Semana Santa de Castilla y León: momentos de pasión, música y arte
Coquetas plazas que acogen 'encuentros', imágenes que hacen enmudecer y cánticos que llegan al alma. Es la Semana de la Pasión
Capítulos de arte sacro en Tierra de Campos
M. Serrador / R. Álvarez / A. Pedrero
VALLADOLID / LEÓN / ZAMORA
La Semana Santa es la 'semana grande' de Castilla y León, una comunidad con ocho declaraciones de Interés Turístico Internacional: Ávila, León, Medina del Campo, Medina de Rioseco, Palencia, Salamanca, Valladolid y Zamora. Cada una con su propio carácter, con elementos que hacen ... únicas unas representaciones de la Pasión que se viven con intensidad durante diez días gracias a momentos especialmente intensos en los que la emoción se contagia.
Son los encuentros entre 'Madre e Hijo' que se rememoran con impresionantes obras de la imaginería castellana donde las llagas de Cristo o la corona de espinas se pueden palpar. Es el centenar de papones (cofrades) de León que portan los pasos de manera prodigiosa hasta hacer una reverencia, pero también los cánticos que se entonan en Zamora entre templos románicos y estrechas callejuelas y que se intercalan con un silencio que habla sin hablar.
Valladolid
La Semana Santa de Valladolid sigue su curso entre una treintena de procesiones, decenas de 'pasos' de diferentes épocas, agrupaciones musicales y bandas de cornetas y tambores que copan la ciudad durante diez días. Los popularmente conocidos como 'Encuentros' protagonizan algunos de los momentos más vistosos de la Pasión vallisoletana. Encuentros entre tallas de valor incalculable o entre imágenes de menor trascendencia artística pero que generan gran devoción.
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Probablemente, el más conocido desde hace unas décadas, el que más público atrae, tiene lugar en la noche del Martes Santo entre la 'Virgen de las Angustias' y el 'Cristo Camino del Calvario', portados a hombros por cofrades de las hermandades que reciben el nombre de las tallas, y que tiene lugar en un escenario abierto, amplio, como es la plaza de Santa Cruz, frente al palacio del mismo nombre. Un día después, ya Miércoles Santo, otras dos imágenes, que también rivalizan en fervor popular y en tradición, el Nazareno y la Vera Cruz, se encuentran ante la sede canónica de esta última en un lugar mucho más recóndito, calle abajo de la Platería.
Otro de estos grandes momentos tiene lugar el Jueves Santo, por la mañana, una vez más ante el palacio de Santa Cruz, cuando sale 'a pulso' -casi no cabe por el pórtico-, el 'Cristo de la Luz', imagen titular de la Hermandad Universitaria, para muchos el crucificado más perfecto salido de la gubia de Gregorio Fernández. Pero si el de la Luz es el más completo de los crucificados, expertos y devotos pujan por demostrar que la mejor representación humana de Dios es el 'Atado a la Columna', obra del citado escultor lucense, considerado en su época un tratado de anatomía. Se guarda en la iglesia de la Vera Cruz (su salida es espectacular) y recorre las calles de Valladolid en los días santo de Martes y Viernes.
Sin embargo, momentos íntimos aparte, el visitante no puede abandonar Valladolid sin disfrutar de su Viernes de la Cruz, de celebraciones únicas como el Pregón a caballo que anuncia el Sermón de las Siete Palabras, que se celebra a las 12.00 de la mañana en la plaza Mayor. Y, pocas horas después, la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor que, con sus 33 pasos alumbrados por las veinte cofradías penitenciales de la ciudad, significa un compendio plástico del Evangelio, desde la Última Cena del Señor hasta su Entierro y la Soledad de la Virgen. Su paso por la imponente plaza Mayor es todo un espectáculo artístico.
León
Son muchos los momentos que para los leoneses hacen única su Semana Santa. Entre el Viernes de Dolores y el Domingo de Resurrección, León se vuelca con sus procesiones, organizadas por hasta 16 cofradías y en las que participan activamente más de 20.000 papones o cofrades. Su Semana Santa fue declarada en 2002 de Interés Turístico Internacional y en este reconocimiento reciben mención especial dos actos concretos, la Ronda, que recorre la ciudad en la medianoche del Jueves Santo y la procesión de Los Pasos de Viernes Santo, en la que se celebra el esperado Encuentro.
La Ronda está organizada por la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno y consiste en la llamada, tanto a los hermanos como al pueblo leonés, para que participen en la procesión de Los Pasos de la mañana siguiente. Sale a medianoche y los hermanos -con esquila, clarín y tambor- avisan: «Levantaos, hermanitos de Jesús, que ya es hora». Los 'toques oficiales' en su camino van desde el Ayuntamiento al Palacio Episcopal, la Diputación Provincial, la Delegación de Defensa y la Subdelegación del Gobierno.
