POR MI VEREDA
Carmen gana la batalla
No se merecía nuestra paisana ser recibida con semejante hostilidad en el acto de traspaso de cartera ministerial ante una insolente y rencorosa Irene Montero
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Iniciar sesiónAsegura el alcalde de Valladolid, el popular Jesús Julio Carnero, que todo lo que todo lo que permitiera que el Ministerio de Igualdad no siguiera contando con una persona como Irene Montero «será bueno para todas las mujeres y para todos los hombres». Y si ... quien tiene la responsabilidad de dirigir desde ahora ese departamento es una persona juiciosa, prudente y profesora de Derecho Constitucional como Ana Redondo, mejor. Y si procede de la política municipal, con ese concepto tan pragmático y arraigado de verdadero servicio a la ciudadanía, fetén. Por eso no se merecía nuestra paisana ser recibida con semejante hostilidad en el acto de traspaso de cartera ministerial, el pasado martes, ante una insolente y rencorosa Irene Montero, mano a mano con su amiga del alma Ione Belarra.
Irene Montero ni supo llegar hace ya cuatro años al Gobierno ni ha sabido irse, pero amén de su penosa gestión, con marrones tan monumentales como la ley del 'si es sí' o la cuestionada ley trans, tampoco ha sabido estar. Tenía que haber sido relevada de sus funciones por manifiesta incompetencia hace tiempo, pero ha seguido ahí aferradita al cargo, porque viene el invierno y fuera hace frío. Bastante. También en la mansión de Galapagar, tan cerquita de la sierra con su rasca característica. El caso es que la consentida mamá de los hijos de Pablo Iglesias, lejos de contenerse, arremetió contra todo cuanto se ponía por delante. Contra Sánchez, porque las echa del Ejecutivo «por haber puesto las instituciones al servicio de del avance de derechos feministas». Contra los amigos del presidente de 40 y 50 años, que no logramos identificar pero deben ser un peligro público porque no tragaban con el discurso de confrontación. Contra los jueces, rostros visibles del «machismo judicial» que forman parte de la ofensiva reaccionaria, cuando hay más mujeres que hombres en la judicatura, tendencia que se invierte en los estamentos superiores de la carrera.
Después de pronunciar vivas a la furia trans, al orgullo LGTBI y la lucha antirracista, y de reconocer que «España ya es otra», las dolientes Montero y Belarra fueron agasajadas con sendos ramos de flores, detalle más propio de folclóricas en el escenario que no encaja demasiado bien con su feminismo radical. Para que nadie diga, levantaron el puño en alto ante un auditorio entregado hasta el paroxismo. Luego tomó la palabra la nueva ministra, apeló a la humildad, a la igualdad real de oportunidades, a la resolución de problemas de conciliación de la vida laboral y familiar. Además, tuvo los arrestos de mencionar a Carmen Calvo y reconocer su admiración hacia ella. Hacerlo ante ese público fue como mentar a la bicha, la misma que ha expresado su satisfacción por la marcha de Montero. Según la leyenda, El Cid ganaba batalla después de muerto. Hoy ocurre algo parecido cuando la política egabrense lleva tiempo fuera del Gobierno.
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