Conflicto de Astilleros en Sevilla: Guardia, no tires pelotas...

Fue una batalla campal de no más de media hora de duración después de que los agentes disolvieron a unos encapuchados en la puerta del palacio de San Telmo, donde habían juntado neumáticos a los que habían prendido fuego, y apedreado las ventanas de su fachada. Había sido una manifestación pacífica por la calle San Fernando en protesta por los planes de cierre del astillero sevillano hasta que se descontroló la situación.

La policía vigilaba desde el aire con un helicóptero y una veintena de furgonetas de las unidades antidisturbios aguardaba órdenes en la trasera de San Telmo. Extrañamente no había cordón policial en la fachada delantera, lo que aprovechó un grupito de radicales para hacer fuego y tirar de todo contras las ventanas. Fue entonces cuando irrumpieron los agentes, lanzando botes de humo y pelotas de goma contra los más exaltados, pero también contra los manifestantes.

Hubo carreras y altercados más allá de San Telmo, porque muchos trabajadores atravesaron hacia las calles Juan Sebastián Elcano y Asunción huyendo de la contundencia policial. Incendiados no sólo los neumáticos sino también los ánimos, cuando la policía se replegó, los trabajadores se reagruparon en la Puerta de Jerez y marcharon hacia el Ayuntamiento, donde el portavoz de IU, Luis Pizarro, salió a atenderlos. Su marcha de regreso al Prado de San Sebastián por Sierpes, Tetuán y la Avenida de la Constitución colapsó el tráfico rodado aquella mañana. La primera de una larga serie de afecciones a la circulación durante años de lucha sindical.

El anuncio del cierre de las factorías navales de Sevilla y Cádiz estaba incluido en el Plan Estratégico de Competitividad que había diseñado la División de Construcción Naval del INI para cortar la sangría que los astilleros públicos representaban para el presupuesto del Estado. Pero encontró durísima oposición en la calle. El día 15, con el expediente de regulación de empleo para 5.000 obreros navales presentado, los trabajadores cortaron el puente del Centenario con barricadas antes de marchar hacia el Parlamento de Andalucía y la sede de Comisiones Obreras en la plaza del Duque, donde hoy se levanta un hotel.

El jueves 21 de septiembre, una multitudinaria manifestación –esta vez sin ningún tipo de incidentes– recorrió las calles de Sevilla al grito de «Astilleros no se cierra». La alcaldesa, Soledad Becerril, había emitido un bando animando a la participación en la protesta, que logró evitar el cierre de la factoría naval aquel septiembre de hace treinta años. El cerrojazo definitivo llegó el 31 de diciembre de 2011. Reabrió a los pocos años reconvertida en taller de torres de energía eólica con notable éxito. Pero en 1995 los vientos no soplaban en dirección al futuro.