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Alicia en el país del grafeno

Tomás Palacios y Pablo Jarillo-Herrero, investigadores españoles en el MIT, explican cómo los nuevos materiales nos cambiarán la vida en el futuro: ventanas o tazas de café que dan las noticias, camisas con teléfono incorporado, ordenadores cuánticos o coches con visión nocturna son algunas de las maravillas que nos depararán

Tomás Palacios y Pablo Jarillo-Herrero, en el exterior de la Fundación Ramón Areces, en Madrid Ignacio Gil
Judith de Jorge Gama

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Si alguien llamado Alicia cayera por el tronco del árbol del futuro llegaría a un mundo completamente diferente al nuestro, tan distinto como lo es el actual del de los coetáneos de su «padre» artístico Lewis Carroll, y en un muchos aspectos tan fantástico como ... el de ficción. Para empezar, nuestra protagonista podría obtener la información del día en la pantalla de su taza de té, o leer las noticias en el cristal transparente de la ventana como si se tratara de la aparición del gato de Cheshire. Después, se pondría una camisa (esperemos que de su talla) con el teléfono móvil incorporado y saldría a una calle repleta de edificios construidos con paneles solares ultraeficientes. Cuando entrara en una habitación, un sensor le avisaría de que el virus de la gripe, cual soldado de la Reina Roja, anda suelto, así que es mejor lavarse las manos al salir para evitar el peligro de caer enferma. Trabajaría con un ordenador cuántico capaz de resolver intrincados problemas en segundos y volvería a casa de noche en un automóvil con visión nocturna en colores, como si aún fuera de día.

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