fútbol
¿Qué hacía Infantino en la cumbre de Trump en Egipto?
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Corresponsal en Nueva York
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Iniciar sesiónDonald Trump organizó este lunes un besamanos en el hotel de Sharm el Seij, en el Mar Rojo egipcio, donde celebró la rúbrica del acuerdo entre Israel y Hamás, impulsado por él mismo. Por allí pasaron jefes de Estado, monarcas árabes y primeros ... ministros de todo el mundo, en un esfuerzo por arropar el acuerdo y tratar de sentar las bases para que no se desmorone a las primeras de cambio. Entre ellos apareció un señor de calva reluciente, que no ostenta ninguna de esas posiciones y que gusta de vestir traje con deportivas blancas: Gianni Infantino, el presidente de la FIFA.
¿Qué hacía allí Infantino, en una cumbre de líderes mundiales en un momento decisivo para la paz en Oriente Medio? Su explicación fue que «FIFA está aquí para ayudar, para asistir, para ponernos a disposición en todo lo que podemos hacer para que este proceso de paz dé fruto y llegue al mejor final posible».
La razón real es que Trump, a quien Infantino ha sabido cortejar con efectividad, quiso tenerlo allí. Y que el presidente de la FIFA ha abrazado el protagonismo de los países árabes en el fútbol, convertido en una máquina de proyección y lavado de imagen internacional. Bajo su liderazgo, el Mundial viajó con polémica a Qatar en 2022 y volverá a la región pocos años después, en 2034, en el que la sede será Arabia Saudí. Infantino ha sabido desarrollar una relación cercana con los líderes de esos países, como el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman, con el jeque catarí Tamim bin Hamad Al Thani; y con los líderes de otros reǵimenes autoritarios, como el presidente de Ruanda, Paul Kagame.
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Trump invitó a Infantino y el jefe de la FIFA, indiferente a la realidad de que era una anomalía en el foro. Se fotografió con el presidente de EE.UU., y con el anfitrión, el presidente de Egipto, Abdel Fatah Al Sisi, y aseguró que la Fifa trabajará con la Federación de Fútbol de Palestina para recuperar este deporte, el más popular en la región, en la Gaza destruida después de más de dos años de guerra cruenta.
«El papel del fútbol debe ser apoyar, unir, dar esperanza en la región», proclamó Infantino. «En Gaza, en Palestina, ayudaremos a reconstruir las instalaciones de fútbol. Trabajaremos, junto a la Asociación de Futbol Palestina, en cada esquina del país. Construiremos campos, traeremos entrenadores, ayudaremos a organizar competiciones, impulsaremos un fondo para ayudar a reconstruir la infraestructura futbolística en Palestina», dijo.
La apelación al deporte como forma de diplomacia no es nada nuevo, aunque los grandes eventos —el Mundial de Fútbol, los Juegos Olímpicos— están más cuestionados como símbolo de unidad global, afectados por casos de corrupción y percibidos como puras plataformas para el negocio y para intereses políticos.
Infantino no hizo mención a un asunto que afecta de forma directa a la FIFA en el conflicto entre Israel y Palestina: la demanda por parte de la federación palestina de que las autoridades israelíes incumplen las regulaciones del organismo mundial de fútbol por permitir a equipos localizados en asentamientos de colonos en Cisjordania que participen en ligas de Israel.
Para Infantino, la prioridad era consolidar la relación de gran cercanía que ha labrado con Trump, la que le ha abierto la puerta a foros como este, donde nunca antes se ha visto a líderes del deporte, ni a sus antecesores en la FIFA, ni a los presidentes del Comité Olímpico Internacional.
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En los últimos días, Infantino no ha dejado de alabar el acuerdo impulsado por Trump entre Israel y Hamás. «El papel del presidente Trump ha sido absolutamente fundamental y crucial en el proceso», dijo cuando se conoció el acuerdo el pasado viernes. «Si el presidente Trump, no habría paz», insistió Infantino, una de las voces que han pedido que se le conceda el premio Nobel de la Paz.
La relación entre Trump e Infantino se remonta a 2018, cuando la FIFA eligió a EE.UU. como el principal país organizador del Mundial del año que viene, que también tendrá como anfitriones a Canadá y México.
Desde entonces, Infantino y Trump han tenido abundantes apariciones públicas. Por ejemplo, en el foro de Davos en 2020. Y, sobre todo, con el retorno del multimillonario estadounidense al poder este enero.
Trump siempre ha dicho que una de las pocas ventajas de haber perdido las elecciones de 2020 frente a Joe Biden es que pudo presentarse en 2024 —la Constitución de EEUU limita a dos los mandatos presidenciales— y presidir el país durante un Mundial y durante unos Juegos Olímpicos, los de Los Ángeles en 2028.
Ambos eventos, pero en especial el Mundial, será una gran plataforma para Trump, para quien toda atención nunca es suficiente, y el presidente los ha abrazado con gusto. El pasado junio, presidió la final de la nueva versión del Mundial de Clubes de FIFA, jugada en Nueva York, en la que se coló en la foto con los ganadores, el Chelsea FC. Y a finales de agosto recibió a Infantino en el Despacho Oval —no era la primera vez— y se quedó una réplica de la copa del Mundial, que encaja muy bien con la renovación que ha implementado en la Casa Blanca, dominada por los dorados.
Pero el cortejo de Infantino ha ido mucho más allá: la FIFA abrió oficinas para el Mundial en la Torre Trump en la Quinta Avenida de Nueva York, e invitó a la hija del presidente Ivanka, en el sorteo del Mundial de Clubes, frente a la tradición de que lo hagan exfutbolistas. Y, antes que eso, el jefe de la FIFA dejó claro que toda cercanía con Trump sería poca: en 2024, tras la victoria electoral de su amigo, se mudó a Florida, donde Trump tiene su residencia. Como tarde, se volverán a ver a principios de diciembre en Washington para el sorteo de grupos del Mundial. Y muchas veces cuando el balón comience a rodar el próximo junio.
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