Así vino Mara al mundo: en casa y con la matrona asistiendo por videollamada
Alicia Conde no pudo siquiera subirse a la ambulancia que la iba a llevar al Hospital de Santiago: la niña tenía prisa y nació en el hogar, con la ayuda de sanitarios del 061. Madre e hija están perfectamente
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SANTIAGO
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Iniciar sesión«¡No lo hice a propósito, no era mi idea!». Alicia Conde, vecina de la localidad coruñesa de Noia, solía bromear con su marido con que acabaría dando a luz en el coche, camino del hospital. Su primer parto fue rápido, y el segundo ... acostumbra a serlo aún más. Pero la broma derivó en susto cuando, el pasado sábado, Mara se dio tanta prisa por venir al mundo, y conocer a sus padres y a su hermana Sofía, que esta mamá gallega de 32 años no pudo subirse al coche; ni siquiera a la ambulancia a la que llamó su marido, Álex, cuando vieron el cariz que tomaba el alumbramiento. Éste se produjo en casa, con los sanitarios asistiendo y la inestimable guía de la matrona… por videollamada.
Es lunes, mediodía, y Alicia ya sólo está pendiente de que la niña reciba el alta para volver al hogar. Esta mañana Sofía ha conocido a su hermanita. Un día de emociones en el que se entrometen las llamadas de los periodistas. Alicia confiesa a ABC, en conversación telefónica desde el Hospital Clínico de Santiago, que está «un poco saturada», porque a la atención mediática se suman los mensajes que se le acumulan por su vertiente laboral: como asesora de lactancia, y divulgadora en redes, su cuenta de Instagram echa humo desde que la noticia de su parto saltó a la prensa. Alicia no da abasto para responder: es difícil cogerse una baja cuando se es autónoma.
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Incluso cuando han pasado poco más de 48 horas desde que Mara les dio un buen susto a sus padres. Alicia, ya en la semana 40 de gestación, contaba con que su llegada fuera próxima… pero ni tan inminente ni en circunstancias tan singulares. A las 5.15 note que la bolsa se ha roto. Un primer aviso, pero nada fuera de lo normal. Altamente formada y preparada, Alicia hace ejercicios para fomentar el nacimiento hasta que su hija mayor despierta a las 7.30 y le da el pecho. La oxitocina se activa de inmediato y nota una «contracción fortísima».
Sin perder tiempo, los padres activan el zafarrancho que conlleva cualquier parto: lo preparan todo y contactan con los abuelos para que se hagan cargo de Sofía. Pero Alicia es incapaz de salir de casa. Se mete en la ducha y recurre al agua caliente, que ayuda a llevar mejor el dolor… pero también a dilatar y a acelerar un parto cada vez más próximo. Alicia se ve incapaz de abandonar el baño. Álex propone llamar al 061. «¡Pero cómo vamos a llamar, si tenemos todo en el coche!», es su primera reacción. Pero el dolor va más, y pocos minutos después, se rinde a la evidencia: «Tienes que llamar, no puedo salir de casa».
La matrona, por el móvil
La ambulancia, reclamada a las 8.45, llega a las 9.00. Acuden con la idea de llevar a la futura mamá al hospital, pero se encuentran con que ella, desde el suelo, les dice que va a ser imposible, mientras procesa el shock de ver aparecer a «tanta gente». «Me asusté», admite. Le tranquilizó, no obstante, que entre los sanitarios estaba Telva, con experiencia en partos en casa. Ella lo dispone todo. Pide a Álex lo necesario para dar a luz (toallas, etc). Mientras, contactan con la matrona, que está de vacaciones, pero afortunadamente responde y va guiando el parto. «Ver una cara conocida y escucharla también me ayudó», relata Alicia. También la «calma» de los profesionales, aunque ella percibía que, por dentro, «estaban nerviosos»; y la de su marido -un «padre preparado y muy implicado y respetuoso con mis preferencias»-. A las 9.22, Mara nace en perfecto estado.
La matrona aporta un último consejo de gran valor: que nadie corte el cordón umbilical; y que el bebé vaya piel con piel con la mamá. Así lo hace Alicia, la media hora que dura el trayecto de Noia a Santiago. La sorpresa se traslada ahora al hospital: «¡Ya venís con el bebé! ¿Pero era vuestra intención?». «¡No, no, así no!», niega la madre, que se recuerda con un subidón de adrenalina, todavía demasiado reciente lo ocurrido para empezar a procesarlo.
Dos días más tarde, hace hincapié en la importancia de formarse y estar preparados. No sólo la madre, también el padre, «sobre todo para tranquilizar». Deformación profesional, pero experimentado en carne propia. Y la mención al papá no es baladí: ella misma, a pesar de su formación, descubrió lo que sucede en una situación donde se disparan las hormonas y «se te borra todo». Álex mantuvo el tipo, «como si fuera él el asesor», y eso fue diferencial. También conservar la suficiente calma para pensar: «Sé lo que tengo que hacer y me centro en esto». Pero quién se lo toma con tranquilidad con un parto en casa.
Lo que antaño era costumbre hoy es más bien una rareza. A los padres de Mara no les quedó más remedio que recibirla en casa. Ese hogar en el que, cuando sea más mayor, le contarán cómo vino al mundo, de manera accidentada pero feliz.
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