Mendoza, la soleada tierra del mejor vino argentino a los pies de los Andes
Enoturismo
Es la mayor productora y exportadora vitivinícola del país, cuna del malbec y que al circuito de importantes bodegas le añade su impactante paisaje junto a la cordillera austral
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Mendoza, Argentina
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Iniciar sesiónEl verde palpitante de la extensa viña mendocina contrasta, en un paisaje casi escenográfico, con un horizonte amurallado por la imponente cordillera de los Andes. A sus pies, entre el fino aullido de sus aires milenarios, regada por su sudor helado desde la época ... incaica y hundida en un suelo semidesértico y desértico en altura, sometido a más de 300 días de sol al año, uvas como la malbec y otras variedades han encontrado una fértil cuna de la que salen algunos de los mejores vinos del mundo.
Mendoza es la principal productora y exportadora de vino de Argentina, con casi 150 mil hectáreas cultivadas -el 71% del total nacional- y 7 millones de hectolitros al año 74 %. La amplitud climática y la cercanía de la cordillera son especialmente favorables para la vid, y permiten que esta tierra situada en el centro-oeste del país y conectada de norte a sur por la ruta 40 y por la 7 de forma transversal en el llamado Corredor Bioceánico produzca vinos de alta gama.
Mendoza alberga además el mayor número de de bodegas argentinas, más de 890. De ellas, 206 están abiertas a la visita de sus instalaciones. El enoturismo es, junto con la elaboración, una actividad muy importante en la provincia, que cuenta con servicios y estructuras diseñadas para recibir a visitantes de todo el mundo que se acercan a la que es una de las 12 capitales del vino del mundo ('Great Wine Capitals').
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A la capital homónima llegan los vuelos nacionales (hay 105 semanales desde Buenos Aires) e internacionales, pues tres de sus aeropuertos son de esta categoría, con conexiones directas a Chile, Brasil, Perú, Panamá y, se espera que en los próximos meses, también con Madrid y Barcelona, en España.
En la ciudad de Mendoza, con dos millones de habitantes y fundada en 1562, hay todos los servicios y un buen número de sus 45.000 plazas hoteleras, aunque también es posible alojarse en las regiones vinícolas y en algunas bodegas que cuentan con hotel o cabañas para huéspedes.
Desde la capital sale el bus vinícola que recorre las bodegas. También se pueden alquilar coches, con o sin chofer, para hacer estas visitas, que permiten descubrir el sistema de elaboración, recorrer las instalaciones y participar de catas y degustaciones o de actividades como paseos en bicicleta o a caballo entre viñedos, conciertos, brindis con la puesta de sol en este paisaje cordillerano y, por supuesto, disfrutar de la gastronomía local en sus restaurantes, que el año pasado estrenaron las estrellas Michelin.
En el suelo mendocino alimentado a sol y nieve –el riego se hace por un sistema de canales diseñado originalmente por los incas para aprovechar el agua del deshielo– se cultivan, además de la uva, otras frutas (es el primer productor de frutales de Argentina, principalmente de melocotón y ciruela) y hortalizas. Además, destaca por su producción de ajo y nuez.
Las bodegas
Las regiones de la provincia donde abunda la viña –la variedad malbec es la principal, pero hay en total unas 20, entre ellas bonarda, cabernet sauvignon, sauvignon, chardonnay, pinot y syrah– son Valle de Uco, Luján de Cuyo y Maipú.
«Por la formación de sus suelos, sus fallas geográficas y la cantidad de variedades plantadas, Mendoza es hoy una provincia muy diversa en vinos. Tenemos influencia de vinos franceses, españoles, italianos y, no menos importante, norteamericanos«, explica el sumiller mendocino Gerardo Tisera.
Esa variedad de estilos y filosofías hace que armar un recorrido que permita tener un panorama global de la cultura vinícola local y de sus productos más relevantes no sea sencillo. Hay muchas bodegas realmente interesantes, tanto de gran tamaño y con infraestructuras de última generación como proyectos más personales o de autor e iniciativas biodinámicas y experimentales. En todos los casos, sin embargo, las que tienen enoturismo ofrecen visitas con un alto estándar general de calidad en el servicio y las experiencias, que se desenvuelven en edificios de diseño y cuidados campos de cultivo con la montaña detrás.
