desde la raya
Hermanas en rebeldía
Ahí sigue una comunidad de mujeres atrincheradas en rebeldía, aunque sea de puertas para adentro, y el asunto pide a gritos que sea Torrente quien lleve la investigación
Donde nunca pasa nada
Mamá
Dicen que la realidad supera a la ficción y no existe una verdad más cierta en este mundo loco en el que vivimos. Bajan las aguas revueltas en la clausura de las ya famosas Clarisas de Belorado, que renuncian al Papa y a todo lo ... que en la Iglesia sea posterior a Pío XII y quedan bajo la jurisdicción de un «obispo» que se ha montado en su casa un decorado y un pater que hasta hace año y medio era el mejor barman de Bilbao. En medio, una supuesta trama inmobiliaria del Obispado y una propiedad que ahora reclama otra comunidad de Clarisas.
Con estos ingredientes metidos en una coctelera (por aquello del barman), bien saldría un guion de Berlanga o Almodóvar, una «escopeta nacional» intramuros que cada día nos sirve una entrega a quienes asistimos atónitos a este cruce de acusaciones entre el prelado y las hermanas díscolas que, por muchos bombones y dulces que hagan, le estarán amagando la existencia a más de uno.
Con el Palmar de Troya en la memoria lejana, desconozco si la Iglesia se ha enfrentado a este tipo de cismas en el siglo XXI, más sacado de una opereta o una chirigota que de la actualidad de un país al que no le falta de nada en este gazpacho que vivimos día a día. La columna está en bandeja para no hablar de los juegos de tronos tras las elecciones catalanas; de las inocentes víctimas de la guerra, de todas las guerras del mundo y los líderes siempre ebrios de poder o del esperpento de España en Eurovisión con un tema que funcionará de maravilla en los chiringos pero ha hecho bueno al Chiquilicuatre con una guitarra de plástico.
Eso, por mucho que la autodenominada progresía lo quiera aupar como un himno del empoderamiento de las mujeres. Para empoderadas, lo he escrito más de una vez, nuestras abuelas, que trabajaban en casa, en el campo y sacaban adelante a una recua de hijos sin darse la menor importancia.
No sé si es rebeldía o si será puro empoderamiento el de estas monjas rebeldes que no se someten a su obispo ni a su voto de obediencia, pero más allá del trasfondo kafkiano de la historia, el tema pone sobre la mesa un problema que existe en numerosas diócesis donde la falta de vocaciones y el envejecimiento de las comunidades obliga a desalojar inmensos edificios, en su mayoría históricos, cuya gestión queda en manos de las curias episcopales, que muchas veces no saben qué hacer con ellos.
Mientras, ahí sigue una comunidad de mujeres atrincheradas en rebeldía, aunque sea de puertas para adentro, y el asunto pide a gritos que sea Torrente quien lleve la investigación. Al tiempo.