entrevista
El mejor expediente en Bioquímica de Sevilla: «Mi padre es camarero y siempre me dijo que la hostelería era muy dura y que estudiara»
Jacob González Isa cursa su doctorado en la Universidad de Cambridge gracias a una beca de la Fundación La Caixa: «Trabajamos en el laboratorio con cromosomas sintéticos cuyas aplicaciones pueden contribuir a la lucha contra el cáncer»
«En la carrera jugaba a la play pero en Cambridge mi play es el carnaval de Cádiz»
Un joven bioquímico sevillano en Cambridge: «Esta universidad es como las películas de Harry Potter con capas y todo para los alumnos»
Un científico sevillano en la Universidad de Cambridge: «Aún hay prejuicios sobre los andaluces pero se van quitando»
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Iniciar sesiónJacob González Isa es bioquímico, tiene 24 años y está realizando su doctorado en la Universidad de Cambridge (Reino Unido). Criado en el Polígono de San Pablo, un barrio obrero de Sevilla en cuyo instituto público realizó la educación secundaria y el bachillerato, recibió hace ... pocas semanas el Premio Extraordinario Fin de Carrera de la Universidad de Sevilla y una beca de la Fundación La Caixa -que le entregó en un solemne acto S.M. Felipe VI- que le permitirá seguir formándose en una de las universidades más prestigiosas del mundo. Se trata de cien becas de posgrado para los mejores universitarios de España. «La Caixa hace una gran obra social y estoy muy contento de poder cursar un doctorado en el extranjero», dice.
-¿Cuánto cuesta la matrícula en la Universidad de Cambridge?
-Unos 50.000 euros al año. Yo siempre he intentado estudiar en el extranjero, empecé con las becas Erasmus en Turín y siempre que he tenido la oportunidad de salir de España lo he hecho. Gracias a una beca de la farmacéutica estadounidense Amgen pude hacer unas prácticas de verano en Cambridge y ahora, gracias a la Fundación de La Caixa, he vuelto a a ese laboratorio. De esas primeras becas nos beneficiamos sólo 10 ó 15 personas en toda Europa.
-Dígame qué hace exactamente en ese laboratorio.
-Investigamos sobre los cromosomas. Siempre que hablamos de cáncer, hablamos de cromosomas y de los oncogenes, pero hay una parte muy importante de los cromosomas que no tiene genes y es la encargada de que la célula se divida. Todas las células se dividen constantemente y la parte encargada de esto es seguramente la región cromosómica más importante y sin embargo, es la región que menos entendemos. Esta región es muy interesante porque evoluciona muy rápido. La hemoglobina del humano, la hemoglobina del primate e incluso la de un perro son muy parecidas a nivel de estructura y a nivel de secuencia. Las letras que conforman esa proteína que lleva el oxígeno a la sangre son muy parecidas pero cambia con mucha facilidad, es la región que más cambia y a eso se denomina la paradoja del centrómero. Yo estoy intentando entender por qué los centrómeros evolucionan tan rápidamente y de qué manera.
-Parece una investigación básica pero con posibles aplicaciones médicas.
-Sí. En muchos tipos de cáncer los centrómetros está desregulados. Nosotros tenemos 23 pares de cromosomas y muchas veces en los cáncer algunos cromosomas se fusionan. Gracias a este tipo de investigación básica se puede entender que es lo que hace que el centrómero funcione bien para tratar de paliar el cáncer. Y lo que a mí más me gusta en este campo son los cromosomas sintéticos. Nosotros básicamente ya estamos haciendo biología sintética y podemos ir un paso más allá y empezar a generar no sólo ciertos genes, sino cromosomas completos, que pueden tener 100.000 genes.
-¿Se refiere a cromosomas artificiales?
-Sí. Mi investigación básica inicial es con plantas y buscamos no solo que sean resistentes a ciertas enfermedades, sino modificar el genoma para que sean mucho mejores, por ejemplo, frente al cambio climático. Es muy importante poder generar cromosomas sintéticos cromosomas artificiales.
-El joven ingeniero sevillano Pablo Vidarte investiga desde hace diez años años la capacidad de las plantas para generar energía y su proyecto -un reactor para crear electricidad a partir de ellas- ha sido subvencionado por la Unión Europea.
-Las plantas tienen impulsos eléctricos, no sólo las neuronas. Yo no soy experto en fisiología de las plantas sino en genética y genómica de plantas y de bioinformática. Pero me parece un tema muy interesante.
-Cursó la carrera de Bioquímica en la Universidad de Sevilla y ha recibido el premio extraordinario fin de carrera por el mejor expediente.
-Sí. El máster en Biología Computacional lo hice en la Universidad Politécnica de Madrid. Tuve unos grandes compañeros y me enriquecí de todos ellos. Al final es un premio que se le da a uno, porque mi numerito fue mayor, y estoy muy agradecido. Pero se lo podían haber dado a cualquiera de estos compañeros.
-Supongo que ya apuntaría maneras en el colegio...
-Me gustaba estudiar y tenía mucho curiosidad por las cosas. Hubo una época en la ESO que no tenía muchas ganas de estudiar y me interesaban otras cosas, el fútbol, por ejemplo. Y gracias a mis profesores, me mantuve muy motivado.
-Supongo que estudió siempre en colegios e institutos públicos.
