Descubriendo la Sierra de Aracena
Los Marines, un atractivo caserío acunado en la ruta del castañar
Su localización, junto a la carretera nacional Sevilla-Lisboa, y en pleno corazón del parque natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, convierte al municipio en un cruce de caminos, siendo una referencia urbanística y natural de gran atractivo y con amplias posibilidades para el senderismo
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J. M. Brazo Mena
Situado a 6 kilómetros de Aracena (N-433), el municipio onubense de Los Marines se muestra acunado entre castaños, ajeno al ruido del tráfico y de las prisas, ofreciendo al viajero no sólo el atractivo paisaje de sus casas encaladas, junto a sus ... fuentes cristalinas y senderos que serpean entre los montes, sino también costumbres ancestrales como la de la obtención del mosto en las lagaretas, producto que constituye uno de sus pilares gastronómicos.
Siguiendo los patrones de la arquitectura vernácula serrana, el bello caserío presenta una serie de construcciones bajas, de una sola planta, adaptadas a las actividades agrícolas. De ello dan muestra las solanas, que se utilizan como secaderos de fruta y chacina, y los pasillos empedrados de algunos inmuebles que sirvieron para el paso de las caballerías hasta la parte trasera de la vivienda.
Según las crónicas, la pequeña localidad, que en la actualidad roza los 400 habitantes, fue aldea de Aracena hasta 1786, año en el que Carlos III la declaró villa. La vida transcurrió con tranquilidad hasta la ocupación francesa en 1810, cuyos desastres dejaron profunda huella en los lugareños. Cuentan los vecinos cómo la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Gracia, tras ser saqueada, fue habilitada como caballeriza por las tropas napoleónicas.
En el interior del templo se conservan en buen estado el retablo mayor, de estilo barroco florido, muy recargado, en el que se encuentra la imagen de la patrona y titular de la iglesia, obra anónima del siglo XVI, así como el estandarte de la Divina Pastora, con pintura del higuereño Alonso Miguel de Tovar, pintor de cámara de Felipe V y discípulo de Murillo. Tanto el casco urbano como la iglesia están catalogados como Bienes de Interés Cultural.
Delante de la parroquia, la Plaza de Carlos III con su fuente, es lugar de juegos y de citas, además de ejercer de concurrido escenario durante la Fiesta del Chopo, que se celebra en la víspera del Corpus. Destacan también el del lavadero y pilar de la calle Fuente, con sus refregaderos de pizarra, que muestran el carácter público y tradicional de la construcción, conjunto junto al que se encuentra una estatua dedicada a la «apañaora».
Elaboración artesanal del mosto
En las proximidades de la plaza, se pueden visitar algunas «lagaretas», que no son más que pequeños lagares construidos en los corrales de las casas, donde a comienzos del otoño, después de la vendimia, se pisa aún la uva para la obtención del mosto, que será consumido interrumpiendo el proceso de fermentación, sin dejar que se convierta en vino. Se trata de uno de los trabajos artesanales que permanecen en el lugar desde tiempo inmemorial.
Cada año, después de la cosecha, los racimos son transportados en mulos por los arrieros hasta las lagaretas para ser exprimidos por los pisadores. Aquí comienza un ritual, donde los hombres bailan en callado ritmo sobre las uvas rompiendo los hollejos que crepitan, dejando correr el zumo hasta el pilón. El denso líquido es trasladado hasta los toneles de la bodega, en los que permanecerá durante un mes, al cabo del cual el mosto estará listo para el consumo.
En torno a este producto, se celebra en el mes de diciembre una feria en el pabellón polideportivo municipal, que reúne a una decena de cosecheros locales, que aportarán los diferentes mostos para su degustación gratuita. Son caldos diferentes y con características distintas, con colores y sabores que se diferencian según la uva blanca o tinta que haya utilizado cada viticultor (beva, zalema y tempranillo), además de cada fermentación.
Se da la circunstancia que Los Marines, junto a Corteconcepción y Corterrangel, son los únicos municipios serranos donde se elabora artesanalmente este mosto, sin ningún tipo de aditivos, como se ha venido haciendo desde tiempo inmemorial en esta pequeña localidad onubense. La mayor parte de la producción se dedica al consumo de los propios cosecheros, unos 40 en el municipio, que poseen unas 200 hectáreas de viñedo.
Otro de los grandes protagonistas en el término municipal de Los Marines, tanto como elemento paisajístico como por su importancia económica, es el centenario bosque de castaños, que ocupa unas 500 hectáreas, constituyendo un espacio arbóreo de gran belleza. Durante el otoño se pueden contemplar en la zona a los recolectores de castañas, fruto que es comercializado en la sociedad cooperativa castañera local 'La Esperanza'.
Cruce de senderos
Esta riqueza paisajística junto a la estratégica situación del enclave, hacen que el senderismo tenga aquí amplias posibilidades. Así, es recomendable el camino Los Marines- Aracena, (5 km), que pasa por la Fuente del Castaño, con restos de molinos harineros; el sendero que lleva a Fuenteheridos (4 km), que atraviesa el frondoso Valle de Valdelama, y el hermoso sendero que lleva a Linares (4 km), atravesando la Sierra de la Virgen.
En el apartado gastronómico, además de los productos derivados del cerdo, se pueden saborear exquisitos platos de carne de caza, como jabalíes o venados; migas serranas, revueltos de tagarninas, además de setas como tanas u oronjas, que se crían en otoño entre los castaños. Este hongo, la 'amanita caesarea', es una de las especies micológicas más buscadas por los lugareños, tanto por su belleza y sabor como por su cotización en el mercado.
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