Diez curiosas historias contadas en las traseras de los cuadros
Las obras están incluidas en la exposición 'Reversos' en el Museo del Prado, uno de los proyectos artísticos más interesantes en la capital
El Prado desvela la cara oculta del arte
Madrid
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Iniciar sesión'Reversos', la nueva exposición del Prado, que permanecerá abierta en las salas A y B del edificio Jerónimos hasta el 3 de marzo de 2024, no solo exhibe cuadros del revés (que los hay), sino que muestra los resultados de un estudio exhaustivo ... en torno a la cara oculta de las obras de arte, realizado por su comisario, el artista Miguel Ángel Blanco. Y son muchísimas las historias que conocemos tras el centenar de piezas incluidas en la muestra. Estas son algunas de las más curiosas.
1
Una vulva tras 'El éxtasis de la Magdalena', de Annibale Carracci
Esta obra, que estuvo oculta en la Sala Reservada, contiene en su reverso un conjunto de dibujos de autoría desconocida. Se cree que fueron hechos por los discípulos de Carracci. Explica Ana González Mozo, restauradora del Museo del Prado, que «el rostro de perfil dibujado a pluma en el reverso de 'El éxtasis de la Magdalena', de Annibale Carracci, »recuerda los rostros trazados a pluma sobre papel por Leonardo y sus alumnos«. Bajo ese perfil, »la reflectografía infrarroja la revelado la existencia de una vulva que podría derivar de los dibujos anatómicos del propio Da Vinci. En la parte inferior hay un perro similar al dibujado en una de las páginas del 'Códice Atlántico'«. Hay quien cree que Carracci utilizaba este tipo de dibujo como vía de escape para distraerse del duro trabajo. Se sabe que había en el estudio de Carracci un ejemplar del 'Tratado de la pintura', de Leonardo. »Se superponen numerosos rostros, siluetas y formas abstractas, caricaturas, visibles e invisibles -algunos revelados por la reflectografía infrarroja-, reconocibles o no y ejecutados con distintos materiales. No reproducen una sesión de dibujo del natural ni son estudios para ningún cuadro concreto, lo que apunta a que la tabla fue utilizada al modo de una pizarra en la que se fueron superponiendo ejercicios hechos en días diferentes«, añade González Mozo.
2
Un obituario pegado a 'Un filósofo', de Salomon Koninck
El reverso de esta pintura está plagado de notas y etiquetas, que evocan los papeles en la mesa sobre la que está apoyado el filósofo del cuadro. Entre esas notas de la trasera se halla un recorte de prensa: es el obituario de lord Granville, publicado en 'The Times' el 22 de enero de 1846. En él, explica el comisario de la exposición, se cuenta la vida de Granville Leveson-Gower, miembro de una familia de la nobleza británica muy influyente. Poseía obras de arte, pero no consta que ésta pasara por sus manos. A principios del siglo XX fue adquirido por Adolphe Schloss, marchante y coleccionista judío. Su colección pasó a manos de sus hijos y fue confiscada en 1943 por los nazis, pero quedó en manos del Louvre. Fue vendida al Prado en 1953.
3
Una profecía en 'La lavativa', de Eugenio Lucas Velázquez
Entre las obras incluidas en la exposición, hay un conjunto de lienzos que cuentan con inscripciones de todo tipo en sus traseras. Es el caso de esta obra goyesca de Lucas Velázquez, en la que reza en su reverso una moraleja: «¿Qué pensabas? ¡Tonto! Pues en este mundo nadie se escapa». Un corrosivo comentario al estilo de los que empleaba Goya en sus estampas. La obra, explica Miguel Ángel Blanco, «fue donada por la condesa de los Moriles, viuda de Juan Vitórica, un primorriverista, cacique y conspirador en la Sanjurjada, asesinado por los republicanos al inicio de la Guerra Civil«. El 'nadie se escapa' fue profético para él.
4
'El Salvador con la Eucaristía', de Juan de Juanes: el Cristo era el reverso
Cuenta el comisario de la muestra que, mientras este cuadro de Juan de Juanes permaneció en su ubicación original, el retablo de la iglesia de la Natividad de la Virgen en Fuente la Higuera (Valencia), su localidad natal, «el Cristo era el reverso, pues la tabla funcionaba como puerta del tabernáculo o sagrario y la imagen se veía solo cuando se abría durante la celebración de la misa. En el exterior, cuando se cerraba, quedaba lo que hoy en el museo no vemos: el cristograma IHS -abreviatura del nombre de Jesús en griego- coronado por una cruz y rodeado por rayos de sol. Las letras están compuestas por formas vegetales o plumas y la H integra a dos jóvenes con cabezas en la cintura y lo que parecen colas de pez como piernas«.
5
'Marina con buques de guerra y un castillo', de Andriaes van Eertvelt: quemado en casa del ministro
Este cuadro del Prado está depositado en el Museo Naval, pero ha vuelto a la pinacoteca para esta exposición. Un ministro de la Marina lo escogió para decorar su residencia, que ardió en 1947. Dejó la obra, seriamente dañada, en el Museo Naval, donde no se restauró hasta 1963. Tres etiquetas en su trasera dan buena cuenta de estos movimientos: explica que se quemó en casa del ministro, que fue prácticamente rehecho, cuándo tuvo lugar su devolución...
