Asunción desveló el envío de cartas bomba a ETA en la etapa de Corcuera
«Corcuera tiene algunas cosas, el cartero este que murió, que le estalló la bomba (...) Son las cartas que enviaron ellos»
Asunción explicó en el Cesid la muerte de un cartero de 22 años al doblar un sobre remitido a un miembro de HB
Qué son los 'papeles de Manglano'
La guerra sucia contra ETA no fue un fenómeno de la transición y los primeros años 80, sino que se prolongó hasta casi 1990 con la implicación del Ministerio del Interior al más alto nivel. Así se desprende de la confesión que Antoni Asunción hizo ... en la sede del Cesid el 22 de diciembre de 1994, siete meses después de dimitir como ministro del Interior por la fuga de Luis Roldán, exdirector general de la Guardia Civil.
El político socialista había sido invitado a almorzar por el general Emilio Alonso Manglano, director del servicio del inteligencia desde 1981 y hasta 1995, del que era uno de sus mejores confidentes. Asunción desnudó por completo el ministerio que había dirigido. La extensa charla, de más de dos horas, fue grabada y transcrita en un documento de 40 folios al que ha tenido acceso ABC y que forma parte de la biografía de ‘El jefe de los espías’ (Roca Ediciones). Uno de los nombres que más se repitió fue el de José Luis Corcuera, predecesor de Antoni Asunción en el Ministerio del Interior:
— Corcuera tiene algunas cosas, que yo sepa, el cartero este que murió, que le estalló la bomba –informa el exministro al jefe de los espías.
— Eso lo sabe poca gente, ¿no? —inquiere Manglano.
— Poca gente. Ese equipo funcionaba bien a esos niveles –sostiene Asunción.
El 20 de septiembre de 1989, siendo Corcuera ministro del Interior, José Antonio Cardosa González, un joven de 22 años que tenía un contrato eventual con Correos, se dirigió a entregar una carta al número 23 de la calle de Juan de Olazábal, en la localidad guipuzcoana de Rentería.
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Allí residía el colaborador de ETA y militante de Herri Batasuna Ildefonso Salazar Uriarte. Eran las 14.25 horas. Como la carta, más voluminosa de lo normal, no cabía en el buzón, José Antonio la dobló para introducirla, acción que activó el explosivo que llevaba dentro. La detonación mató al joven cartero y dejó un boquete sobre el buzón.
Según el exministro Asunción, su antecesor tenía responsabilidad en los envíos. ETA solía atentar con paquetes bomba, motivo por el que algunos, desde dentro de las estructuras de la lucha contraterrorista, pensaron en devolverles la moneda.
«Pasarlo por alto»
— Lo que pasa es que, claro —dice Manglano renqueante—, tienes que pasar por alto… Y, aunque te revuelva la conciencia, defender al Estado, defender la institución, pero es que… ¡joder!
— Estas son las cartas que enviaron ellos, y un cartero al doblar el paquete y al meter las cartas en el buzón dobladas, estalló y murió —afirma Asunción sobre el suceso de Rentería.
ABC se puso ayer en contacto con José Luis Corcuera , que negó participación alguna en los actos descritos por Antoni Asunción: «No puede ser, no tengo nada que ver con asuntos de esta naturaleza». El exministro del Interior asegura que no conoce «ni por asomo la posibilidad de que mandaran cartas desde cualquier institución del Estado». «Quien mandaba cartas era ETA, a mí alguna. Que yo sepa, de esas cartas no tengo el recuerdo. Sí recuerdo un cartero que sufrió una explosión, pero que ese acto era una carta como otras tantas que envió ETA».
José Antonio Cardosa fue reconocido oficialmente como víctima del terrorismo por el Ministerio del Interior, su familia recibió una indemnización y su nombre figura en los listados oficiales, sin embargo, nunca se esclareció la autoría, informa Isabel Vega . De hecho, se dio la circunstancia de que a su funeral acudieron tanto militantes y simpatizantes de HB para denunciar el terrorismo de Estado como las propias autoridades, entre ellas el entonces gobernador civil de Guipúzcoa, José Ramón Goñi Tirapu . Su escolta acabó a tiros para disolver la protesta que se hizo a su alrededor.
En lo judicial, el caso estuvo a cargo de Baltasar Garzón , que en la Audiencia Nacional siguió diligencias espoleadas por una declaración del ex director de la Guardia Civil, Luis Roldán, en 1996 apuntando a una estrategia de atentados contra militantes de HB orquestada desde el Ministerio del Interior.
La causa entró en vía muerta por falta de autor conocido, según las fuentes jurídicas consultadas por este diario: los GAL habían perpetrado su último ataque confirmado dos años antes del asesinato de Cardosa –la muerte de Juan Carlos García Goena en 1987– y ningún grupo reivindicó aquella carta bomba.
No había indicios suficientes para seguir adelante por más que las circunstancias del atentado apuntasen a la guerra sucia y en el año 2000 se acordó el sobreseimiento. Para Covite, que en 2014 rindió homenaje a Cardosa colocando una placa oficiosa junto al portal de Rentería donde fue asesinado, su muerte fue consecuencia de la acción de «grupos policiales» , que es la tesis más extendida, que no confirmada por la justicia y por la que nadie llegó a responder. La charla entre Asunción y Manglano –ambos ya fallecidos– denota que no sentían simpatía hacia José Luis Corcuera, al que su sucesor en el Ministerio calificaba como «un desastre» . «Es un tirado, y después no es tan ingenuo ni bonachón como hace creer», aseveró Asunción:
– Te contaré una anécdota que también se la conté al presidente del Gobierno. Cuando yo fui nombrado él (Corcuera) me llevó a comer a su casa y ya amigos de toda la vida, que si el partido, la UGT y tal. Entonces empieza a venderme la cabra de que él tiene que cambiar de casa… Me dice «ya tengo el Libretón, tengo diez millones de pesetas ahorrados, tengo no sé qué…», y empieza a hacerme unas cuentas que a mí no me interesan para nada. Después me entero, porque me lo cuenta Roldán, que en la urbanización de Las Lomas tiene una parcela de tanto tiempo y se está construyendo un chalé y El Mundo se lo pilla, pero no tienen papeles (...) Cojo a Corcuera, lo llamo a mi despacho y le digo: «Mira, me han dicho y me he enterado por El Mundo de esto, del chalé, que si tiene columnas, que lo has visitado unas cuantas veces durante el último año, que vas una vez a la semana a verlo, que has pagado en metálico, que no sé qué, que no sé cuánto…». Le dije todo lo que sé, para que se proteja. Me dio las gracias acaloradamente y se marchó.
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