Junts amenaza con revelar lo hablado en Suiza si fracasa la mediación
Los de Puigdemont admiten que el tiempo extra que dieron al mediador y al PSOE en enero «vence ahora»
Podemos rechazó varias veces reunirse con Junts para negociar la ley de inmigración
La mediación internacional entre el PSOE y Junts no está funcionando como debería. Hace casi un año que los independentistas vienen avisando sobre esas disfunciones. Y en diciembre se cumplirán doce meses, precisamente, del último ultimátum de Carles Puigdemont a Pedro Sánchez.
A ... punto de llegar al ecuador de la legislatura, en la formación catalana empiezan a plantear nuevos escenarios, como el de acabar desvelando lo hablado en ese foro de mediación internacional, en una futura campaña electoral.
De momento, y mientras funcione el mecanismo, que se volverá a reunir en los próximos días a petición del PSOE, solo el mediador tiene potestad para desvelar el contenido de las conversaciones, si así se determina. Francisco Galindo, en febrero, ya se posicionó en público para dar aire a los socialistas.
Unas semanas antes de ese pronunciamiento, en el marco de un consejo nacional del partido celebrado previo a la Navidad del año pasado, el expresidente de la Generalitat anunció el registro de una petición en el Congreso para obligar al jefe del Ejecutivo a someterse a una cuestión de confianza.
Algo que no sentó nada bien en el palacio presidencial, que trató de torpedear la admisión a trámite en la Mesa del Congreso hasta que los posconvergentes modificaron el contenido de su proposición. Finalmente la cuestión se elevó hasta la mesa internacional de Suiza, en enero, y allí el mediador solicitó a Junts la retirada definitiva del texto para dar «margen a la negociación».
Ese plazo, según fuentes de Junts, «vence ahora». Nueve meses después. La falta de avances, el encarcelamiento del exnegociador del PSOE, Santos Cerdán, y la creciente desconfianza en la figura de Pedro Sánchez, dicen en el entorno de Carles Puigdemont, forman parte del cúmulo de circunstancias que han llevado a «un callejón sin salida» la mediación de Galindo. Los catalanes, con cierta resignación, asumen que lo que está ocurriendo «no nos deja otra que admitir que esto no está funcionando». Lo hacen con cierta desesperación.
Tras el último encuentro, el celebrado el jueves de la semana pasada, la presión sobre Junts es máxima respecto al trámite parlamentario de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). En la cita, tal como reveló ABC, los de Puigdemont ya trasladaron a los socialistas su negativa a sentarse a negociar las Cuentas del año 2026. Lo que de facto provocará que Sánchez sea el único presidente de la democracia española incapaz de aprobar unos Presupuestos en una legislatura.
Pero acostumbrados al relato, que les permite disfrazar los fracasos de medias victorias o de victimizarse de sus derrotas parlamentarias, en Moncloa insisten a los catalanes para que como mínimo den luz verde en el Congreso al techo de gasto. Se trata de un trámite importante, aunque la Abogacía del Estado determina que no imprescindible, para que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, pueda seguir con la elaboración del proyecto de ley de los Presupuestos y remitirlo al Congreso.
Si la Cámara Baja rechaza en dos ocasiones la senda de déficit, como ocurrió el año pasado y como ocurrirá de nuevo salvo giro de 180 grados, las cosas se le complican mucho a Montero. Pero, tal como determinó la Abogacía del Estado, no la incapacita para presentar las cuentas ya que la obligación constitucional, que el Gobierno se saltó el año pasado, «no puede ser obviada por las eventualidades que se deriven de la aplicación de una norma de rango inferior».
Hermetismo en Waterloo
Carles Puigdemont reunió ayer en un hotel de Waterloo (Bélgica), muy cerca de su domicilio, a la permanente del partido. Un encuentro que se alargó alrededor de seis horas, con una pausa para comer, y en el que estuvieron debatiendo los escenarios a futuro ante un otoño en el que, insisten, «pasarán cosas».
A diferencia de otras ocasiones, ayer lunes, reinó el hermetismo en la cúpula de Junts. Prácticamente nadie deslizaba nada de lo que se había hablado en una especie de cobertizo adyacente al restaurante del hotel y que se utiliza habitualmente para celebraciones. Ni tan siquiera Toni Comín, siempre avezado a contar más de lo que debería de reuniones que, como bien dijo el expresidente a la salida, son «a puerta cerrada».
Los posconvergentes, tal como explicó este periódico el pasado viernes, sienten que han «llegado al límite». Que ya ni tan siquiera una foto entre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, muy deseada en las filas de Junts a efectos de la rehabilitación política desde hace meses, se contempla hoy como una posibilidad dentro de la negociación. Mucho menos que ese gesto, como el que tuvo Salvador Illa a principios de septiembre recibiéndole en la sede de la Generalitat en Bruselas, ablande al líder del partido.
Los herederos de Convergencia, que ven como sondeo tras sondeo siguen perdiendo apoyos, tanto en unas hipotéticas elecciones generales como en unas autonómicas, miran de reojo esa falta de avances en la negociación con los socialistas. Los hay que opinan que su caída electoral, de la que otros discrepan tratando de reducir a anécdota las encuestas, parte de ahí: del acercamiento a Sánchez y la estrategia de posibilitar sin resultados.
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