetas y una versión de su tortilla velazqueña -con cuatro variantes- hasta la ensalada San Isidro -la lechuga se lavaba junto a la ermita del patrón y se tomaba en la pradera- o un calamar de anzuelo 'a lo Sochantre' -de origen gallego, bautizada así por el cronista gastronómico Manuel María Puga y Parga-.

También buen arroz, merluza rebozada, albóndigas, alcachofas y espárrago, una sabrosa ensalada de boniato y queso casero, un pecho de ternera cocido en consomé en una cazuela con mucho fundamento y el rape a la jacobina que le cedió el propio Sacha Hormaechea. Redruello anuncia que irá cambiando y añadiendo guiños y memoria a las mesas del club.

La comida se completa con una amplia carta de vinos de España y del mundo -más de 200 referencias- orquestada por la sumiller Alba Mozo y por la exquisita sala que lleva David Aguilar con el exSantceloni Tomás Álvarez a los mandos. En los cócteles, fuertes sobre todo en la planta 15, está Luca Anastasio, quien ha optado por combinar también clásico y moderno y priorizar el producto de calidad.

Este mes en Madrid ha abierto otro lugar céntrico y ambicioso, aunque en el extremo opuesto de las tendencias con respecto al Club Financiero. Es MamaQuilla, y en su caso apuesta por el exitoso formato de local 'instagrameable' con comida fusión de inspiración latinoamericana, cenas con espectáculo y, a su término, música y cócteles.

Está en la calle José Abascal, próximo a la glorieta de Gregorio Marañón, donde tras una zona de mesas altas y barras se pasa a una sala de mesas bajas, una nueva barra más grande y escenario de la fiesta final. También hay una primera planta para eventos. En la carta -de los chefs Joaquín Serrano y Jorge Velasco- hay desde ceviches y carpaccio de gambas hasta tiradito de pez limón o arepita de rabo de vaca (ticket medio de unos 45-50 euros). Los vinos corren por cuenta de Luis Diez y la coctelería de Juan Olmos.

Otro que vuelve este mes en Madrid es La Flaca. La taberna castiza y bar de copas de Kike Sierra (fue un éxito y su primer local) da el salto de la calle Velázquez, donde supo estar, al local de la calle Serrano que ocupaba Bar Carallo, junto al Nómada del mismo dueño. En su reapertura, mantiene el picoteo, la música y el ambiente, y añade platos más contundentes heredados del Carallo.

Así, mantiene el entrecot de vaca rubia gallega a la brasa y patatas; el pulpo a la brasa con patatas revolconas; el mojo canario y Kalamata; el mollete de calamar potera, ralladura de limón y salsa chilli-mayo; el chorizo al inferno y la croqueta de mejillón tigre. Después de la cena (ticket medio, 35), conciertos y bailoteo en el local contiguo.

Este mes la capital incorpora otro restaurante mexicano, estilo estrella si los hay en la ciudad. Es Xipe, que abrió el empresario de ese origen Pablo Chahin en el Paseo de la Castellana. Con dos zonas, una más informal, y una carta que busca alejarse de los clichés de enchiladas y platillos para dar paso a platos más elaborados, es un espacio de decoración en tonos neutros que destaca la artesanía.