Psicólogos, sobre el incendio de Valencia: «Todos pasarán un duelo, pero no en todos los casos será patológico»
Los expertos insisten en la necesidad de que los afectados reciban una primera valoración psicológica para saber cómo afrontar los distintos tipos de duelo que se dan en una catástrofe
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Iniciar sesiónEl trágico incendio de Valencia, que se ha cobrado la vida de al menos diez personas (aún pendientes de los que siguen desaparecidos), deja además una estela de vidas truncadas tanto por las pérdidas humanas como por los daños materiales pues muchas de las ... víctimas no solo han perdido su vivienda y todo lo que albergaban en ella sino que también han visto arder parte de su identidad, pues la mayoría de los afectados por la catástrofe del edificio incendiado en Valencia, como apunta Unai Aso, psicólogo de Buencoco, se han quedado sin su documentación y sus papeles y sin muchos de sus recuerdos y enseres personales (fotografías, objetos con un significado especial...).
El duelo será muy distinto en cada caso pues, como apuntan los expertos, es algo que depende de las variables que haya vivido cada persona y que tienen que ver no sólo con la vivencia del suceso, sino también con sus experiencias vitales, su situación actual, sus circunstancias personales y su estado emocional. Por eso, como explica el psicólogo de Buencoco, el modelo Kübler-Ross, comúnmente conocido como las cinco etapas del duelo (negación, ira, negociación, depresión y aceptación), que se suele tomar como referencia en este tipo de pérdidas catastróficas (al igual que en otras tragedias), es en realidad una aproximación o una orientación porque no todos vivirán las mismas fases, ni en ese orden ni de la misma manera. «Todos pasarán un duelo pues, en mayor o menor medida han sido testigos y/o víctimas de un hecho traumático, pero lo vivirán de muy distintas maneras y no todos desarrollarán un duelo patológico», aclara.
Lo que sí es aconsejable, según matiza, es que todos cuenten en cuanto les resulte posible con una primera valoración psicológica. «Algunas personas suelen pensar que superarán lo sucedido sin ayuda, pero no siempre sucede así pues, aunque se sientan aparentemente bien necesitarán orientación para hablar de lo sucedido y asimilarlo de la mejor manera posible. Por eso es aconsejable consultar a un psicólogo para que valore si es necesario realizar alguna intervención. En tragedias así el autodiagnóstico psicológico no es lo más recomendable«, aclara. En este sentido, el experto explica que pueden llegar a sentir todo tipo de emociones, desde la culpabilidad hasta la negación pasando por el dolor o el bloqueo, por eso cada actuación o intervención psicológica será muy distinta en función de la fase en la que se encuentre la persona afectada.
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Comparte esta opinión la psicóloga Lorena González, directora de Serena Psicología quien además incide en la necesidad de que las personas afectadas vivan el proceso de duelo natural sin bloquearlo. «Algunas personas se ven en la necesidad de hacerse los fuertes, pero creo que muchas veces entendemos la fortaleza psicológica de una manera errónea, pues aquellos que procesan el duelo adecuadamente (con un shock inicial y emociones como el dolor, el enfado, la tristeza, la ira, la desesperación...) pueden superarlo de una manera más natural que aquellos que bloquean todas esas emociones asegurando que están bien, que no necesitan ayuda y que no les pasa nada«, comenta. Sobre este último caso la experta apunta además que lo que realmente puede llegar a ser patológico es precisamente decir que no les pasa nada y que están perfectamente. «Si ahora lo niegan, ese trauma puede dar la cara más adelante o incluso años después y entonces será mucho más difícil de tratar desde el ámbito psicológico y también resultará más difícil de identificar por parte de la persona afectada pues puede que no lleguen a comprender qué les sucede y eso hará que les cueste mucho más acudir a una terapia«, destaca. Por eso la psicóloga insiste en la necesidad de cambiar ese concepto cultural de lo que se considera fuerte desde el punto de vista social. »Esas personas que tal vez por sus circunstancias personales o familiares no puedan mostrar sus emociones o no se sientan con libertad para hacerlo por sentirse juzgadas o por intentar no dañar a otros tienen que buscar un espacio en el que puedan contar lo que sienten con libertad y ese espacio puede dárselo un psicólogo«, añade.
Otro aspecto que destaca, por su parte, el psicólogo José González Fernández, especialista en duelo, es que los afectados necesitarán que se atienda a sus necesidades según sus tiempos pues, tal como aclara, cada persona reacciona de una manera muy diferente ante estas situaciones traumáticas. Unos entran en estado de shock y necesitan un tiempo para que el proceso de duelo comience, otros conectan directamente con la rabia, con la ira o con el enfado y otros se vuelven resolutivos, a través de los trámites burocráticos para intentar resolver el aspecto material de esta situación«, comenta.
Sobre los tiempos y los plazos de cada víctima el psicólogo también apunta que las personas afectadas se sientan arropados pero no invadidos por los servicios psicológicos de emergencias en lo que él denomina las «horas doradas», que son los momentos posteriores al suceso. «Se le puede sugerir o proponer esa ayuda psicológica para cuando quiera sin obligarle y también será útil explicarle que podrá contar con esta ayuda a lo largo del tiempo pues algunos dolientes suelen quejarse de que hay mucha atención mediática en el día posterior o en los días posteriores, pero que después ya nadie se acuerda de lo que ha pasado y que eso también significa que no reciban ayuda en esos días posteriores a la tragedia», plantea.
