Sudáfrica, la 'cuna olvidada': hallan el ADN que cambió la historia de la Humanidad
Un nuevo estudio genético confirma que un grupo de humanos como nosotros vivió en un aislamiento casi total durante cientos de miles de años, perfeccionando las herramientas genéticas que hicieron de nuestra especie lo que es hoy
Descubren en Marruecos a los primeros de nuestra especie
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Iniciar sesiónHasta hace poco tiempo, la teoría oficial era que Homo sapiens, nuestra especie, evolucionó en el este de África hace alrededor de 200.000 años, y que desde ahí se extendió después al resto del mundo. Una idea simple, lineal y, de algún modo, reconfortante. ... Pero en los últimos años, nuevos hallazgos en lugares tan distantes de Etiopía como Marruecos o Sudáfrica, están demostrando que no todo fue tan sencillo. Y que los primeros Homo sapiens ya existían, en distintas regiones del continente africano, hace más de 300.000 años.
Ahora, un nuevo estudio recién publicado en 'Nature' por investigadores de la universidad sueca de Uppsala y basado en el análisis de los genomas de 28 personas que vivieron entre hace 10.200 y 150 años en el sur de África acaba de confirmar que, en efecto, esa región tuvo un papel principal en la evolución de nuestra especie. Allí, un grupo de humanos como nosotros vivió en un aislamiento casi total durante cientos de miles de años, perfeccionando las herramientas genéticas que hicieron de nosotros lo que somos hoy. Se trata del mayor estudio de ADN antiguo africano realizado hasta la fecha, y sus resultados reescriben la historia de nuestra especie.
El fin de la 'teoría del este de áfrica'
La llamada 'teoría del este de áfrica' empezó a tambalearse hace ya casi una década, en 2017, cuando un equipo de paleontólogos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, halló en el yacimiento de Jebel Irhoud, en Marruecos, restos fósiles de cinco humanos anatómicamente modernos, pero con una antigüedad de entre 300.000 y 350.000 años. Aquello fue un terremoto. De repente, nuestra especie era casi el doble de vieja de lo que pensábamos, y su origen ya no podía limitarse a un solo punto del mapa africano. Además, si ya había humanos modernos en el norte de África hace 300.000 años, ¿qué estaba pasando en el resto del continente?
El nuevo estudio refuerza la idea de que el origen de Homo sapiens no fue un evento puntual que se dio en Etiopía
Parte de la respuesta llegó apenas dos años más tarde, en 2019, cuando un nuevo estudio 'tiró del hilo' genético y situó el primer linaje de nuestra especie, por línea materna, en el sur de África, concretamente en la cuenca del río Zambezi. Todo lo cual llevó a los investigadores a pensar que, mucho antes de que Homo sapiens saliera de África para conquistar el mundo, ya se había dispersado ampliamente dentro del continente negro.
Bajo la dirección de Mattias Jakobsson, el nuevo estudio ha venido a confirmar ese extremo. Una investigación, por cierto, extremadamente difícil de realizar, una auténtica pesadilla tanto logística como química. Y es que extraer ADN antiguo en una parte del mundo donde el calor y la humedad degradan el material genético con una rapidez que no se ve en los climas más fríos de Europa o de Siberia, es toda una proeza técnica. Por eso, las secuencias genéticas completas de 28 individuos son, en términos científicos, un tesoro de valor incalculable. Se trata del mayor estudio de ADN antiguo africano realizado hasta la fecha.
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Primera sorpresa, estaban aislados
Al comparar estos genomas antiguos con los de seres humanos actuales y con otros restos de la Edad de Piedra de todo el mundo, los investigadores se toparon con algo inesperado. Aquellos humanos del sur no eran simplemente una rama más en nuestro árbol evolutivo, sino supervivientes de una población que se mantuvo genéticamente separada del resto de la humanidad durante, al menos, 200.000 años. Es decir, que mientras en otras partes del mundo las poblaciones se mezclaban, migraban y cambiaban, en el sur de África existía un grupo estable, una especie de 'reserva genética' humana.
«Sabíamos que el sur de África estuvo habitado desde hace mucho tiempo -explica Jakobsson-, pero no sabíamos si eran antecesores nuestros, verdaderos Homo sapiens. Ahora podemos demostrar que lo eran, que nuestra especie ha existido y evolucionado allí durante mucho tiempo».
La estabilidad de este grupo parece casi milagrosa. Los restos de los 28 individuos recuperados, muchos provenientes del refugio rocoso de Matjes River y con edades que van desde los 10.200 y los 150 años, muestran que, a lo largo de esos diez milenios, las herramientas que utilizaban cambiaron. Hubo modas, hubo innovación tecnológica, las técnicas de tallado de piedra evolucionaron. En Europa, cuando vemos un cambio así en las herramientas, solemos asumir que llegó un pueblo nuevo que reemplazó, o por lo menos complementó al anterior. Pero aquí no.
