Tras décadas en la sombra, el Caravaggio del Prado recupera su luz
La restauración de 'David vencedor de Goliat' rescata el claroscuro del maestro, oculto bajo capas de suciedad y barnices
Atribuyen a Caravaggio un óleo que se iba a subastar en Madrid por solo 1.500 euros
Madrid
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Iniciar sesiónHace unas semanas, lucía en una sala del Prado un marco vacío, sin ningún lienzo. No lo habían robado. Formaba parte de la exposición 'Reversos'. Era el marco de una de las obras maestras del Prado, 'David vencedor de Goliat', de Caravaggio ... , que se hallaba en el taller de restauración del museo, donde las sabias manos de Almudena Sánchez lo han puesto a punto durante los últimos tres meses y medio. Esta mañana colgaba espléndido en la sala 7A del edificio de Villanueva en un nuevo montaje de la colección de la pinacoteca, junto con la sala contigua.
En sendos espacios acompañan a Caravaggio una veintena de pinturas de otros maestros del naturalismo europeo. Un recorrido por el caravaggismo, similar al proyecto que la pinacoteca puso en marcha en 2022 en las salas 52B y 52C con la impronta leonardesca en la pintura europea de la primera mitad del siglo XVI. Entre las obras seleccionadas en estos nuevos espacios permanentes, dos que proceden del llamado 'Prado extendido' (antes, 'Prado disperso'), que echa por tierra la falsa noticia de que el museo se está troceando. Todo lo contrario, el Prado ha recuperado dos de sus depósitos: 'La resurrección de Lázaro', de Pietro Novelli, 'Il Monrealese', que estaba en un despacho del Consejo de Estado, y un 'San Jerónimo escribiendo', de Ribera, que se hallaba en el museo de Las Palmas de Gran Canaria. Destaca también 'La resurrección de Lázaro', considerada hoy la 'piedra Rosetta' del Rivera joven, explica Miguel Falomir, director del Prado.
Y en la sala 9B, más cambios. Cuatro monumentales Grecos del antiguo Colegio de Doña María de Aragón se confrontan a las cuatro 'Pascuas', de Juan Bautista Maíno. Y el retrato de Manuel Bartolomé Cossío, 'redescubridor' del Greco, pintado por Sorolla, se exhibe junto al 'Caballero de la mano en el pecho', que aparece en el fondo de aquél.
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Pero, volviendo al maestro del claroscuro, protagonista del día en el Prado, el único lienzo que tiene el museo del genial pintor sale de las sombras y recupera su luz original perdida. Es una de las cuatro pinturas de Caravaggio que hay en España, junto con 'Santa Catalina de Alejandría', del Thyssen; 'Salomé con la cabeza del Bautista', de Patrimonio Nacional (ambos han sido restaurados recientemente) y 'San Jerónimo penitente', de la Abadía de Montserrat. A ellos se sumaría una quinta pintura, el 'Ecce Homo' que apareció en una subasta en Madrid en 2021 y que, a falta de que se presente su informe definitivo, hay casi unanimidad entre los expertos de su autoría a Caravaggio. No ocurre igual con el 'San Juan en el desierto', de la catedral de Toledo, que hoy se atribuye de forma casi generalizada por la comunidad científica a Bartolomeo Cavarozzi. Seguimos a la espera de que se presente, ya restaurado, el 'Ecce Homo' de los Pérez de Castro, cuya puesta de largo quedó paralizada por el adelanto de las elecciones generales.
Al entrar en la sala 7A del Prado, los ojos se van directos al 'David vencedor de Goliat' (hacia 1600). Ocurre lo mismo en las museos donde se exhiben obras de Caravaggio. Tienen un poderoso magnetismo. La restauración del cuadro, que ha contado con la colaboración de la Fundación Iberdrola España, la ha llevado a cabo Almudena Sánchez, por cuyas manos han pasado recientemente otras obras maestras: 'La Anunciación', de Fra Angelico, o 'Hipómenes y Atalanta', de Guido Reni. Cuenta la restauradora que, antes de meterse en faena, se hicieron nuevas radiografías, reflectografías infrarrojas, análisis de pigmentos... «Teníamos una imagen distorsionada de la pintura, debido a que los barnices oxidados opacos y amarillentos alteran la pintura, anulan el espacio y la profundidad de la composición, que aparecía plana. No permitía admirar las delicadas veladuras y los tonos medios en la anatomía de las figuras, en los pliegues de las telas». Bajo capas de suciedad y barnices se hallaba oculta la imagen original de Caravaggio.