Pero además la cuestión relacionada con la culpa del superviviente no es baladí pues, como señala González, lo que puede suceder es que a las personas que sobreviven a una tragedia como esta a veces se les deslegitima en sus duelos como si no pudieran quejarse o no pudieran expresar lo que sienten porque han sobrevivido. Así, el experto explica que en el caso del duelo por pérdida de hogar hay que entender que una vivienda se puede ver como algo material, como una infraestructura, pero en realidad en la mente esa vivienda es un espacio impregnado de memoria emocional, una especie de oasis de intimidad donde nos refugiamos de la tensión del día a día. Por tanto, perder ese espacio de intimidad es una situación traumática y dolorosa. De hecho, cuesta recuperarse de ello aunque puedas acceder rápido a otro lugar en el que vivir pues ese lugar en el que residas después estará desprovisto de todos los recuerdos y la huella emocional que impregna siempre el hogar.
El experto en duelo, que tuvo la posibilidad en su día de ayudar a los afectados por el volcán en la Palma, explica que una de las situaciones que más incomoda a los dolientes es que, una vez que les han dado una indemnización o que a nivel logístico hayan empezado a resolver sus necesidades, tengan la sensación de que a nivel social no puedan quejarse o expresar sus sentimientos y emociones que vivieron en ese contexto en el que tuvieron que salir corriendo de casa, ver tu vida en peligro, perder tu hogar y los espacios comunes o incluso perder a algún vecino.
«Acompañar y escuchar, no dar consejos»
En cuanto a las personas del entorno de los afectados, como sus familiares, amigos, vecinos, parejas... la directora de Serena Psicología insiste en la necesidad de acompañar y escuchar, pero sin pretender dar soluciones, ni frases mágicas ni mensajes tranquilizadores para quitar importancia, minimizar los hechos o intentar que olviden lo que ha sucedido. «Es difícil ver como alguien que queremos se desmorona, es algo a lo que no estamos acostumbrados y nos cuesta mucho porque no sabemos cómo ayudarles, pero debemos estar ahí para escucharle y acompañarle y para que pueda expresar todas sus emociones, por muy duras que sean, porque no le ayudamos si con lo que hacemos o decimos le invitamos a bloquear esas emociones. Necesitan expresarlas lo antes posible», explica.
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Por su parte, la psicóloga y fundadora de Capital Psicólogos, María Padilla, explica que «cuando pasa una catástrofe que no es natural y se podía haber evitado, con pérdidas humanas además de las materiales, y no hay control ni anticipación, esta tiene unas consecuencias psicológicas diferentes a otras catástrofes. Se instaura un sentimiento de culpa e injusticia que se suma al duelo propio de la pérdida humana, que ya de por sí es un dolor insostenible»
En su opinión, «a estas personas se les va a reproducir en su mente las imágenes del incendio, acompañadas de pensamientos de estoy atrapada, falta de aire, sensaciones de pánico. Se les va a desarrollar un cuadro de ansiedad. Van a sufrir estrés postraumático agudo, propio de la situación, es lo que se llama un estrés adaptativo. Todas las personas que viven una situación dramática responden con esta sintomatología: sudores, temblores, pánico, miedo. Ahora es más necesario que nunca esa ayuda psicológica para que ese estrés postraumático no se haga crónico. Si no se les presta esa ayuda puede devenir en una sintomatología más complicada y difícil de curar».
Para aliviar su dolor, es importante transmitirles que «todo lo que sienten es propio de la situación vivida» y ayudarles a expresar todo lo que hay en su interior, ayudarles a identificar mediante preguntas, facilitarles el que ellos pueden sacar. Es fácil que tengan dentro una situación de bloqueo, están en shock. Un incendio es una experiencia de supervivencia, cercana a la muerte. Hay que escucharles muy atentamente para permitirles contarlo una y otra vez, las veces que haga falta. Pregúntales cómo se sienten, su cuerpo, que no se les quede nada dentro y darle pausas para respetar el proceso de asimilación de esos acontecimientos.
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Padilla explica que «si la pérdida es solo material, hay que informarles muy bien de la ayuda exacta que van a recibir, que no van a estar solos, que se les va a acompañar hasta que todo vuelva a la normalidad, a unas condiciones similares, que sus derechos se les van a respetar». Para ella, es también importante ayudarles a nivel fisiológico, cubriendo todas sus necesidades (alimentación, ropa…) porque «en una situación así es fácil que la mente se desconecte del cuerpo y no atender sus necesidades básicas».
Para los que han perdido familiares, Padilla afirma que los psicólogos no pueden aliviar ese dolor tan grande pero sí deben hacer un acompañamiento en este proceso tan difícil. «Se puede acompañar en el dolor, pero es imposible aliviar ese dolor. Para esa persona que ha perdido un familiar no hay consuelo y los psicólogos lo saben. Su acompañamiento es necesario porque les brinda una oportunidad de empezar a procesar y colocar una situación que es inicialmente imposible. Esa es la labor del psicólogo. La ayuda psicológica es fundamental desde el inicio porque el ser humano está diseñado para adaptar y olvidar y si no lo hace bien puede quedarse estancado de por vida».
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