El deseo compartido y cumplido por Leire y otros 17 niños con cáncer

El objetivo principal de este viaje es «complementar el tratamiento y estimular a los pequeños, incidiendo en su calidad de vida durante este tiempo. Con esta colaboración entre la Fundación y la aerolínea, queremos ayudar a que los pequeños se sientan más fuertes y animados para seguir luchando contra sus enfermedades», corrobora Cristina Cuadrado, directora de la Fundación.

«La idea de esta colaboración entre nuestra entidad y la aerolínea es hacer volar muy alto la imaginación de muchos niños que padecen enfermedades graves o crónicas y para los que cumplir un sueño significa un apoyo anímico importante, que complementa el tratamiento médico que reciben en los hospitales», remarca Cuadrado.

Ninguno sabía hoy, de hecho, cuál era su destino hasta minutos antes de embarcar en la T1 del aeropuerto Adoflo Suárez. «Creo que voy a ver a mis abuelos», señalaba Leire, de 10 años, que después de tres años sin celebrar la Navidad se encuentra actualmente «haciendo defensas» tras haber sido diagnosticada de un linfoma y haber recibido un trasplante de médula.

«Nuestro objetivo principal es que el deseo suponga una fuente de emociones positivas, que les genere mucha fuerza para seguir adelante con todo el tratamiento que tienen por delante», apunta Cristina Pozo, especialista en psicoterapia infanto-juvenil.

«Nosotros -explica Pozo- cada vez somos más conscientes de que cumplir pequeños deseos tiene numerosos efectos sobre el bienestar de niños con enfermedades graves y también sobre la adherencia a los tratamientos. Cuando uno cumple un deseo, al final es como una fuente de motivación. Es un motor que te anima a seguir cumpliendo metas».

Es muy importante para estos niños, añade esta psicóloga, «estar bien anímicamente, porque es una parte complementaria al tratamiento médico. Todos estos niños han sido derivados a la Fundación en algún momento de su enfermedad desde los centros médicos con los que la entidad tiene acuerdo en España, que identifican a los pequeños que están más bajos de ánimos y necesitan apoyo. Ellos son conscientes también de que un niño que tiene un estado anímico positivo lo afronta todo mejor».

«Para nosotros -prosigue Pozo- es muy importante generar estas emociones en los niños. Siempre buscamos que sea sorpresa porque el efecto positivo es mayor cuando es sorpresa. Es muy emocionante porque los padres, que ellos sí que lo saben, se convierten en nuestros cómplices para preparar todo el deseo y eso también tiene un efecto anímico en ellos». «Vamos a disfrutar un poco de la vida. Esto, después de ingresos de 7 meses de duración sin salir del hospital es un chute de vida», reconoce a su lado Patricia, la madre de Leire.

Al final, añade esta terapeuta, «el efecto es para toda la familia: padres saque sienten esa complicidad con nosotros para preparar el deseo y están nerviosos hasta que llega ese momento del deseo». «Este regalo maravilloso, tras dos años y medio luchando, es un poquito de felicidad», asevera la madre de Laia (8 años), con una leucemia mieloide.

Para los niños, «la propia sorpresa y vivir un día alejados de la enfermedad, las rutinas médicas, hospitalarias y pensar solo en el deseo es muy importante y significa que en la vida siguen pasando cosas buenas además de la enfermedad», afirma Pozo.

De hecho, según un estudio que la Fundación ha realizado junto al Colegio de Psicólogos de Madrid y la Universidad Complutense, se ha podido contrastar la efectividad e incidencia que tiene cumplir un deseo en niños que están viviendo un tratamiento largo, comprobando

científicamente como existe una mejora positiva en el bienestar de los pequeños y sus familias, que además perdura durante meses, ya que revivir ese momento les da energía y positividad. También esperanza.

Así lo asegura también la actriz Esmeralda Moya, una de las embajadoras de la entidad, quien ha asegurado que «la ilusión es muchas veces un motor indispensable para seguir adelante. Ya no sólo para los pequeños, para cualquier persona, me parece una labor preciosa que ayuda a los niños y a sus familiares a coger aire fresco y energía para continuar la batalla del día a día en los hospitales. Que Ryanair lleve tantos años haciéndoles «volar» con su imaginación junto a Pequeño Deseo es más que aplaudible y desde aquí animo a que, a pesar de la crisis, las empresas no dejen de lado aportar su granito de arena a acciones con tanto fondo».

A lo largo de los últimos 10 años, Ryanair ha recaudado más de 500.000 euros en ayuda en favor de esta organización benéfica, fundada hace más de 20 años, que cumple los deseos de niños con enfermedades graves o crónicas y que reciben largos tratamientos o pasan largos periodos de tiempo en el hospital. Gracias a las contribuciones anuales de Ryanair a lo largo de esta duradera alianza, ha sido posible hacer realidad más de 400 deseos para estos niños durante todo este tiempo.