-Siempre. Estudié en el IES San Pablo y es verdad que en casi todos los institutos públicos de barrios humildes, la universidad queda muy lejos. Hay otros tipo de institutos con 20 alumnos en los que todos ellos van a la universidad pero en el que yo estudié no era de ese tipo.
-¿Y que pasó?
-Yo tuve la suerte que que en mi casa me inculcaron disciplina y trabajo duro para hacer lo que yo quería. También es verdad que siempre me había gustado mucho la ciencia desde chico, todo lo relacionado con los genes y los genomas. Tenía claro eso y también las ganas y la disciplina para seguir el camino y no desviarme, porque tengo compañeros a los que les pasó. Yo tuve mucha suerte y sobre todo profesores que reconocieron que me gustaban ciertas cosas y siempre me ayudaron. Me animaban a presentarme a los certámenes de ciencia y de literatura. Gracias a estos profesores que me fueron guiando y aconsejando. No sólo de ciencias, también los de inglés, filosofía o lengua. Para formar un buen científico es muy importante su parte humanística.
-Autores como el catedrático de Filología Ramón Espejo denuncian el retroceso en la educación y el desprecio a los conocimientos en el sistema educativo actual. ¿Eso lo ha vivido en el instituto?
-Sí. Y es verdad que los chicos cada vez estamos, en general, más acomodados, con los móviles y tal. Y es verdad que hoy no se valora tanto lo que es la educación como la valoraron nuestros padres. No obstante, yo creo que el sistema español pone demasiado énfasis en un aprendizaje pasivo, que es el conocimiento como algo estático que se transfiere del profesor al alumno; y si el alumno no está interesado, ese conocimiento no va a ningún lado. Yo apuesto más por el aprendizaje activo, por el constructivismo. El conocimiento no es algo que se imparte del profesor al alumnado, sino que se construye y que el profesor simplemente es un guía.
Ramón Espejo dice en su libro «El laberinto educativo» que a vuestra generación se le han robado los conocimientos que se dieron a vuestros padres. Y afirma que la generación actual es la peor preparada de la historia y que la siguiente será aún peor.
-Estoy de acuerdo sólo parcialmente con esa afirmación. Es verdad que la cultura del esfuerzo se ha perdido un poco pero insisto en que el conocimiento no es sólo una transferencia del profesor al alumno. Hoy en día en los institutos se hacen más proyectos, la gente va más al extranjero. Lo interesante para mí es cómo es capaz un estudiante de construir su propio conocimiento a partir de la fuente. Hemos pasado de la era de la revolución industrial, donde había trabajos más mecánicos y se exigía memorizar ciertos conocimientos, a la era de la información. Es otra manera de enseñar y otra manera de trabajar. A los doctorandos se les pide que sean capaces desarrollar una investigación.
-Con motivo de la elaboración de su libro, Espejo habló con Antonio Muñoz Molina y él le comentó que había estudiado en institutos públicos pero que tuvo que meter a sus hijos en centros privados por esta degradación de la enseñanza.
-Eso es verdad. Y al final juntas a los mejores con los mejores. O con los que tienen más recursos económicos. Es verdad que en los centros privados hay un feedback muy bueno y profesores y alumnos muy motivados.
-¿Cómo le motivaban sus padres?
-Mi padre es camarero y las horas que se echan en hostelería son increíbles. Son turnos partidos que te llevan todo el día trabajando. Mi madre es técnica de Rayos, un trabajo muy laborioso y que requiere de mucha paciencia con los pacientes. Con gente que llega superherida al hospital.
-¿El ejemplo de su padre le motivó para estudiar y hacerse científico?
-Sí. Él siempre me dijo que no me metiera en la hostelería, que era muy dura. Y que estudiara.
-Se dice que su generación es la primera que va a vivir peor que sus padres.
-Eso se dice, pero yo he intentado que en mi caso no sea así. Y estoy haciendo todo lo posible para que eso no ocurra, aunque en muchos casos sí está ocurriendo. Lo que sucede también es que la generación anterior a la nuestra era muy buena y para nosotros es muy difícil seguir el ritmo. Estoy de acuerdo en lo que dice ese catedrático respecto a la generación anterior a la nuestra. Nosotros tenemos que hacernos sentir orgullosos de la nuestra y tenemos que encontrar nuestro camino. Que no es el mismo. El mismo trabajo duro de la misma manera que ellos hoy no es posible. No resulta igual.
¿Cuál es la diferencia entre una universidad británica como Cambridge y otra española como la de Sevilla o la Politécnica de Madrid?
-Allí no se valora el memorizar sino que tú seas capaz de construir el conocimiento y saber relacionar por ejemplo un tema de ciencia con uno de poesía. Eso se llama aprendizaje activo y allí se cocina el conocimiento a fuego lento.
¿Cuál fue su primera impresión al llegar allí desde España?
-Como la de muchos españoles: ay, qué fácil es esto. ¡Qué buen nivel tenemos en España! Pero esa impresión sólo dura los tres primeros meses. De las universidades españolas salimos bien preparados para el trabajo mecánico, en ciencias necesitamos una creatividad especial. La biología que se hacía hace treinta años no tiene nada que ver con la de ahora. Antes se valoraba un trabajo muy duro en el laboratorio, hoy se hace más bioinformática y ahí las preguntas son muy importantes y el trabajo de análisis.
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