Una de las bodegas mendocinas más famosas e importantes es Catena Zapata, fundada en 1902 y pionera en el resurgimiento de la variedad malbec y los terroirs de altura extrema con su viñedo Adrianna, en Gualtallary, donde hay un mirador de piedra desde el que asomarse al paraíso del enófilo. Su bodega familiar, La Pirámide y con forma de esta estructura maya, está situada en Agrelo, en Luján de Cuyo, y en 2023 fue elegida la mejor del mundo con el título de 'World Best Vineyards'.
Catena Zapata es una pieza clave en la historia del sector gracias al trabajo que ha hecho Nicolás Catena, quien puso al vino argentino en el mapa mundial, y más tarde también su hija Laura Catena. A la visita y cata como tal, que se puede hacer con música o junto con un taller de 'blending', suma su gastronómico Angélica Cocina Maestra, donde ofrece un menú de cocina creativa con base mendocina y sus grandes vinos.
En la misma zona se puede conocer la más moderna Durigutti, creada en 2002 por los hermanos enólogos del mismo nombre, Héctor y Pablo, quienes tras años de conocer el sector se embarcaron en una empresa muy personal de recuperación de vides con la que elaboran hasta 17 etiquetas, con su malbec como emblema.
Con una línea de vinos orgánicos, siete de ellos «de finca» enmarcados en su Proyecto Las Compuertas, que cada vez cobra más fuerza, también su bodega en Finca Victoria, rodeada de estanques y jardines, sigue creciendo con el añadido de 300 olivos centenarios recuperados para hacer su aceite, una represa propia para nutrir sus acequias, en un futuro, hotel y una panadería, hasta conformar «un nuevo pueblo» que sea, además, sostenible.
Una parada clave es su restaurante 5 Suelos, donde la chef Patricia Courtois elabora dos menús maridando los vinos de Durigutti con creativos platos que recorren la historia argentina a través de sus sabores con una visión emocional («me gusta comer con los ojos, pero también con los ojos cerrados», dice ella) y de respeto al producto local y de temporada.
Otra bodega familiar en Luján de Cuyo es Lagarde, que elabora más de 30 etiquetas en sus 33 hectáreas de viñedo, además de aceite. Su bodega en Mayor Drummond, que actualmente lleva adelante la tercera generación, con Lucy Pujals y su hija Sofía Perscarmona al frente, se ha quedado rodeada por el crecimiento urbano de la zona. Allí, bajo una enorme parra y mirando a la vid, se puede comer en sus restaurantes Fogón, un asador a la carta, y Zonda, su gastronómico de menú con una estrella Michelin y una estrella verde Michelin.
Allí también está otra mujer clave en el sector, Susana Balbo, quien en 1991 fue la primera enóloga argentina y, aunque elabora varios vinos premiados, se ha convertido en la «reina del torrontés» y la gran impulsora de los blancos mendocinos.
Hay más opciones para visitar, entre ellas algunas «pequeñas con búsquedas certeras de trascender con sus vinos, como es el caso de Viña Cobos, Matervini y Bressia, por nombrar unos pocos entre tantos«, advierte Tisera. También cita proyectos de agricultura biodinámica, como Krontiras, Alpamanta y Chakana.
En esta línea trabaja el reputado enólogo Matías Michelini, quien tras años en diversas bodegas de renombre lleva los últimos 15 dando forma a la que soñaba en una finca en Tupungato, en el maravilloso Valle de Uco, donde la luna y las plantas medicinales marcan el ritmo al que se cuece el vino, de producción limitada.
Sitio La Estocada, diseñado siguiendo la constelación de Orión, es completamente sostenible, solo usa energía solar y se autoabastece con varias huertas, frutales y granja de animales. Allí, además de una visita explicando su método y filosofía, dos veces al mes ofrece atardeceres mágicos acompañados de cena con sus productos y sus vinos (solo para 12 comensales) y hogueras entre las vides.
