Ángel Durántez, médico especialista en longevidad: «Hay dos momentos en la vida en el que empiezan a dispararse las enfermedades y se acelera el envejecimiento»

¿La clave? empezar a cuidarse, cuanto antes, mejor. Y es que la ciencia del envejecimiento ha dejado de centrarse solo en prolongar los límites de la vida intentando revertir la edad biológica para enfocarse en alargar la salud.

Así, cada vez son más las investigaciones que demuestran que los hábitos adquiridos desde edades tempranas tienen un impacto decisivo en la velocidad del envejecimiento biológico.

Los españoles ya viven hasta los 84 años, una cifra jamás alcanzada. La esperanza de vida cada vez es mayor y así lo refleja el último informe del Instituto Nacional de Estadística: la media de edad de los hombres subió en 2024 hasta los 81 y la de las mujeres hasta los 86.

Adoptar una alimentación equilibrada, mantener una rutina de ejercicio regular y dormir bien no solo mejora la calidad de vida, sino que retrasa el deterioro celular y previene enfermedades crónicas asociadas a la edad.

Estudios recientes de universidades europeas han confirmado que los marcadores biológicos del envejecimiento, como la inflamación crónica o el acortamiento de los telómeros, pueden modularse con estilo de vida. La precoz adopción de pautas saludables, especialmente antes de los 40, tiene efectos acumulativos en la longevidad, favoreciendo una mayor energía, mejor función cognitiva y menor riesgo de patologías cardiovasculares o metabólicas.

Según la evidencia científica, a la que hace mención el doctor Durántez - autor del libro 'Joven a los 100' - el envejecimiento del cuerpo humano presenta acelerones biológicos en dos etapas específicas de la vida. Estudios publicados en revistas como Cell y Nature revelan que el envejecimiento se acelera notablemente alrededor de los 44-45 años y nuevamente cerca de los 60 años.

Estas edades marcan puntos de inflexión donde empiezan a multiplicarse los diagnósticos de salud más serios y a aparecer síntomas antes inexistentes. «A los 44 y a los 60 años empiezan a dispararse las enfermedades y se acelera el envejecimiento», indica en la entrevista, en la que ahonda que ahí se ven «declives funcionales, empiezan a dispararse marcadores y síntomas que antes no estaban».

El experto sostiene que en esas edades se diferencia claramente entre quienes han mantenido hábitos saludables y quienes no, pues el daño acumulado se vuelve visible y cuantificable.

El Dr. Durántez sostiene que no todo está escrito en nuestros genes y que el envejecimiento es un proceso que en un alto porcentaje depende de nuestras decisiones y hábitos.

«El 70 o 80% del envejecimiento está en nuestras manos. El 20 o 30% restante lo arrastramos de la genética», explica en una charla. Para él, la longevidad saludable es posible si se adoptan ciertas claves que forman una vida basada en la salud y el mantenimiento del cuerpo en movimiento.

Entre las claves esenciales para una vida longeva Durántez - que defiende un enfoque preventivo de la salud que combina medicina, ciencia y hábitos cotidianos - destaca la importancia del movimiento físico constante. El especialista apunta que el cuerpo humano está diseñado para funcionar en movimiento y que mantener esta actividad física regular es vital para retrasar el declive funcional. «No existe un medicamento que pueda comprimir todo lo bueno que puede hacer el ejercicio», afirma.

Además, señala que la alimentación, el sueño y el cuidado de los ritmos circadianos son herramientas fundamentales para alargar la juventud biológica.