POR MI VEREDA
Estado de desecho
Porque pesa lo políticamente correcto: mejor quedarse al margen, en plan manso aculado en tablas
VALLAODLID
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Iniciar sesiónEn su libro 'Los abogados que cambiaron España', Fernando Jáuregui analiza la impagable tarea que numerosos juristas efectuaron durante los años del franquismo, como garantes de los derechos civiles, así como su valiosa contribución en la posterior Transición, con cambios de calado llevados a cabo ... con mano de orfebre 'de la ley a la ley'. Precisamente pero ello, el periodista santanderino añora una presencia mucho más activa de la profesión en los grandes debates jurídicos, y como representantes cualificados de la sociedad civil. Porque sin ellos se pierde «pureza democrática» cuando las leyes empiezan a soportar pesadas cargas ideológicas sin el suficiente rigor técnico. En parecidos términos se expresa el magistrado José Ramón Chaves García, al reconocer que la intervención de los abogados ha sido «crucial» en las conquistas del estado de derecho.
De ese liderazgo firme de hace unas décadas estamos pasando al ponerse de perfil en días tan críticos para nuestra democracia como los actuales. Porque pesa lo políticamente correcto: mejor quedarse al margen, en plan manso aculado en tablas. El Colegio de Abogados de Valladolid, a diferencia de corporaciones hermanas en otras provincias, ha señalado esta semana que, por acuerdo de su junta de gobierno y con el fin de no abandonar la neutralidad que le es propia, no se pronuncia sobre el acuerdo PSOE-Junts que ha facilitado la ominosa investidura. Que en su seno hay abogados y abogadas de diferentes ideologías y sensibilidades que deben ser respetadas. Mencionan para ello una sentencia del Tribunal Supremo, de 2019, según la cual las corporaciones de derecho público como esta «no pueden asumir posiciones ideológicas y políticas de parte». Argumentación sesgada, postiza y endeble, porque tanto la igualdad de los españoles ante la ley como la vigencia de la Constitución van más allá de lo meramente político. Es conciencia cívica, compromiso, patriotismo o como se quiera llamar.
Continúa el ridículo pavoroso al final del texto, mediante una ristra de deseos estupendos, desde la defensa de la independencia judicial hasta «el llamamiento al más amplio diálogo y consenso, al respeto a la ley y a la salvaguarda de los derechos y las libertades fundamentales». Aquí se observa la diplomacia del Colegio empeñado en quedar bien con todo quisque. Se da un golpe de estado 2017 con violencia en las calles de Cataluña, pues lo mejor es el diálogo. Luego, se trata de buscar un apaño legal humillante para que venga un prófugo de la justicia, que debe salir por consenso. Eso sí, al menos un guiño solidario a los millones de ciudadanos que viven en esa comunidad ninguneados por no comulgar con el credo nacionalista, en su día a día, con sus derechos pisoteados. Asombra que perfiles instruidos –juristas, para más inri- sigan todavía en la disyuntiva entre galgos o podencos mientras el estado de derecho pasa a ser de desecho porque ya se nos va, cual detritus, por el desagüe.
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