También en el Valle de Uco están los Zuccardi, tres hermanos que, liderados por el enólogo, Sebastián, llevan adelante una moderna bodega de rotunda arquitectura de hormigón, formas redondas y grandes dimensiones -obra del mendocino Fernando Raganatto- que rinde tributo a la piedra y a la cercana montaña y que apuesta por la singularidad de sus vinos y el conocimiento profundo del terroir.
Tienen allí el restaurante Piedra Infinita, nombre de la finca, y llevan adelante también en otra finca distinta en Maipú una almazara de aceite de oliva -Zuelo- y la bodega familiar, y de etiquetas muy vendidas en el país, Santa Julia.
En la misma región mendocina, Tisera recomienda otras como «Alpha Crux; El Clos de los Siete (Diamandes, Monteviejo, Rolland, Flecha de los Andes y Cuvelier de los Andes); Piedra Negra, con vinificaciones un tanto más francesas en su estilo; Corazón del Sol para una opción más americana, o Huentala Wines, y en la versión italiana, Massi Tupungato».
Por último, en Maipú, una de las zonas más antiguas de la provincia, están «gente muy técnica que busca comunicar de esa manera, como Viña Alicia o Tempus Alba, y pequeñas joyas como lo que hace Bodega Alandes. Y Trapiche, que es una bodega enorme y, en sus vinos de alta gama, generan una experiencia que todos deberíamos vivir al menos una vez«.
Mucho más que vino
Mendoza es un epicentro vinícola mundial, pero a su circuito de grandes bodegas y vinos añade, como gran atractivo para el turismo, una naturaleza de postal gracias a la cercana cordillera, con el Aconcagua como rey (con 6.962 metros es el pico más alto de América) y los ríos y riachos de deshielo.
La provincia tiene 200 días de nieve al año, por lo que allí se practican todo tipo de deportes de invierno y montañismo, con Malargüe y Las Leñas como las pistas de esquí más importantes. Además, se practica senderismo, navegación en canoas en los ríos, acampada y glamping. También hay paseos en globo, con salidas desde Junín; en bicicleta; a caballo; en vehículos 4x4 y en helicóptero (hasta 16 bodegas cuentan con helipuerto).
La primera semana de mayo celebra la Fiesta Nacional de la Vendimia, con casi 90 años de historia.
Hoteles
Una posibilidad cierta de alojamiento y base es la capital mendocina, donde hay todo tipo de hoteles, entre ellos marcas internacionales como Hyatt y Sheraton en el segmento más alto.
Otra opción es parar en la zona de bodegas, donde hay alojamientos singulares. En valle de Uco, por ejemplo, están las 21 villas de The Vines Private Vineyards. Y en Luján de Cuyo, mucho más cerca de la ciudad, el encantador hotel boutique de Susana Balbo, que lleva su nombre y además alberga una piscina, un spa y un gastronómico de cocina de autor, La Vida, donde se puede comer alguno de sus tres menús o a la carta.
Precios
En cuanto a precios, el cambio entre la moneda argentina, peso, y el euro es favorable a este último y el uso de tarjeta de crédito está generalizado, aunque hay casas de cambio en los aeropuertos y en la zona céntrica de todas las ciudades. Como ejemplo de costes, la vista a Catena Zapata, con cata incluída, cuesta unos 120 euros; el menú con vino de 5 Suelos, 65; comer en Piedra Infinita, desde 60; el menú con estrella de Zonda, entre 50 y 110; una noche en una de las siete selectas suites de Susana Balbo Unique Stays, con terraza propia y jacuzzi, desde 800 euros; los 'sunsets' de Michelini, 100 euros con el maridaje.
Todas las bodegas tienen tienda propia en la que se pueden comprar sus vinos. Hay un amplio rango de precios. En la maleta se pueden llevar hasta seis botellas por persona, facturadas. Por ejemplo, el malbec de Lagarde, su referencia más vendida, cuesta 13 euros la botella.
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SuscribetePeriodista por curiosidad extrema, aficionada a contar historias, adicta a escribir para intentar entender el mundo. Presentadora y moderadora. En ABC, soy jefa de Estilo, sección de viajes, gastronomía, moda, belleza, decoración, lujo y bienestar. Podcast Abecedario del Bienestar.
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