6
'La huida a Egipto', del Greco: marcado a fuego por su dueño
Dice Miguel Ángel Blanco que una abreviatura diferente, marcada a fuego, nos indica la procedencia de este cuadro: «Las iniciales bajo corona 'DHG' la sitúan en la colección que Gaspar de Haro, II marqués del Carpio, reunió en el Palazzo della Vigna en Roma. La bella quemadura está rodeada de etiquetas que dan idea de las idas y venidas de esta tablita en el mercado del arte. Fue vendida en Agnew ans Sons en Nueva York, formó parte de la colección Robert von Hirsch y fue subastada en Christie's, donde la compró el Estado español en 2000«. Hay un nombre pirograbado (Giaco... Moretti), pero no se sabe quién es.
7
'Santiago el Mayor', de Francesco Albani: lo que el bastidor conserva
Esta obra de Francesco Albani es uno de los óvalos que se situaban en las pechinas de la capilla Herrera en la iglesia de Santiago de los Españoles en Roma. Se pasó a lienzo en la década de 1830 para salvarlos de la ruina, explica Miguel Ángel Blanco. Los frescos fueron arrancados por Pellegrino Succi, que los transfirió a una doble tela de arpillera rectangular montada en un bastidor de madera. Cuando entre 2013 y 2014 se restauró la obra se le devolvió su forma ovalada. La arpillera exterior se recortó y cada trozo se guardó en una bolsa junto a una fotografía que señalaba a qué esquina correspondía. La arpillera interior se plegó sobre un nuevo bastidor oval. El aspecto del reverso recordó al comisario a una obra de Pablo Palazuelo, que se exhibe junto a ella.
8
'Verdugo con la cabeza de San Juan Bautista', de Orazio Gentileschi: un policía corrupto y gran coleccionista
En la trasera de esta obra de la colección del Museo del Prado leemos que pertenecía a la 'selecta galería del Sr. D Francisco García Chico'. Nos cuenta el comisario que García Chico fue «un conocidísimo jefe de Policía en Madrid -citad por Baroja y por Galdós-, que, a pesar de su espíritu depravado, poseía delicados gustos artísticos. En su casa de la plaza de los Mostenses, que tenía suntuosamente adornada, había reunido una de las mejores galerías particulares de pintura que había en Madrid. Entre sus 700 cuadros, cuentan que había de Miguel Ángel, Velázquez, Zurbarán, Rubens, Durero, Mazo, Claudio Colello, Murillo, Ribera, El Bosco y hasta 50 de Goya. Levantó sospechas por su fastuoso tren de vida y llegó a ser encarcelado por corrupción. Protegía a criminales a cambio de un porcentaje de sus ganancias. Salió de la cárcel por sus influencias. Pero una muchedumbre de indignados ciudadanos lo sacó a la calle sobre el colchón en el que yacía enfermo y lo llevó en volandas hasta el paredón de fusilamiento en la plaza de la Cebada. El verdugo de Gentileschi le había anunciado su destino«.
9
'Tela quemada 4', de Miró, el pirómano
A Joan Miró le interesaban mucho los reversos de las pinturas: «Tienen vida por los dos lados». A finales de los años sesenta y principios de los setenta, Miró continúa cuestionándose la pintura como lenguaje válido para representar la realidad y sigue avanzando en su investigación sobre el carácter objetual de la pintura. La acomete asesinado sus obras, recortando, quemando y acuchillando sus lienzos hasta revelar el soporte material subyacente, e invitando al espectador a mirar a través –y más allá– de la superficie de la pintura. Esta obra, expuesta en el Prado junto a 'Ensamblaje y grafiti', de Tàpies, está fechada en 1973, cuando el artista ya había cumplido los 80. Fue donada por Pilar Juncosa a la Fundación Miró de Barcelona. Comenta Miguel Ángel Blanco que hay una referencia iconográfica a la Crucifixión, «que se ha asociado con el sacrificio de la pintura para liberar al artista de las ataduras del mercado». En el proceso de creación/destrucción el bastidor quedó en parte carbonizado.
10
El 'Guernica', de Picasso, un 'Ecce Homo'
De lejos, semejan unas lanzas africanas o unos remos. Pero se trata de cinco travesaños que pertenecían al bastidor original -en madera de pino, plegable, encargado a la casa Castelucho i Diana en París- del 'Guernica'. Durante años estuvieron olvidados en los almacenes del MoMA de Nueva York, hasta que un día una conservadora del museo se dio cuenta que qué eran. Fueron donados al Museo Reina Sofía, donde nunca se han expuesto. Ahora se exhiben en el Prado, museo que hace unos años planeó recuperar la obra. Recordemos que a su llegada a España en 1981 se expuso en el Casón del Buen Retiro hasta su traslado definitivo al Reina Sofía en 1992. Aún conservan manchas de pintura negra y una etiqueta del San Francisco Museum of Art. Entre 1937 y 1964, el cuadro viajó a treinta ciudades. La tela fue clavada y desclavada 45 veces de las tablas. «Las innumerables marcas de clavos, los golpes y los astillados lo convierten en un auténtico Ecce Homo», dice el comisario.
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