CARTAS AL ALCALDE

Trabajar de retrato

Hay algún torero, varios Mickey Mouse, algún Charles Chaplin

Ayuso entre 'okupas'

Un detalle de la vida cotidiana en Sol TANIA SIEIRA

Ángel Antonio Herrera

MADRID

10/05/2023 a las 02:16h.

Lo que quisiera uno saber, alcalde, es si la reforma de la Puerta del Sol exilia a los figurantes de animación del sitio, que llevan ahí siglos, trabajando de tribu para el álbum de retratos del turista. Hay algún torero, varios Mickey Mouse, ... algún Charles Chaplin. Tienen algo de familia inocente y fantasmal de la zona, estas gentes, algo de frikis que nunca molestan, algo de parados que no paran, pero enredando en todos los idiomas.

Yo conocí a Eliseo, búlgaro de pasaporte, que trabajaba de torero de retrato, ahí, pero ya se fue. Han venido otros, matadores de pega que sacan media sonrisa, y medio capote, para el 'selfie' de los viajeros, que así se llevan a casa la estampa de tipismo. Se sacan unos euros difíciles al día.

Son la tropa titular de variedades de la Puerta del Sol, una parroquia diversa donde militan un pirata de mucho ropero, tres acróbatas de vivir quietos en el aire, un tipo en traje de retal de periódico y la docena mal contada de loteras de caballete, que no están al disfraz, naturalmente, sino a la venta bulliciosa. Pero ambientan lo suyo. Como los que cargan traje de cartonería de «Compro oro».

Hay también un particular que se acompaña de un oso semejante al oso del madroño célebre, pero un oso de trapo y a su manera. También logra clientela entre los viajeros, el tío, y es gracioso verle prestándose al encuadre de los que vienen y van, con el oso y todo, como si fueran, ambos, los reyes de la plaza, que a lo mejor hasta lo son. No sé yo, alcalde, si ya se jubila de la plaza a estas gentes, como a las farolas de antes.

Unas veces les dan unos céntimos, o un euro, y otras veces sólo les dan las gracias. Vienen a sacar unos diez euros diarios, de media, pero echando unas horas largas en la mañana, y otras horas en la tarde, porque si no cunde poco o nada.

No pasaron por aquellos exámenes que el ayuntamiento impuso a los músicos, porque, en rigor, nuestros protagonistas no hacen nada, salvo sonreír al Instagram ajeno, si se les requiere. A ver, alcalde, igual está bien dejarles sitio de nuevo. Tienen mucho de tribu amable que siempre queda bien en las fotos de la vida de los otros.