Hubo 'laboratorios evolutivos' en el norte (Marruecos), en el este (Etiopía) y ahora sabemos, sin lugar a dudas, también en el sur.
Aquí, el ADN nos dice que, milenio tras milenio, eran, genéticamente, las mismas personas. «No hay evidencia de inmigración o intercambio de población», señala el estudio. Lo cual sugiere que la innovación cultural y tecnológica que vemos en el registro arqueológico del sur de África no fue importada, sino local. O dicho de otro modo, la complejidad del comportamiento humano moderno, el pensamiento abstracto y la tecnología avanzada, surgieron allí mismo, en casa.
Cerebro... y riñones
Estudiando esos genes, los investigadores encontraron hasta 79 variantes de ADN que son únicas de Homo sapiens. Es decir, instrucciones genéticas que no tienen los neandertales, ni los denisovanos, ni por supuesto los chimpancés. Son, en esencia, el 'código' único de nuestra humanidad.
¿Y qué funciones cumplían estos genes exclusivos? Los científicos esperaban encontrar, como es habitual, cambios relacionados con el cerebro o el sistema inmunológico. Y los encontraron, por supuesto. Hallaron genes vinculados al crecimiento de las neuronas y a funciones cognitivas complejas.
Pero la mayor sorpresa vino de otra parte del cuerpo: los riñones. Y es que siete de esas variantes exclusivas de nuestra especie afectan a la función renal. ¿Por qué la evolución se molestaría en retocar los riñones para crear al ser humano moderno? La respuesta, según Jakobsson, podría estar en una de nuestras habilidades más infravaloradas: sudar. «Una hipótesis -aventura el científico- es que estas variantes están vinculadas a la capacidad humana única de enfriar el cuerpo mediante la sudoración».
Mientras en otras partes del mundo las poblaciones se mezclaban, migraban y cambiaban, en el sur de África existía un grupo estable, una especie de 'reserva genética' humana
Algo que, si lo pensamos bien, tiene todo el sentido. A diferencia de otros primates, o de nuestros primos neandertales (que estaban adaptados al frío), Homo sapiens está 'diseñado' para resistir en climas cálidos. Podemos correr maratones bajo el sol porque nuestro sistema de refrigeración es exquisito. Pero sudar exige un control del agua y de las sales minerales extremadamente precisos. Y eso es trabajo de los riñones.
Por lo tanto, es muy probable que esas 'adaptaciones renales' permitieran a nuestros antepasados del sur de África cazar durante las horas de más calor, cuando los depredadores dormían y las presas estaban agotadas, una poderosa ventaja evolutiva sobre otras especies de homínidos.
El fin del aislamiento
El aislamiento de este grupo del sur terminó hace relativamente poco, hace apenas unos 1.400 años, cuando comenzaron a mezclarse con otros grupos que llegaban tanto del este como del oeste de África. A pesar de lo cual, su legado no ha desaparecido. Hoy en día, las poblaciones San (anteriormente conocidos como bosquimanos), como los Ju/'hoansi en Namibia o los Karretjie en Sudáfrica, conservan en su ADN una inmensa cantidad de esta herencia. De hecho, alrededor del 80% de su material genético proviene directamente de estos antiguos cazadores-recolectores.
Algo que, de paso, refuta otra teoría clásica que decía que los pueblos Khoe-San actuales descendían de una población mezclada de toda África. La verdad es muy distinta: son los descendientes directos de aquellos que se quedaron en el sur, los guardianes de una 'biblioteca genética' que contiene, según reza el estudio, «la mitad de toda la variación genética humana». El resto de la humanidad (usted, yo, los habitantes de Asia, Europa y el resto de África) compartimos la otra mitad.
Un nuevo mapa humano
Junto a los hallazgos de Marruecos, el nuevo estudio refuerza la idea de que el origen de Homo sapiens no fue un evento puntual que se dio en Etiopía. Fue un proceso 'panafricano'. Es decir, que nuestra especie evolucionó a partir de una red de poblaciones interconectadas, pero a veces aisladas durante muchos milenios.
Hubo 'laboratorios evolutivos' en el norte (Marruecos), en el este (Etiopía) y ahora sabemos, sin lugar a dudas, también en el sur. Marlize Lombard, coautora del estudio, lo resume perfectamente: los comportamientos complejos y el pensamiento moderno que vemos en el registro arqueológico de hace 100.000 años «se originaron localmente», y desde el sur pudieron filtrarse hacia el norte, viajando con los genes y las tecnologías de estos cazadores-recolectores.
MÁS INFORMACIÓN
Estamos, en definitiva, reescribiendo el primer capítulo de la biografía de nuestra especie. Y resulta que, para entender cómo conquistamos el mundo, primero tenemos que entender cómo, durante cientos de miles de años, aprendimos a sobrevivir, a pensar, y a sudar, bajo el ardiente sol del sur de África.
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