Esta llamada precede a la salida de la procesión de Los Pasos, organizada por la misma cofradía. A las 7:30 horas parten de la capilla de Santa Nonia, a hombros de hasta 4.000 papones, los trece conjuntos escultóricos que recrean los momentos principales de la Pasión. Se adentran en el casco histórico y, a su llegada a la Plaza Mayor, tiene lugar uno de los momentos más esperados de la Semana Santa leonesa, El Encuentro. La plaza abarrotada espera cada año a que San Juan y la Dolorosa se 'miren' frente a frente, en presencia del Nazareno. Los braceros echan su rodilla al suelo para escenificar una reverencia del primero, con el Consistorio Viejo como testigo y rodeados por el resto de los pasos que tras el Encuentro siguen su camino para regresar a la sede de la cofradía alrededor de las 16.00 h.
Un día después, frente a la Basílica de San Isidoro, tiene lugar el Desenclavo, acto central de la procesión del Santo Cristo del Desenclavo. En él los hermanos le quitan la corona de espinas a la talla, mientras las hermanas entonan el Canto de las Llagas. Tras la corona llegan los clavos y, una vez finalizado, descienden con un sudario el cuerpo del Cristo para presentárselo a su Madre. Por su singularidad destaca también el acto del Perdón de la procesión del mismo nombre. Tiene lugar el martes ante el pórtico de la Catedral. El Abad proclama la solicitud de conceder el perdón a favor del penado para el que se ha pedido el indulto y, de obtenerse, esta persona ya en libertad se incorpora al acto penitencial. La procesión salió por primera vez en 1965 y con ella arrancó la costumbre de conceder a una Cofradía de la Semana Santa leonesa, a petición suya, la gracia de indultar a un condenado.
Zamora
Se respira emoción en cada rincón de la ciudad, un espectacular conjunto medieval de templos románicos y estrechas callejuelas y miradores modernistas en su zona céntrica. La piedra dorada es telón de fondo de una celebración marcada por una cuidada estética. Todo está perfectamente ensamblado. La luz y la música definen un fuerte contraste entre el día y la noche. Mientras el recogimiento y los coros de voces graves impregnan la noche a la luz de los hachones o las teas, las procesiones del día -especialmente las históricas como Vera Cruz, Jesús Nazareno o Santo Entierro- están definidas por la música de las bandas que acompaña a todos sus pasos. Imperdible es el cántico del Oh, Jerusalén en la Plaza de Santa Lucía en la noche del Lunes Santo al Cristo de la Buena Muerte. Apenas unas horas antes, La Muerte No es el Final -coro y banda- en la Plaza Mayor conmueve mientras bailan solemnemente los pasos de la Hermandad de Jesús en su Tercera Caída.
Entre dos luces tiene lugar el Miércoles Santo el Juramento, cuando el Cristo de las Injurias, obra cumbre del XVI, sale al atrio y la Plaza de la Catedral se convierte en una marea de terciopelo rojo a la hora del crepúsculo. Miles de cofrades rodilla en tierra juran silencio. El mundo se calla. Luego, al caer la noche, junto al Duero, en el barrio de Olivares, las matracas resuenan en la Noche de Tinieblas con los cofrades vestidos con la tradicional capa de chiva o capa parda, una prenda ceremonial de la Raya, y se canta el Miserere Alistano al Cristo del Amparo.
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Cuando amanece el Jueves Santo, la Virgen de la Esperanza cruza el Duero para ascender por la cuesta de Balborraz. La subida de la Virgen suavemente mecida por sus cargadores al son de La Saeta impresiona. Y en la noche, Zamora asiste al estremecedor cántico del Miserere, cuando trescientas voces se unen en la Plaza de
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Viriato al paso de Jesús Yacente (S.XVII). Sus estrofas, que combinan gregoriano con polifonía, sobrecogen, como si brotasen de la misma tierra.
Ya de madrugada resuena por toda la ciudad la llamada del Merlú, convocando a vivos y muertos a la procesión de Jesús Nazareno Vulgo Congregación. Es la madrugada más mágica que vive Zamora, cuando a las cinco en punto se levanta en San Juan el paso de Jesús Camino del Calvario para 'bailar' la marcha de Thalberg. En la Plaza Mayor, miles de cruces se alzan al cielo, la banda de cornetas y tambores rompe estruendosamente la mañana y arranca la procesión. Con las primeras luces del Viernes Santo la cofradía llega a las Tres Cruces donde se degustan las típicas sopas de ajo y tiene lugar la Reverencia a la Virgen de la Soledad.
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