Las playas escondidas de Granada donde no hay chiringuitos ni turistas
El Caletón, en Salobreña, está junto a unas rocas que garantizan su privacidad y, por la belleza de sus fondos, es ideal para practicar el buceo
Para quienes buscan tranquilidad y aguas transparentes, otras dos apuestas que merecen la pena son la playa de El Muerto, en Almuñécar, y la de El Ruso, en Albuñol
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Granada
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Iniciar sesiónSalobreña es un pueblo de Granada del que no se puede decir que sea muy grande, porque tiene unos 13.000 habitantes. Sin embargo, en verano multiplica por cuatro esa población con la llegada de visitantes a los que les encantan sus paisajes, ... pero que buscan sobre todo sus playas, para qué vamos a engañarnos.
Por eso mismo, en los meses de julio y agosto lo normal es verlas llenas. Y lo que ya resulta más difícil de creer es que haya alguna que no esté hasta la bandera. Pero sí que la hay: responde al nombre de El Caletón, aunque mucha gente local la llama El Caletón del Turco, que así la empezaron a nombrar en el siglo XIX, y garantiza una jornada sin tener que ir apartando sombrillas.
Favorece esa circunstancia su ubicación, en una zona escarpada. Aunque es accesible a pie desde la contigua Caleta y hasta tiene un paseo para facilitar la llegada de personas con problemas de movilidad, lo cierto es que la mayoría prefiere irse a otras. La Guardia y Salomar son las más frecuentadas en los seis kilómetros del litoral local.
Aparte de la (relativa) soledad, El Caletón presenta otras ventajas. No deja de ser de rocas y grava, como muchas otras de la Costa Tropical, y tampoco se puede decir que sea gigantesca, porque ocupa unos treinta metros de largo y diez de ancho, pero para compensar es seguramente la playa donde mejor se aprecian los fondos marinos.
Hay que detenerse ahí: especialistas de toda España coinciden en que entre Almuñécar y La Herradura se concentran algunos de los mejores paisajes submarinos del país; de ahí que sea un punto escogido por muchos como destino para disfrutar del buceo. Salobreña está a pocos kilómetros, apenas 14, así que la situación no debe ser muy distinta.
Es una playa ideal para calzarse unas aletas, ponerse unas gafas, colocarse un tubo para respirar y otear en las cercanías, algo que será fácil porque por lo general es una playa de aguas tranquilas y limpias. En las rocas hay cangrejos y ocasionalmente pulpos. Ya en el mar, sargos, besugos, doradas y otras muchas especies más. El espectáculo está garantizado.
Carece de servicios y puesto de socorro, por lo que se aconseja precaución a quienes la visiten, sobre todo si se acercan mucho a las rocas. Evidentemente, si hay fuerte oleaje lo mejor es buscar otro destino. Quienes no pueden pasar un día sin chiringuito, tampoco tienen tanto problema: la playa está en un recodo, pero no apartada de las principales, del cogollo de Salobreña. Y allí hay restaurantes bien surtidos para satisfacer a los más exigentes.
Otras buenas apuestas
Ya que se habla de playas no concurridas, se pueden incluir otras dos que, incluso en verano, no acumulan a muchos usuarios, fundamentalmente porque no tienen tanta facilidad de acceso como otras, aunque por supuesto sí que se puede llegar, andando un poco más. El esfuerzo merece la pena.
Una es la Playa del Muerto, en Almuñécar. Está al final del Paseo de Cotobro y cerca ya del puerto deportivo Marina del Este y de la Punta de la Mona, línea divisoria, por así decirlo, entre Almuñécar y La Herradura. Detrás de la última playa de Cotobro, se sube un pequeño tramo de escalones por los que se accede a un paseo justo al borde del mar, con unas vistas preciosas. Cinco minutos después, ya se ha llegado.
En los meses de verano suele funcionar un chiringuito que, además, alquila tumbonas. El agua está casi siempre limpia y lo mejor de El Muerto es la tranquilidad que ofrece: se respira paz y silencio en un enclave en el que, por desgracia, quien llegue buscando arena, va a encontrar muy poca. La grava y los guijarros son la norma. Es bastante más grande: 228 metros de largo por 42 de ancho.
Pero pese a las piedras, hay posibilidad de clavar la sombrilla y disfrutar de una jornada magnífica. Prácticamente todos los que van lo hacen desnudos, es una playa de tradición nudista a la que en agosto llegan algunas personas en bañador y, aunque la convivencia es pacífica, los naturistas dejan claro que ellos han estado allí siempre y que no van a variar sus costumbres, que si acaso lo hagan los recién llegados.
En esa playa también hay unos fondos marinos espectaculares. De hecho, es donde se planea abrir el Parque Azul de Vida Submarina, que estará a unos quince metros de profundidad y recreará elementos de la antigua ciudad de Almuñécar, de la época romana y fenicia, cuando se llamaba Sexi.
Pero más cerca, al lado casi de la orilla, es bastante habitual que los peces se divisen delante de las narices. Un simple chapuzón puede servir para verlos y casi pillarlos con las manos, aunque son más rápidos de lo que parece. Si el bañista se queda quieto, es probable que hasta sean ellos los que le toquen.
Por último, otra playa recomendable por su tranquilidad es la del Ruso, en Albuñol, en el otro extremo de la Costa Tropical, junto a La Rábita y próxima, en consecuencia, a la frontera marítima con la provincia de Almería. Dicen que se llama así porque un hombre que había sido espía rusa la frecuentaba, casi en solitario, en la década de los veinte del siglo XX.
Ha pasado un siglo pero sigue sin ser una playa masificada. Mide unos 300 metros de largo por diez de ancho y llegar a ella requiere un paseo por una cuesta pronunciada. Que luego hay que subir, de ahí seguramente que no tenga tanto público. Es también de tradición nudista, no dispone de ningún tipo de servicios y los usuarios aseguran que ni falta que les hacen, porque de tenerlos, estaría tan llenísima como las de las cercanías.
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