Explica Almudena Sánchez que se hicieron en el pasado unas limpiezas del cuadro que incidieron solo en las zonas más iluminadas, como el cuerpo de David, ignorando los espacios en sombra, lo que provocó que el claroscuro original se tornase en un acusado contraste entre luces y sombras. Han salido a la luz los detalles del cuerpo en escorzo del gigante, que cae de bruces derrotado por el impacto de la honda: sus nalgas, la pierna, el brazo, el espacio que rodea la cabeza y su pecho apoyado en el suelo... También, los matices de sus ojos, los pelos de la barba... Asimismo, se ha recuperado la luz clara que rodea la cabeza del joven pastor y que queda cortada en diagonal por una sombra oscura; el aire que circula alrededor de su figura, los rizos castaños y rojizos de su pelo, sus nudillos en tensión...
La pintura presentaba dos daños de cierta consideración: unos desgarros que debió sufrir el cuadro de forma accidental, en la manga de la camisa de David y en su rodilla, que continúa por el hombro del gigante. Se eliminaron repintes de antiguas restauraciones, se estucaron las faltas de pintura y se reintegraron las faltas de color. Pero, en general, advierte la restauradora, la pintura se halla en un «excelente estado de conservación. Es un nuevo Caravaggio, que recupera el aire, la luz y el espacio».
David García Cueto, jefe del Departamento de Pintura italiana y francesa hasta 1800 del Prado, subraya que Caravaggio es hoy «una figura icónica que nos fascina por su pintura y también por su biografía. Hemos avanzado en el conocimiento del genio». Sobre el cuadro en cuestión, explica que en los años 80, una radiografía desveló una gran sorpresa: Caravaggio pensó originalmente una versión distinta de la cabeza de Goliat. Esa cabeza era dramática, con los ojos desorbitados, la boca abierta, en plena agonía. La cambió por una más serena de un Goliat ya muerto. Tenía más sentido, pues la cabeza aparece ya separada del cuerpo. También se ha descubierto un vendaje a modo de sandalia en el tobillo del pie derecho de David, que emula a los utilizados en la lucha grecorromana. Cree García Cueto que pudo descartarlo el artista al ser un símbolo pagano en una pintura religiosa.
En un periodo incierto, posiblemente durante el siglo XVIII, la pintura fue recortada en su parte inferior, quizás para encajar en un espacio concreto o para que el tamaño fuese similar al de otras pinturas. En 1794 se añadió en el ángulo inferior derecho una inscripción: el número 1118, con el que fue registrada la obra en el inventario del Buen Retiro. Pero, desgraciadamente, se perdió parte de la pintura original: aparece mutilada la empuñadura de la espada, así como parte de los cantos rodados que cayeron del zurrón del pastor. Se ha podido saber cómo era el original gracias a unas copias.
El cuadro aparece atribuido a Caravaggio por vez primera en el Prado en 1849 con el número 2081, legible en el margen inferior izquierdo del lienzo. Se cree que es el más temprano de los tres 'David' conocidos de Caravaggio: los otros están en el Kunsthistorisches Museum de Viena y la Galería Borghese de Roma. La fortuna crítica no siempre ha atribuido el cuadro a Caravaggio. Fue Roberto Longhi en 1951, tras su restauración en 1946-47, quien apoyó su autoría, corroborada por la publicación de la radiografía de la cabeza de Goliat por Mina Gregori. Hoy, es unánime.
El Prado, que en unos días presentará su programación para 2024, es más que probable que bata este año su récord histórico de visitantes: 3,2 millones, en 2019, cuando conmemoró su bicentenario. El museo recupera así sus cifras prepandémicas, algo que no ha ocurrido en los grandes museos de Londres o Nueva York.
En cuanto al 'Retrato de Isabel de Borbón', de Velázquez, que saldrá a subasta en febrero en la sala Sotheby's de Nueva York en 2024 (estuvo en la Colección Real y salió de España en la Guerra de Independencia), comenta Miguel Falomir que «no es una prioridad para el museo, pues ya hay en el Prado un retrato ecuestre de ella. Pero a nadie le amarga un dulce». Su precio estimado: 35 millones de dólares.
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